Tradici¨®n, historia, car¨¢cter
La banda valenciana celebra en casa sus 25 a?os de vida con un concierto vibrante y emotivo apuntalado por colaboraciones de largo recorrido hist¨®rico
Como en un juego de matrioskas rusas, el concierto con el que Doctor Divago celebraba su cuarto de siglo en casa fue desgranando canciones que, en s¨ª mismas, podr¨ªan resumir una carrera completa e ir enmarcando todos y cada uno de los argumentos que se suced¨ªan sobre el escenario. Los tontos buenos tiempos, sin ir m¨¢s lejos, adquir¨ªa ya desde sus primeros acordes y bajo el peso de la efem¨¦ride resonancias que la elevan a mucho m¨¢s que una simple espoleta para ir abriendo fuego: anoche m¨¢s que nunca, una ejemplar s¨ªntesis de la proverbial capacidad de Manolo Bertr¨¢n para volar como una mariposa y picar como una avispa (por emplear el s¨ªmil pugil¨ªstico), para escanciar vitriolo en textos escarpadamente turbios sin perder esa sonrisa afable que le caracteriza. Para recapitular con cierta indulgencia pero sin olvido. No es un detalle menor que lo hiciera, durante toda la noche, esgrimiendo esa eficacia como vocalista que tantas veces queda opacada por su tan reconocida y certera veta como letrista perspicaz y siempre punzante.
M¨¢s de la mitad de los temas que coparon la primera hora de su rocoso concierto correspondieron a su producci¨®n de la ¨²ltima d¨¦cada. Lo que no solo subraya los merecimientos del autohomenaje, sino que tambi¨¦n perfila a la banda valenciana como una de esas escasas rara avis que se pueden permitir cumplir 25 a?os en la curva a¨²n ascendente de su tenaz y constante trayecto. Por mucho que el grueso de su temario surque tres d¨¦cadas sin palidecer.
Actuaci¨®n en Wah Wah
Manolo Bertr¨¢n: voz y guitarra;Antonio Chumillas: harm¨®nica y voz; Asensio Ros: bater¨ªa; David Vie: guitarra; Edu Cerd¨¢: bajo.
Sala Wah Wah.
Valencia, s¨¢bado 17 de enero de 2015.
Los vaivenes temporales, con todo, apenas agrietan la exposici¨®n de su cancionero sobre el escenario (m¨¢s all¨¢ de alguna recuperaci¨®n muy a?eja, como la fulminante Eva), lo que tambi¨¦n engalana la rocosa congruencia de la que siempre ha tenido a bien hacer gala una banda ya insustituible en la historia reciente del rock patrio en castellano. Son conscientes no solo de ese merecido rol (ya concretado, para quien quiera o¨ªr y ver, en disco recopilatorio, documental y libro, todos recientes), sino tambi¨¦n de su condici¨®n de eslabones de esa misma tradici¨®n, en unas trazas marcadas por esa particularidad a veces tan perversa (bendici¨®n y maldici¨®n a la vez) que es la atemporalidad.
Prueba de ello es que, ya en la recta final de la noche, recuperaron su versi¨®n de Voy Buscando (popularizada por Nino Bravo) y contaron con la participaci¨®n de Cisco Fran (La Gran Esperanza Blanca) para abordar el Love Minus Zero de Dylan y la propia Barney Ross (el boxeo, otra vez). De Julio Galcer¨¢ para la adaptaci¨®n al castellano del When You Walk In The Room (Jackie De Shannon via The Searchers) y el Paint It Black de los Stones (perenne sentido del humor el del veteran¨ªsimo m¨²sico valenciano). Y de V¨ªctor Ortiz (Los Huracanes) para hacer lo propio con Eve of Destruction (Barry McGuire) y esa colaboraci¨®n de lujo que fue La mala herencia. Solo falt¨® a la n¨®mina de invitados de peso, y por causa de fuerza mayor, Isa Terrible (Una Sonrisa Terrible).
Lo que la noche perdi¨® a partir de entonces en ligaz¨®n, lo gan¨® en significaci¨®n hist¨®rica. As¨ª que el fin justificaba de sobra los medios. Y fue, en no pocos momentos, emocionante.
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