Un burladero para el PP

El PP valenciano se ha volcado en la manifestaci¨®n protaurina que se celebra este domingo en Castell¨®n. Sus principales representantes se sienten muy interpelados ante una hipot¨¦tica extinci¨®n de este festejo tan arraigado en muchos pueblos de la Comunidad Valenciana. Tanto, que incluso han empeque?ecido, si no eclipsado, a los organizadores de este acto reivindicativo, cuya motivaci¨®n resulta tan confusa como la paternidad del evento. El consejero de Gobernaci¨®n, Luis Santamar¨ªa, ya se encarg¨® esta semana de precalentar esta manifestaci¨®n solemnizando el ¡°incremento hist¨®rico¡± de festejos taurinos celebrados en 2014 en la Comunidad Valenciana (¡°3.662, un 28% m¨¢s¡±), como si de una explosi¨®n del Producto Interior Bruto se tratara. Nada pod¨ªa ser m¨¢s alentador para una sociedad en la que 270.200 menores de 30 a?os ni estudian ni trabajan y en la que el 57% de los j¨®venes est¨¢n inactivos, como acaba de constatar uno de los ¨®rganos consultivos de la Generalitat.

El entusiasmo por los toros (en cualquiera de sus modalidades expresivas) es un asunto transversal en la sociedad valenciana (y por tanto, en las diversas organizaciones pol¨ªticas). Sin duda, lo es en la misma intensidad que la animadversi¨®n a este tipo de festejos. En todos los partidos hay incondicionales y detractores tan apasionados como cargados de argumentos. Entonces, ?a qu¨¦ viene el ardor bovino patrimonial del PP valenciano, como si fuera el propietario de la franquicia? ?Y, sobre todo, por qu¨¦ lo esgrime no como un valor intr¨ªnseco (como se supone que lo considera tras consagrarlo como ¡°se?a de identidad¡± de los valencianos) sino como un perverso instrumento de reclutamiento electoral y de desgaste al adversario pol¨ªtico? Pero es m¨¢s: ?est¨¢n en riesgo las corridas de toros o la celebraci¨®n de bous al carrer en la Comunidad Valenciana? ?Alguien lo cree?

En t¨¦rminos l¨®gicos, no tiene explicaci¨®n. Pero en la escala de prioridades del PP valenciano ni hay mucho sitio para la l¨®gica ni ¨¦sta ha sido nunca una ciencia formal. La enardecida defensa de los toros se parece demasiado a la del recurrente fantasma catal¨¢n, agitado con oportunidad electoral o como tinta de clamar para escurrir el bulto cuando las cosas se ponen feas. De hecho, se complementan, puesto que Catalu?a es la ¨²nica comunidad que ha prohibido las corridas y el PP siempre recurre a ella como el abismo por el que se va despe?ar la Comunidad Valenciana. Pero, claro, ?qu¨¦ puede hacer un partido empitonado en la femoral por el TSJ con la financiaci¨®n irregular, abrumado por los casos de corrupci¨®n, con una gesti¨®n puesta en tela de juicio por la Intervenci¨®n de la propia Generalitat y que solo puede presumir de haber recortado sus propios excesos? Despistar detr¨¢s del burladero.