Cambio de ciclo en el cielo de Valencia
Nuevas especies de aves se asientan mientras otras declinan afectadas por la evoluci¨®n urbana
El cielo de Valencia tambi¨¦n experimenta grandes cambios. La cotorra de metal que corona el Mercado Central tiene compa?¨ªa: una bandada de ruidosas cong¨¦neres muy vivas impone su ley desde lo alto de la vecina iglesia de Sant Joan. P¨¢jaros de toda la vida, como el gorri¨®n y la paloma, retroceden. Especies hasta hace poco raras, como el mirlo y el jilguero, se adentran cada vez m¨¢s en la ciudad. Y la t¨®rtola turca, de la misma familia que las palomas, que lleg¨® hace unas d¨¦cadas del este, ya es mayoritaria en algunos barrios. ¡°Cambia la ciudad, cambia su oferta de h¨¢bitat¡±, dice Mario Gim¨¦nez, delegado de la Sociedad Espa?ola de Ornitolog¨ªa (SEO-Bird Life) en Valencia, ¡°y hay especies que se aprovechan¡±.
El cern¨ªcalo, un tipo de halc¨®n peque?o, es un ejemplo. ¡°Muchos se han especializado en atrapar canarios y otros p¨¢jaros peque?os que la gente tiene en jaulas en el balc¨®n. Meten la garra entre los barrotes y lo sacan. A veces se llevan solo la cabeza; es un poco traum¨¢tico ver a tu pobre mascota decapitada y a¨²n entre rejas¡±, dice Gim¨¦nez, que alaba, con todo, la ¡°adaptabilidad¡± que demuestra el cern¨ªcalo.
Valencia se ha sumado al grupo de ciudades con pareja de halc¨®n peregrino. Un verdadero depredador, territorial y casi siempre mon¨®gamo que tiene en las palomas ¡°un recurso muy abundante¡±. Se alojan en repisas de edificios altos, semejantes a las grandes paredes rocosas en las que viven en la naturaleza, donde pueden estar tranquilos. ¡°Por all¨ª no va nadie, aparte de la empresa de limpieza vertical de fachadas una vez al a?o¡±.
Gim¨¦nez desaprueba, en cambio, la introducci¨®n humana de halcones para controlar la poblaci¨®n de palomas. Una medida que, afirma, no es eficaz y ¡°puede tener un efecto indeseado¡±. La alta densidad de palomas en la ciudades, favorecidas por lo mucho que algunos vecinos las alimentan, ha extendido la tricomoniasis, una enfermedad causada por un par¨¢sito potencialmente letal. ¡°Los halcones comen palomas, se contagian y, como a veces las parejas de halcones se intercambian, se lo pasan a estos ejemplares de fuera. As¨ª es como una enfermedad que era de un ave que vive hacinada en las ciudades va afectando al halc¨®n peregrino, una especie m¨¢s bien escasa¡±.
El aumento de peque?os jardines ha facilitado ver p¨¢jaros que antes eran raros, sobre todo en las zonas cercanas a la huerta. Hay aves que comen en el campo, pero prefieren la ciudad al caer la noche. ¡°En el jard¨ªn tienen mucha m¨¢s seguridad y adem¨¢s hace m¨¢s calor. De media hay unos cuantos grados m¨¢s en invierno¡±, cuenta el responsable de SEO-Bird Life.
Otros cambios han resultado, en cambio, peores, si eres un ave. No est¨¢ claro a qu¨¦ se debe la disminuci¨®n de gorriones, que en lugares como Londres pr¨¢cticamente han desaparecido y en Espa?a se han reducido en un 25%. Pero hay pocas dudas de que una de las causas es que cada vez hay menos oferta de agujeros para nidificar, una escasez que tambi¨¦n sufren los vencejos y los estorninos. ¡°En muchas reformas de iglesias y edificios antiguos se tapan huecos y se pierden colonias de vencejos. En los gorriones puede estar operando eso y la limpieza de la ciudad. No es que est¨¦ m¨¢s limpia con tanto recorte, pero la suciedad es hoy distinta, con menos materia org¨¢nica, m¨¢s dif¨ªcil de comer¡±, afirma el ornit¨®logo.
La ense?anza, sigue, es que todo lo que hacemos ¡°tiene influencia¡±. ¡°Intervenimos en todo el planeta, pero las ciudades, que son nuestra casa, donde m¨¢s¡±. Gimeno echa de menos m¨¢s zonas verdes, que no siempre tomen la forma de ¡°jardincillo cuidado¡±. Y, prosigue, ¡°a la vida le gustan las grietas. Cuando hay una en una fachada enseguida sale una planta adaptada, y en esa planta hay un insecto, y ese insecto llega un gorri¨®n y se lo come¡±.
Hoy hay probablemente m¨¢s especies de aves en Valencia que hace unas d¨¦cadas. Algunas, sin embargo, son ex¨®ticas y potenciales fuentes de problemas, como la cotorra gris argentina, cuyo origen en Valencia est¨¢ en las mascotas, y que en Suram¨¦rica llega a considerarse una plaga agr¨ªcola. Y otras declinan. Gim¨¦nez no tiene claro el balance. Antes de despedirse advierte de que los ¨ªndices de biodiversidad, que miden n¨²mero de especies y su abundancia, pueden ser ¡°enga?osos¡±.
Para demostrarlo utiliza el ejemplo del Parque Natural de las Lagunas de La Mata y Torrevieja, un ecosistema hipersalino que acoge pocas formas de vida adaptadas a condiciones muy adversas. ¡°Si a la laguna le metes una gran urbanizaci¨®n al lado, y haces que vierta aguas m¨¢s o menos depuradas, la dulcificar¨¢s. Saldr¨¢n carrizales y muchas m¨¢s especies acu¨¢ticas. Un gestor podr¨ªa decir: ¡®Lo he hecho bien, tengo 20 especies m¨¢s y en abundancia¡¯. Pero lo que ha hecho ha sido cargarse el sitio¡±.
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