La izquierda y la tecnolog¨ªa
Es urgente articular pol¨ªticas porque la actual situaci¨®n deja a la ciudadan¨ªa en una situaci¨®n de gran vulnerabilidad
Hace unas semanas, Yannis Varoufakis, el ministro de finanzas griego, tuvo lo que a ¨¦l debi¨® parecerle una gran idea: animar a sus conciudadanos y a los turistas a utilizar sus tel¨¦fonos m¨®viles para grabar y fotografiar a personas que estuvieran cometiendo fraude a peque?a escala y denunciarlo. En el mismo programa, anunci¨® el pago de subsidios a los m¨¢s necesitados a trav¨¦s de tarjetas smart, capaces de registrar todos los datos generados con su uso.
Ante viejos retos, nuevas tecnolog¨ªas. ?No? Pues no. La delaci¨®n como forma de organizaci¨®n y disciplina social ya fue probada en el siglo XX, con menos tecnolog¨ªa y con peores intenciones, y nada hace pensar que hoy, como ayer, no atente contra la cohesi¨®n social. El registro de las actividades de las personas vulnerables con dispositivos smart puede maquillar la vigilancia, pero no hace desaparecer el hecho de someter a los pobres a controles desproporcionados e injustos por el mero hecho de necesitar la asistencia del gobierno.
?C¨®mo es posible que cuando la izquierda habla de tecnolog¨ªa lo haga siempre en t¨¦rminos que parecen una mala copia de las recetas de sus rivales pol¨ªticos?
?C¨®mo es posible que cuando la izquierda habla de tecnolog¨ªa lo haga siempre en t¨¦rminos que parecen una mala copia de las recetas de sus rivales pol¨ªticos? ?Se les ha olvidado a los progresistas generar debate y discurso sobre un elemento tan central de nuestra sociedad como es la innovaci¨®n tecnol¨®gica?
Es evidente que para decir algo que tenga sentido sobre temas relacionados con la tecnolog¨ªa tampoco es que haya codazos. Al fin y al cabo, la derecha tiende a confiar en el mercado y la desregulaci¨®n, esperando que, por arte de magia, la tecnolog¨ªa mejore nuestras econom¨ªas y nos haga m¨¢s eficientes. La izquierda, en cambio, no parece confiar ni en el mercado ni en la iniciativa p¨²blica, pero tienen las mismas esperanzas depositadas en la varita para que nos lleve milagrosamente a sociedades m¨¢s justas, iguales y cohesionadas. No lo tendr¨¢ f¨¢cil, la varita, para contentar a todo el mundo.
Y, mientras tanto, los ciudadanos y ciudadanas asistimos como p¨²blico a las grandes batallas de las empresas tecnol¨®gicas. En Europa, compartimos patio de butacas con nuestros gobiernos, que parecen haber decidido renunciar a darle forma a la sociedad de la informaci¨®n, y esperan entre palomitas que alguien, en alg¨²n lugar, tenga una idea. ?Que inventen ellos!
El problema es que si nadie se pone a pensar, la situaci¨®n de vulnerabilidad en la que queda la ciudadan¨ªa y valores sociales y democr¨¢ticos b¨¢sicos es insoportable. ?Alguien tiene algo que decir sobre el derecho al conocimiento en la era de Internet? ?Sobre c¨®mo defender la libertad de expresi¨®n en la era del registro permanente? ?C¨®mo vamos a paliar las inequidades e injusticias que fomenta la sociedad de los datos? ?Qu¨¦ protecci¨®n legal debe darse a la informaci¨®n que generamos y que alimenta industrias enteras? ?Puede existir la soberan¨ªa de datos en un mundo globalizado? ?Podemos desarrollarnos como personas aut¨®nomas cuando estamos sometidos a la vigilancia constante de los dispositivos que nos rodean? ?Tendremos derecho a una segunda oportunidad cuando nuestros datos registrados no nos permitan despojarnos de quienes fuimos? ?C¨®mo repensamos las barreras de entrada a ciertas profesiones que las nuevas tecnolog¨ªas han hecho obsoletas? ?Mis datos, mi capital?
Las preguntas que nos plantea la sociedad de la informaci¨®n son urgentes. La innovaci¨®n tecnol¨®gica est¨¢ creando nuevos mercados y facilitando nuevos procesos, pero la varita m¨¢gica se lo toma con calma, y de momento parece que s¨®lo conseguimos perpetuar u ahondar en las desigualdades e injusticias de siempre, a la vez que esperamos que poniendo vallas al campo dilatemos el encontronazo con las consecuencias de este laisser faire tecnol¨®gico. Mientras tanto, eso s¨ª, nos hacemos un selfie.
Integrar la innovaci¨®n tecnol¨®gica en un relato global de cambio o emancipaci¨®n no es tarea f¨¢cil. Pero confundir las posibilidades de la tecnolog¨ªa con los 'cacharritos', o desvincular lo tecnol¨®gico de lo social, pol¨ªtico y econ¨®mico, como si la tecnolog¨ªa se desarrollara en el vac¨ªo, es cada vez menos sostenible.
Quien quiera protagonizar el futuro deber¨ªa saber entenderlo y darle forma. Convertir la tecnolog¨ªa en una aliada de las soluciones, no en una brillante bala de plata tan efectista como in¨²til. Habitar la sociedad de la informaci¨®n requiere poner sobre la mesa temas relacionados con la propiedad, el almacenaje y el intercambio de los datos en todos los ¨¢mbitos, desde la salud a la educaci¨®n, pasando por la promoci¨®n econ¨®mica; por entender y paliar su impacto sobre la derechos y valores fundamentales como la autonom¨ªa y la cohesi¨®n social, la libertad de expresi¨®n, la justicia, la igualdad, la reputaci¨®n, la identidad, la calidad democr¨¢tica o la confianza en empresas e instituciones; y recuperar la posibilidad de que la iniciativa p¨²blica proporcione garant¨ªas de innovaci¨®n responsable.
?Hay alguien ah¨ª?
Gemma Galdon Clavell es doctora en Pol¨ªticas P¨²blicas.
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