Buen director, orquesta discreta
?xito moderado en el deb¨²t de la Orquesta Nacional de Lyon en el Auditori
El deb¨²t de la Orquesta Nacional de Lyon en el Auditori, como formaci¨®n invitada en la temporada de la OBC, se ha saldado con un ¨¦xito moderado gracias al gran oficio de su director titular, el estadounidense Leonard Slatkin. M¨²sico de una pieza, domina un ampl¨ªsimo repertorio y, como demostr¨® en 2012 al frente de la OBC, en un memorable concierto con obras de Milhaud, Gershwin y Dvor¨¢k, saca extraordinario partido de las formaciones que dirige... aunque no sean de primer nivel. Y la Nacional de Lyon no es una orquesta de primera fila; podr¨ªamos situarla en esa honrosa segunda divisi¨®n en la que, como bien dec¨ªa Lawrence Foster, milita tambi¨¦n la OBC, que no tiene nada que envidiar al conjunto franc¨¦s.
El concierto comenz¨® con un dr¨¢stico cambio de orden en las obras del programa; por deseo de la notable y muy bien promocionada pianista francesa H¨¦l¨¨ne Grimaud, el Concierto para piano n¨²m. 1 de Johannes Brahms pas¨® a abrir la velada, desplazando a la segunda parte la pieza de Bruno Mantovani Postludium, y la Sinfon¨ªa n¨²m. 3, con ¨®rgano, de Camille Saint-Sa?ns.
La orquesta son¨® discreta y distante en el denso movimiento que abre el Primer concierto de Brahms, algo decepcionante en una partitura de tanta ambici¨®n sinf¨®nica. Mejoraron las cosas en el Adagio, que es donde mejor estuvo H¨¦l¨¨ne Grimaud, quiz¨¢s porque su delicada sonoridad se adapta mejor al expresivo lirismo brahmsiano. Curiosamente, el mejor sonido orquestal lleg¨® con el ¨²ltimo movimiento, que tuvo mayor intensidad.
Orquesta Nacional de Lyon. H¨¦l¨¨ne Grimaud, piano. Leonard Slatkin, director. Obras de Brahms, Mantovani y Saint-Sa?ns. L?Auditori, 24 de enero.
En el efectista Postludium del prol¨ªfico compositor franc¨¦s Bruno Mantovani mejor¨® el rendimiento orquestal bajo la precisa batuta. La pieza, estrenada en 2012, se sostiene con un permamente juego de tensiones, en¨¦rgicos contrastes y un h¨¢bil uso de la percusi¨®n y, en sus tejido m¨¢s l¨ªrico, el acorde¨®n.
La calidad del sonido fue superior en la Tercera sinfon¨ªa de Saint-Sa?ns. Slatkin y la orquesta han grabado esta obra en el sello Naxos y presentaron en el Auditori una versi¨®n bien rodada, narrada con pulso vital y flexibilidad. El protagonismo del ¨®rgano, en una parte muy bien tocada por Vincent Warnier, y el uso del piano a dos y cuatro manos, encierra no pocos peligros, pero Slatkin es de ese tipo de directores que saben dotar de encanto a pasajes que con otras batutas, de trazo grueso, pueden sonar cursis y artificiosos. Como propina ofrecieron el Ravel m¨¢s sutil, con los delicados perfumes de Le Jardin f¨¦erique, de Ma M¨¨re L?Oye, que sonaron como un b¨¢lsamo para el esp¨ªritu.
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