Artur Mas olfatea la cat¨¢strofe

Sin la ayuda de una t¨ªpica patochada centralista, pero que sea de tama?o XXL, el movimiento secesionista se aboca el 27-S a una probable (nunca hay nada seguro en pol¨ªtica) cat¨¢strofe may¨²scula. Sus jerarcas, Artur Mas y Oriol Junqueras la olfatean como escenario principal. Porque quiz¨¢ hayan perdido la br¨²jula, pero saben leer las encuestas, contar los adictos y constatar que ni suman ni sumar¨¢n, salvo triqui?uelas.

A buen seguro ni siquiera ellos creen en su disparatada hoja de ruta com¨²n para las elecciones de septiembre, del pasado 30 de marzo. Al menos, no le estamparon sus firmas personales, tarea que asignaron a sus ac¨®litos y a las esforzadas Carme Forcadell y Muriel Casals, am¨¦n de a los ignotos dirigentes de una asociaci¨®n municipalista. Probablemente por ello el documento, o s¨ªmil de tal, no se present¨® en p¨²blico con los dispositivos solemnes de rigor, sino que se envi¨® por fax y correo electr¨®nico.

El ¨¢nimo insuflado al ¡°proc¨¦s¡±, que es lo que se pretend¨ªa, ha durado lo previsible: hasta las procesiones de Semana Santa.

El ¨¢nimo insuflado al ¡°proc¨¦s¡±, que es lo que se pretend¨ªa, ha durado lo previsible en esas condiciones de descr¨¦dito: hasta las procesiones de Semana Santa. Tampoco durar¨¢ la pretensi¨®n de convertir las municipales en una primera ronda del 27-S, en un nuevo suced¨¢neo de refer¨¦ndum.

Utilizar las instituciones y procedimientos democr¨¢ticos ¡ªsea el Parlament (para elaborar una Constituci¨®n antiestatutaria), sea el poder municipal (de espoleta para un cambio de r¨¦gimen), sean unas elecciones auton¨®micas (en sustituci¨®n de un plebiscito), solo destruye las reglas del Estado de derecho, degrada la democracia y humilla a la Naci¨®n catalana, como esta si pudiera reemplazarse por fasc¨ªculos.

Los d¨¦ficits democr¨¢ticos de esa hoja de ruta CDC-ERC son graves y cuantiosos: imposibilita a los catalanes votar directamente en favor o en contra de la independencia; predetermina un proceso constituyente sin seguir las v¨ªas propias del mismo; oculta las reglas interpretativas de la convocatoria del 27-S (por ejemplo, qu¨¦ mayor¨ªa ser¨ªa relevante); prev¨¦ un Parlamento a elegir seg¨²n el Estatuto, pero dot¨¢ndolo de funciones contrarias al mismo; propugna desafiar cualquier ley, a su conveniencia; da por buena la exclusi¨®n de Catalu?a de la ONU y la Uni¨®n Europea; y relega la negociaci¨®n a expediente residual, meramente esc¨¦nico.

Lo peor es el ¡°car¨¢cter plebiscitario¡± que los firmantes, con su libertad pero sin ning¨²n t¨ªtulo ni habilitaci¨®n para ello, atribuyen a las elecciones auton¨®micas. Mucho se ha escrito ya (el primero, Maurice Duverger) sobre el origen autoritario de las elecciones plebiscitarias, invento de la ¨¦poca sovi¨¦tica. M¨¢s all¨¢ de genealog¨ªas,este tipo de convocatoria resulta en la pr¨¢ctica confusa y tramposa.

Confusa, porque en las elecciones plurales se votan muchas cosas a la vez, no s¨®lo una aislable, y se dan muchas mediaciones. Baste un ejemplo, un elector tradicional de Converg¨¨ncia podr¨ªa votarla el 27-S por su tradici¨®n de pol¨ªtica liberal-democristiana (al no encontrar equivalente en el mercado electoral), pese a no gustarle su opci¨®n pro-independencia: no est¨¢ favor de esta, o no la eval¨²a como asunto principal, o est¨¢ muy en contra, pero prioriza otros elementos del programa, como es su derecho. Y tiene derecho a que no se mezclen unos temas con el otro.

Tambi¨¦n es tramposa, porque en un (deseable hasta que se celebre) refer¨¦ndum sobre la independencia o sobre la reforma del Estatuto, la mayor¨ªa exigida ser¨ªa al menos del 50% m¨¢s uno de los votos y, si hay que respetar al menos el Estatuto actual, los 2/3 de los esca?os, 90 diputados.

Si tomamos como referencia los ¨²ltimos datos y proyecciones del Centre d'Estudis d'Opini¨®, dependiente de la Generalitat, el independentismo activo (44%) pierde frente a quienes rechazan la secesi¨®n (48%). Un refer¨¦ndum legal arrojar¨ªa pues, en principio, un resultado similar al de Escocia. Pero en las elecciones del 27-S, con menos votos populares, (ah¨ª radica la trampa antidemocr¨¢tica, seg¨²n la configura la hoja de ruta), los partidos secesionistas se acercar¨ªan a la mayor¨ªa: con el 38,4% de votos CiU y ERC alcanzar¨ªan entre 61 y 63 esca?os. Cerca de la raya de 69 que suponen la mitad m¨¢s uno de la c¨¢mara... solo alcanzables si la CUP les regalase sus 10/11 esca?os.

Pero Artur Mas sabe sumar, y sobre todo restar. Sabe que sumar con Esquerra puede restar a Uni¨®, v¨ªa expulsi¨®n de facto. Sabe que su hoja de ruta ha sido recibida por su socio democristiano como una bofetada, y no solo por su (siempre hostigado) l¨ªder Josep Antoni Duran Lleida.

Habr¨¢ que esperar a la consulta interna de los democristianos, tras las municipales. Pero de entrada, solo parecen previsibles tres opciones, incluso combinables: ruptura de C-i-U; desgarro de Uni¨®; eliminaci¨®n (pol¨ªtica) de Duran. Cualquiera debilita electoralmente, en uno u otro grado, a lo que quede de CiU, porque la ciudadan¨ªa castiga las ri?as de familia. De modo que el paso de CiU a CiE/CiEiCUP reducir¨ªa la ya exigua mayor¨ªa de esca?os y podr¨ªa reportarle una derrota en toda regla. La cat¨¢strofe. Mas la otea. Y sabe que su tiempo se consume.