Problemas de ac¨²stica

Es habitual en los recitales combinar la actuaci¨®n de la figura estelar con alg¨²n n¨²mero en d¨²o, y tambi¨¦n con piezas interpretadas por la orquesta que le acompa?a. En este caso, Carlos ?lvarez y la Orquesta de les Arts compartieron tambi¨¦n el concierto con partituras ejecutadas por el coro de la casa. Y result¨® al final que no se escuch¨® demasiado tiempo al bar¨ªtono malague?o. Luego, ante la insistencia del p¨²blico, repiti¨® el aria primera que hab¨ªa ofrecido: Finch¡¯han dal vino, de Don Giovanni. Al parecer, no se hab¨ªa previsto ning¨²n regalo fuera de programa, y hubo que bisar (en el sentido literal del t¨¦rmino) una de las ya cantadas. L¨¢stima. Porque el programa no inclu¨ªa ning¨²n Verdi, compositor muy ligado al ¨¦xito de ?lvarez, y se esperaba que recurriera a ¨¦l en los regalos.

En la primera parte de la sesi¨®n, centrada en Mozart, adem¨¢s del aria se?alada, cant¨® en solitario Hai gi¨¤ vinta la causa, de Las bodas de F¨ªgaro. En ambas luci¨® una voz rotunda y de oscuro color, quiz¨¢ algo tirante en los agudos. Gust¨® mucho tambi¨¦n su manera de decir los textos, as¨ª como la desenvoltura esc¨¦nica. Federica Alfano, del Centro de Perfeccionamiento Pl¨¢cido Domingo, le dio la r¨¦plica en los famosos d¨²os mozartianos L¨¤ ci darem la mano y Crudel! Perch¨¨ fin¡¯ora, mostr¨¢ndose mucho m¨¢s segura en el ¨²ltimo de ellos. Jordi Bern¨¤cer, dirigiendo la orquesta, hizo un Mozart chispeante y preciso.

A pesar del tempo vivo marcado por la batuta, hubo alg¨²n peque?o desajuste con el bar¨ªtono, porque este todav¨ªa corr¨ªa m¨¢s. De todas maneras, y en lo que se refiere a la sonoridad orquestal, la ac¨²stica del auditorio superior del recinto es tan mala que hace casi imposible el empaste. Se ha dicho y se ha repetido hasta la saciedad, pero en estos momentos ya nadie reclama una soluci¨®n.

Cuando intervino el coro, la cosa empeor¨®, pues a los problemas de ac¨²stica se a?adi¨® la creciente tendencia de esta agrupaci¨®n a convertir el forte en fortissimo. Llevan mucho tiempo con ese d¨¦ficit a cuestas, pero esta vez se hizo patente en casi todos los n¨²meros interpretados, especialmente en el primero de Carmen, donde se arm¨® un estr¨¦pito considerable. El director del coro y cada uno de sus miembros deber¨ªan replantearse el enfoque de la din¨¢mica, ya que est¨¢ convirti¨¦ndose en el flanco d¨¦bil de un conjunto, por lo dem¨¢s, experimentado y vers¨¢til.

La orquesta estuvo bien con Bellini y Rossini, exhibiendo una buena secci¨®n de trompas, en el primer caso, y una bonita intervenci¨®n del violonchelo solista en el segundo. La voz de ?lvarez fluy¨® con fuerza y expresi¨®n en I puritani (Or dove fuggo io mai... Ah, per sempre io te perdei), pero resultaba poco ligera en las agilidades, y quiz¨¢ no muy adecuada para este repertorio. M¨¢s en l¨ªnea con la partitura y destilando un sincero dramatismo cant¨® el Sois immobile de Guillermo Tell. Respecto a Escamillo y su famosa canci¨®n del toreador, hay que se?alar que la orquesta tambi¨¦n se subi¨® al carro de los decibelios, tapando al cantante en la primera estrofa, aunque luego supo recoger velas y permiti¨® disfrutar de la voz solista en un rol que domina bien.