La deshumanizaci¨®n de las humanidades
Si en la cultura de las humanidades no est¨¢ su capilaridad y su capacidad de crear tramas, resistencia y cr¨ªtica, ?de qu¨¦ nos sirven?
C¨®mo hemos llegado hasta aqu¨ª?", me pregunta una amiga mientras asistimos al final de un largo proceso de daci¨®n en pago. Los antiguos propietarios consiguen, gracias a la PAH, un alquiler social. El voluntario intenta animar a los inquilinos. Puede que la firma significa que se ha evitado una cat¨¢strofe mayor, todav¨ªa falta mucho para que alguien pueda sonre¨ªr, baste recordar que la semana pasada asistimos a desalojos provocados por la cadena que va de Catalunya Caixa al BBVA y al fondo carro?ero Blackstone.
¡°?C¨®mo hemos llegado hasta aqu¨ª?¡±, me vuelve a preguntar, como si yo tuviese la obligaci¨®n de tener una respuesta, puede que no la respuesta, pero s¨ª una de ellas. ¡°Algo tendr¨¢s que decir, que para eso eres escritor. Los de la cultura, ?qu¨¦?¡±.
Suspiro y le digo lo que pienso, que la cultura, dicho as¨ª a lo bruto, ha jugado a emanciparse y que despu¨¦s de mucho esfuerzo, no s¨®lo lo ha conseguido, sino que ha logrado ser casi irrelevante. Incluso en su ¨²ltima expresi¨®n, cuando se apunta a gritar contra la guerra, la casta o la mafia. Se ha empeque?ecido tanto que no da m¨¢s de s¨ª.
Decir algo es f¨¢cil, incluso algo coherente, digno y con cierto pudor, lejos de la indignaci¨®n facilona y demag¨®gica del neopopulismo. Se puede escribir con cierto calado, como en papel cuch¨¦ de revista de pensamiento, citando un poco de Walter Benjamin y otro poco de Martha Nussbaum, que no tienen culpa de nada, pero que por mucho que los traiga al art¨ªculo, el caso es que tengo ante m¨ª una familia cuya dignidad est¨¢ hipotecada puesto que as¨ª lo est¨¢ su porvenir. El uno y la otra me dan claves, pero entre ellos y la pareja que firma, media un abismo. Benjamin ya no est¨¢ y Nussbaum es profesora en la Universidad de Chicago, donde sudamericanos y negros son una rareza pese a sumar dos tercios de la poblaci¨®n de la ciudad. Qu¨¦ cosas.
Tenemos todos los diagn¨®sticos, la teor¨ªa, los textos e incluso las frases aisladas y comprensibles que explican el devenir y la proyecci¨®n de los ¨²ltimos treinta a?os. Pero si en la cultura de las humanidades no est¨¢ tambi¨¦n su aterrizaje, su reparto, su capilaridad y su capacidad de crear tramas, resistencia y cr¨ªtica, ?de qu¨¦ nos sirven?
Podemos describir c¨®mo el sistema financiero, los mercados o las transnacionales han deshumanizado el mundo. Pero aqu¨ª las humanidades, que es lo que mi amiga entiende por cultura, les han bailado el agua. Ni rastro de advertencias sobre la crisis, sobre las burbujas inmobiliarias o financieras. Silencio administrativo con la corrupci¨®n. Una parte de la reacci¨®n contraria al 15-M (y que lo diga yo¡) se explica precisamente, por la incapacidad de admitir que por acci¨®n o por omisi¨®n, los supuestos humanistas dimitieron. La distancia entre lo que se pod¨ªa haber esperado de las humanidades y su actuaci¨®n es enorme y se agranda cuando se esconden por segunda vez.
Un museo es tan necesario como un hospital porque el museo es el hospital y el hospital es el museo
¡°La cultura, ?qu¨¦?, ?qu¨¦ puede hacer?¡± Pues de entrada admitir que sus lugares no eran ¨²nicamente el papel cuch¨¦, la c¨¢tedra o el seminario de cualquiera de esas cosas tan elevadas que no se pueden bajar a ras de suelo. S¨®lo as¨ª se puede responder con la cara alta que un museo es tan necesario como un hospital porque el museo es el hospital y el hospital es el museo. Para eso, claro est¨¢, el museo tiene que tener el movimiento de un hospital y ganarse algo de lo que la gente obtiene cuando lo visita. Si las humanidades no crean un pacto con esa pareja que se aleja, no le da un poco de esperanza, no se hacen c¨®mplices de la educaci¨®n y del porvenir de sus hijos, ?para qu¨¦ sirven? ?Para qu¨¦ las van a necesitar? ?C¨®mo las van a defender?
Que las humanidades no se quieran ensuciar tiene una cierta l¨®gica. En cuanto te descuidas se vuelven pijas y eso que viven, desde la Grecia cl¨¢sica de hacer presentable lo impresentable, de hacer comprensible la tragedia. Pero cierta l¨®gica no quiere decir toda la l¨®gica porque, adem¨¢s, la creaci¨®n y la reflexi¨®n cultural se alimentan de tensi¨®n y conflicto. De hecho los necesitan para dar lo mejor de s¨ª. Toda cultura puede acabar siendo cultura de masas, l¨¢stima que las humanidades se nieguen a recuperar el campo que les corresponde.
Est¨¢ muy bien tener unos cuantos lustrosos exegetas de Benjamin, pero luego habr¨¢ que bajarlo al aula y a la calle. Y aprobamos redactar decenas de programas culturales, cientos de agendas y planes marco, pero al final lo que tenemos son miles de personas que firman una hipoteca sin entender lo que pone en ella, un fracaso escolar escandaloso, infraestructuras in¨²tiles y agendas cargadas de corrupci¨®n.
Las ciencias s¨ª que est¨¢n en los hospitales: porque curan. Las humanidades hace tiempo que dimitieron de entrar en ellos a pesar de que tambi¨¦n curan. Lo suyo es m¨¢s elevado, por eso deja las f¨¢bricas para los economistas, el territorio para los ingenieros y la gente, el paro, la inmigraci¨®n o la pobreza infantil, para la asistencia social.
¡°?Y la cultura, qu¨¦?¡±. Pues eso, que a veces tiene lo que se merece. Si a las humanidades le quitas los hombres, se quedan en nada.
Francesc Ser¨¦s es escritor
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