El relojero recobra su gloria
Se descubre una placa en honor de Jos¨¦ Rodr¨ªguez Conejero, Losada, que don¨® en 1866 el reloj de la Puerta del Sol
Madrid satisfizo ayer una flagrante deuda. La hab¨ªa contra¨ªdo en 1866 con un hombre esforzado y singular: Jos¨¦ Rodr¨ªguez Conejero. M¨¢s conocido por Losada, fue el artesano que construy¨® y regal¨® a la ciudad el reloj que marca para toda Espa?a, ahora entre campanadas y uvas, el bullicioso tr¨¢nsito entre el ¨²ltimo d¨ªa del a?o y el primero del que comienza, desde su atalaya de la Puerta del Sol. Una placa, descubierta por el presidente Ignacio Gonz¨¢lez en la Casa del Correo, sede del Gobierno aut¨®nomo, lleva desde ayer el nombre del donante que, por sus ideas antiabsolutistas, vivi¨® exiliado en Inglaterra, donde muri¨® en 1870.
Losada hab¨ªa nacido en 1797 en una familia campesina en Iruela, pueblecito leon¨¦s de 50 vecinos del ¨¢rea de Ponferrada. De mozo, ingres¨® en el Ej¨¦rcito, donde adquiri¨® el grado de teniente de Caballer¨ªa. Opuesto al dictado absolutista de Fernando VII, se adentr¨® en c¨ªrculos conspiradores clandestinos. Para desbaratar estos grupos, acostumbraba a introducirse en ellos, disfrazado, un superintendente policial de apellido Zorrilla. El polic¨ªa, ataviado como un fraile, ser¨ªa descubierto, retenido y obligado a firmarle a Losada un salvoconducto con el que huy¨® a Francia. En Espa?a dejaba, entre sus mejores amigos, al poeta Jos¨¦ Zorrilla, hijo de su cruel perseguidor.
Sus pasos le guiaron en 1830 a Inglaterra, donde, fascinado por el arte de la relojer¨ªa, se consagrar¨ªa a tal menester, presumiblemente aprendido de relojeros militares durante su estad¨ªa en filas. En 1835 contaba ya con una relojer¨ªa propia en el 155 de Regent Street, una de las calles m¨¢s cotizadas de Londres. All¨ª cas¨® con Anne Hamilton Sinclair, con la cual no tendr¨ªa descendencia. Losada mantendr¨ªa en la rebotica de su tienda una tertulia por la cual pasar¨ªan personalidades como el general Juan Prim i Prat y otros ilustres exiliados. Pese a sus 40 a?os en el exilio, profes¨® un profundo amor hacia Espa?a, su patria, adonde regres¨® en tres ocasiones, la ¨²ltima, en 1868. Testar¨ªa sus ¨²ltimas voluntades en C¨¢diz. En el Observatorio de San Fernando se conservan algunas de sus mejores obras, como reguladores astron¨®micos y cron¨®metros para la navegaci¨®n, construidos por encargo de la Marina espa?ola, su m¨¢s firme cliente. Entre su distinguida clientela figuraban desde Isabel II a Victoria de Inglaterra. La especialidad m¨¢s lucrativa de Losada hab¨ªa sido la saboneta, un reloj generalmente en oro amarillo de 18 quilates, esmaltado y con dos o tres tapas decoradas ¡ªal igual que los biseles de sus cristales¡ª, con bellos motivos florales. Una saboneta, con diamantes y rub¨ªes, le ser¨ªa encargada por la Armada, que invirti¨® en ella 39.400 reales de vell¨®n, para regalar al almirante Casto M¨¦ndez N¨²?ez, por su actitud en la batalla de El Callao.
Hasta 6.275 relojes de bolsillo, de cabecera, taberna y bit¨¢cora, salieron del taller de Losada, que cobr¨® universalidad gracias al reloj de torre que corona el edificio cimero de la Puerta del Sol. ¡°Funciona desde 1866 con cuatro segundos de retraso mensual¡±, explica Jes¨²s L¨®pez Terradas, relojero de la Casa Losada que adopt¨® en 1981 el nombre del gran artesano leon¨¦s. Un sistema de pesas, conectado por grandes cables a un n¨²cleo de ruedas dentadas, una de ellas regulada por un mecanismo de ¨¢ncora, por gravedad despliega un movimiento que enviar¨¢ su energ¨ªa a las agujas del gran reloj, rematadas por flores de lis, sobre las cuatro esferas de cobre esmaltado blanco, visibles desde el exterior con su numeraci¨®n en caracteres romanos, incluido el IIII. Tiene autonom¨ªa para una semana. Del reloj cuelga un p¨¦ndulo de tres metros, que cubre su recorrido en dos segundos. Complementa el sistema una gran bola de lat¨®n dorado, cuyo rotundo descenso inaugura el comienzo del a?o nuevo.
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