Escenarios fugaces para relatos que permanecen
Un cuento de Carles Cano y ¡®La fallera calavera¡¯ se suman a la irregular serie de narraciones en llamas
As¨ª como las Navidades, fiestas multinacionales de nieve y arena, son escenario recurrente en la producci¨®n literaria, las fiestas locales lo son con mucha menor frecuencia. Pasa con las Fallas, aunque el fuego les confiera un car¨¢cter universal. Este a?o ha irrumpido con fuerza un cuento de Carles Cano, ilustrado por Roser Calafell y publicado dentro de una colecci¨®n que tiene como tel¨®n de fondo las fiestas tradicionales. Es una historia sencilla, la breve peripecia fallera de Tonet y Roseta, dirigida a un p¨²blico infantil, pero que podr¨ªa servir de narraci¨®n introductoria para el visitante novato, por su gracia y sencillez. ¡°Ya estaba harta de sufir, al fuego han ido¡±, espeta agotada a su madre Roseta para explicar la desaparici¨®n de sus zapatos. Y es que ¡°todo lo malo se quema, con alegr¨ªa, sin pena¡±.
?Tambi¨¦n ha sido este el a?o de La fallera calavera, una novela de Enric Aguilar basada en el juego de cartas del mismo nombre, protagonizado por una fallera que, tras morir en una masclet¨¤ por un error de seguridad, resucita como como una zombi a la que solo calma una buena paella.
Fallero en excedencia y ling¨¹ista, como se autodefine en Twitter, Josep Llu¨ªs Mar¨ªn presentaba el libro Cano hace unos d¨ªas en Valencia y recordaba que, en tiempos recientes, Xavi M¨ªnguez public¨® en 2004 Est¨¤s cremat, una novela para lectores un poco mayores, y en 1994 Vicent Marqu¨¦s, la novela de intriga Nit de foc, que se abre con una serie de cad¨¢veres en el arranque festero y que gan¨® el premio Ciudad de Valencia. En 1973, Amadeu Fabregat escribi¨® el texto fundacional de la nueva narrativa valenciana, Assaig d'aproximaci¨® a Falles folles fetes foc, un libro en el que las Fallas y la identidad valenciana aparec¨ªan entrelazados.
Confiesa Josep Llu¨ªs Mar¨ªn cierta extra?eza por el hecho de que ¡°una fiesta con tanta incidencia social, tanta presencia, no haya dado m¨¢s material narrativo¡±. Sin embargo, entre los a?os 20 y 50 existi¨® ¡°una tradicci¨®n de narraciones cortas que se insertaban dentro de las revistas falleras, llegaron a haber 15 O 20 publicaciones de esta clase¡±. Repasando material narrativo de primer orden con transfondo fallero aparece Arroz y tartana, de Vicente Blasco Ib¨¢?ez, donde hab¨ªan referencias a las fiestas josefinas. ¡°Es la fiesta popular por excelencia, una costumbre ¨¢rabe, transformada y mejorada a trav¨¦s de los siglos hasta convertirse en protesta audaz, en caricatura de la plebe¡±, escrib¨ªa. Y prosegu¨ªa: ¡°No estaba mal aquello, para ser obra de gente tan ordinaria como el cafetinero y sus cofrades¡±, pensaban dos chicas bien a las que les llam¨® la atenci¨®n.
Max Aub incluy¨® en Ciertos cuentos un relato fant¨¢stico escrito en M¨¦xico titulado La falla. ¡°Eso deber¨ªa ser lo normal, lo excepcional es lo que ha pasado despu¨¦s¡±, advierte Mar¨ªn sobre la escasez de historias en llamas. ¡°Tal vez sea porque la gente de la cultura no ha vivido las fallas o las ha vivido de una manera distanciada¡±.
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