Una universidad desvalijada
La enga?osa libertad que ofrece Wert a las universidades consiste en condenar a muchas familias al escal¨®n B de la formaci¨®n p¨²blica
No estoy seguro de que el enfoque econ¨®mico sea el m¨¢s ¨²til, o el ¨²nico ¨²til, para evaluar la propuesta de cambio de grados y m¨¢ster de Wert. O al menos no es el que deja ver la gravedad del maltrato que vive el sistema universitario y de investigaci¨®n espa?ol desde hace ya m¨¢s de un lustro. La gravedad de esta ley no est¨¢ tanto en ella misma ¡ªporque la idea de converger con el modelo 3+2 no es mala en s¨ª misma¡ª como en desviar la atenci¨®n y obviar una l¨ªnea de conducta ministerial destinada a desfondar el cr¨¦dito cient¨ªfico y degradar la calidad intelectual de la universidad p¨²blica. Da un paso m¨¢s en su proceso de devaluaci¨®n para ir ajustando la universidad a la creaci¨®n de mano de obra de cualificaci¨®n baja. ?C¨®mo? Invitando amablemente a dejar de cursar estudios superiores cuando se termine el tercer a?o del Grado porque las familias, muy mayoritariamente, no podr¨¢n hacerse cargo del coste de seguir estudiando. Es verdad que a cambio podr¨¢ descubrir el emprendedor muchacho el circuito de bares de copas y de reponedores de almac¨¦n para pagarse ese m¨¢ster so?ado, si alg¨²n d¨ªa quiere aspirar a un estrato de mercado algo mejor.
Lo que no tiene duda es el efecto de segregaci¨®n que causa la ley entre estudiantes: unos podr¨¢n pagar y otros no podr¨¢n pagar. La propuesta, sin embargo, ha sido vendida como medida de ahorro para las familias, como si estuviesen explic¨¢ndoles que en educaci¨®n puede ahorrarse porque un grado ya es un grado. La enga?osa libertad que ofrece Wert a las universidades consiste en condenar a muchas familias al escal¨®n B de la formaci¨®n p¨²blica superior y a la evidencia de que estar¨¢n en la zona tonta del sistema (3) porque no pueden pagarse la zona lista (3+2).
Pero hay otras carencias mucho m¨¢s graves ahora mismo. En las facultades de Historia, Filosof¨ªa, Literaturas, no hacemos otra cosa que entrenar a numerosas m¨¢quinas trituradoras de carne cultural en forma de libro, de pantalla, de pentagrama o de archivo, de tal manera que aquel individuo que ha pasado tres a?os en una facultad empieza a sentirse capaz de pensar por s¨ª mismo, o cuando menos se siente capaz de inventar un argumento, una idea, una forma matizada de comprender algo. ?Mucho, poco? Por supuesto, siempre poco, porque los estudios human¨ªsticos en el ¨¢mbito del pensamiento, la literatura, el arte o la filosof¨ªa, son lentos por definici¨®n, no son rentables de forma mec¨¢nica y autom¨¢tica y, sobre todo, no se eval¨²an en t¨¦rminos contables inmediatos ni dependen de un programa inform¨¢tico porque no hay ninguno que agilice, sacuda, revierta y defina la comprensi¨®n inteligente de un texto o una realidad compleja. El ¨²nico programa que lo facilita es el tiempo y las ganas.
El maltrato a los profesores contratados en los niveles m¨¢s vulnerables es humanamente insoportable y ¨¦ticamente inaceptable
Parad¨®jicamente, sin embargo, aquellos que en los ¨²ltimos a?os han conseguido poner en marcha sus mecanismos de conocimiento han visto desaparecer bajo sus pies o en sus n¨®minas la menor forma de continuidad digna de sus trabajos y funciones docentes o investigadoras. El maltrato a los profesores contratados en los niveles m¨¢s vulnerables es humanamente insoportable y ¨¦ticamente inaceptable. La sociedad est¨¢ demasiado acostumbrada a o¨ªr eso, y se le ha endurecido la piel. Desde que yo tuve mi primer contrato, hace m¨¢s de 20 a?os, la remuneraci¨®n ha sido vejatoria comparativamente con el profesor titular y a menudo humillante sin tener que comparar con nadie. Ya lo adivinan: si por entonces los recortes no eran el pan nuestro de cada d¨ªa, y hoy s¨ª, el resultado es una ecuaci¨®n delictiva seg¨²n la cual profesores e investigadores est¨¢n trabajando por cantidades insultantes, sin reservas ni paliativos. A la espera de que la situaci¨®n mejore o a la espera de que una vacante pueda remediar la condici¨®n esclava de cada uno, el efecto real es una degradaci¨®n galopante, no tanto de la ense?anza como de las condiciones profesionales en que se ejerce la docencia y la investigaci¨®n.
Entre los mejores, la respuesta est¨¢ siendo sist¨¦mica y pand¨¦mica. Han decidido abandonarnos y desertar del sistema p¨²blico espa?ol de investigaci¨®n y docencia porque han dicho basta, han optado por dejar de pasar por el aro de la resignaci¨®n y la paciencia, las buenas palabras y las expectativas de mejora perpetuamente aplazadas. Lo alarmante de veras es que yo al menos necesito dos manos para contar a los profesores contratados de diversas ¨¢reas y universidades cuyo trabajo ha sido ejemplar y cuyo sueldo ha ido convirti¨¦ndose en sucesivamente miserable, todo a la vez. Al menos diez, hoy est¨¢n contratados con el doble y hasta el triple de sus sueldos anteriores en instituciones universitarias extranjeras, y con expectativas prometedoras, cuyos nombres callo porque nos abochornar¨ªa innecesariamente, pero pueden imaginarlos. Empezando por titulares y catedr¨¢ticos, debemos estar haciendo muy mal las cosas para que ese desvalijamiento del futuro contin¨²e imperturbablemente, convertido ya en nuestra aut¨¦ntica nueva ley de educaci¨®n superior.
Jordi Gracia es profesor y ensayista
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.