Mirando hacia el XIX

Fue este un programa asomado al siglo XIX, pero con los pies en el XVIII. Comenz¨® con la 49 de Haydn, una de sus sinfon¨ªas ¡°Sturm und Drang¡±, que pone en escena el valor del sentimiento ¨Cy del sentimentalismo- tan caro al siglo XIX. Vino luego el op. 77 de Boieldieu, un concierto para arpa que muestra las mejoras t¨¦cnicas que ¨¦ste y otros instrumentos reclamaban para salir de la segunda fila donde andaban encorsetados. Y se concluy¨® con el Beethoven de Las criaturas de Prometeo: todo un cat¨¢logo de temas, motivos y procedimientos que se reencuentran luego, elaborados con mayor ambici¨®n, en otras obras suyas, pero que aparecen ya con ese sello de energ¨ªa y dramatismo que los hace inconfundibles.

De esta obra s¨®lo suele programarse la obertura, quiz¨¢ porque el conjunto resulte un tanto deslavazado: habr¨ªa que preguntarse, con todo, si lo es en mayor medida que muchas otras partituras de ballet cuando se escuchan sin el nexo argumental y esc¨¦nico que la danza proporciona. Es una m¨²sica, por otra parte, que exige numerosas intervenciones solistas a los miembros de la orquesta: flauta, fagot, violonchelo, clarinete, corno di basseto y oboe, intervenciones que resultaron impecables. Fabio Biondi consigui¨®, adem¨¢s, dar a los n¨²meros el car¨¢cter bailable que les corresponde por naturaleza.

No hubo tanta suerte con el Haydn inicial. Es cierto que no se contaba con instrumentos originales, y que la Orquesta de Valencia se mueve mejor en otros repertorios. Pero cabr¨ªa suponer que la batuta de un especialista como Biondi ayudar¨ªa a superar problemas. Sin embargo, la falta de claridad en el tejido sinf¨®nico y la sonoridad poco limpia sigui¨® estando ah¨ª, con excepci¨®n del Adagio inicial, donde todo el mundo parec¨ªa haberse puesto las pilas sobre la manera de traducir al compositor de Rohrau.

Similar hubiera sido el balance con el Concierto de Boieldieu de no ser por la solista, cuyas intervenciones encandilaron al p¨²blico. Le falt¨® a la orquesta la exquisitez y el primor, valores sin los que esta partitura se derrumba. No fue as¨ª en lo que respecta a Luisa Domingo, cuyo instrumento son¨® con un fraseo rico y natural, una noble presentaci¨®n de las melod¨ªas, una pulsaci¨®n ¨¢gil y certera, y un convincente abanico de sonoridades. L¨¢stima que, en ocasiones, resultara tapada por la orquesta, sin que Biondi hiciera gran cosa por evitarlo.

Se escuchar¨¢ de nuevo en Valencia al director siciliano el pr¨®ximo d¨ªa 25, esta vez con Europa Galante, conjunto muy ligado a ¨¦l y a los planteamientos historicistas. Dar¨¢n, en versi¨®n de concierto, Adriano in Siria, de Francesco Maria Veracini.