Puertas sin candado para convertir edificios vac¨ªos en centros sociales
El Patio Maravillas, un centro okupado emblem¨¢tico de Madrid, se enfrenta a su desalojo En Vallecas, un grupo de j¨®venes sigue su ejemplo y rehabilita un instituto abandonado
Un grupo de j¨®venes charla en una cafeter¨ªa. Algo m¨¢s all¨¢, en una sala adornada con pinturas abstractas, comienza una clase de salsa. Es un edificio okupa, pero all¨ª no hay colchones en el suelo, ni basura desbordada por los patios. Desde hace siete a?os, este bloque conocido como el Patio Maravillas es un centro social en el barrio de Malasa?a, en Madrid. Ahora la okupaci¨®n tiene los d¨ªas contados. Tras el cambio de propietario, el colectivo debe abandonar su sede en la calle del Pez. ¡°Los ciudadanos necesitan espacios como este que sean gratuitos y accesibles para todo el mundo¡±, explica Sandra de Miguel, miembro de la asamblea El Patio. Mientras, en Madrid, aparecen otras iniciativas que comparten la misma ideolog¨ªa. En noviembre, varios j¨®venes del barrio de Vallecas decidieron transformar tambi¨¦n un edificio abandonado en un centro social. Son okupas que, seg¨²n ellos, pretenden recuperar la ciudad para los ciudadanos.
En el balc¨®n m¨¢s alto del Patio Maravillas ondea una s¨¢bana blanca en la que se lee: "sin el Patio no hay Maravillas". ¡°Es una pena que se cierre un sitio as¨ª porque representa mucho para el barrio y para Madrid¡±, opina uno de los vecinos de Malasa?a. El argumento para el desalojo fue, en un principio, el estado ruinoso del inmueble, aunque los okupas lo consideran una excusa para especular con ¨¦l. Ahora, la empresa Nivel 29, el nuevo propietario de este espacio desde febrero, ha iniciado un proceso judicial para desalojarles. Si el colectivo no llega a un acuerdo con el Consistorio antes del 1 de mayo, lejos de disolverse, intentar¨¢ abrir un nuevo cap¨ªtulo en otro edificio. "Nosotros lo que queremos es algo para poder seguir dando sostenibilidad a este proyecto. Hay muchos edificios p¨²blicos vac¨ªos y creemos que tenemos toda la legitimidad para reclamarlos", dice de Miguel.
Una tela de ara?a en la que aparecen las diferentes comisiones cubre una pared de la sala principal. La divisi¨®n de tareas es tajante. Es un centro totalmente autogestionado. Las cinco plantas okupadas de su edificio sirven de sede a una treintena de colectivos, como la asamblea del movimiento 15-M. Adem¨¢s de impartirse cursos gratuitos de todo tipo, el bloque alberga reuniones de entidades sociales y se ha convertido en un estandarte de la lucha. Seg¨²n M¨®nica Hidalgo, tambi¨¦n miembro de la asamblea El Patio, cada vez m¨¢s ciudadanos se animan, como ellos, a ¡°rescatar los espacios p¨²blicos¡±.
Son okupas que, seg¨²n ellos, pretenden recuperar la ciudad para los ciudadanos
La Atalaya, un antiguo instituto abandonado y convertido en un centro social desde el pasado 30 de noviembre, refleja la idea de este empoderamiento ciudadano. Desde sus ventanas se puede ver todo el barrio de Vallecas, en Madrid. El edificio es amplio, con paredes repletas de grafitis. El centro comenz¨® a funcionar cuando un grupo de j¨®venes ataviados con frontales de luz, escobas, bolsas y colchones entraron en ¨¦l para recuperar un espacio abandonado desde 2011. Se deshicieron de las latas de cerveza esparcidas por el suelo y de las jeringuillas. ¡°Nos dimos cuenta de que los habitantes de Vallecas carec¨ªamos de lugares como este donde pudi¨¦semos dar respuesta a los problemas de los j¨®venes¡±, explica Iker Ibarrondo. Tiene 27 a?os. Es uno de los impulsores de este centro y vecino de Vallecas, uno de los barrios m¨¢s humildes de Madrid.
Desde que el instituto abandonado cerr¨® sus puertas hace cuatro a?os, todas las ventanas y el cableado han sido robados, y no se ha presentado ning¨²n proyecto para dar un uso al lugar. Incluso llegaron a provocarse incendios en su interior. Meses despu¨¦s de que los okupas entraran, el edificio ya no se parece a la "pel¨ªcula de terror" con la que se encontraron en noviembre, aunque los escombros y la suciedad a¨²n forman parte del paisaje. El centro ya cuenta con una biblioteca, una cafeter¨ªa, una pista de baloncesto con unas rampas para skate y bmx (acrobacias con bicicleta), un gimnasio, un huerto y varias aulas para impartir clases de apoyo. La ¨²ltima planta es la musical, donde hay un local de ensayo.Todo gratuito.
Cada vez m¨¢s ciudadanos se animan a rescatar los espacios p¨²blicos
M¨®nica Hidalgo, miembro de la asamblea El Patio
Hay d¨ªas en los que cincuenta personas trabajan para rehabilitar el edifico. Desde chicos y chicas que han acabado sus carreras universitarias y trabajan, hasta j¨®venes en paro. Sin apenas formaci¨®n en alba?iler¨ªa, han reformado los aseos, arreglado las instalaciones el¨¦ctricas y tapiado muchas de las ventanas. ¡°Poco a poco, entre todos, intentamos dar soluciones a los problemas que nos vamos encontrando¡±, dice Javier Arce, miembro del centro social okupado.
Los vecinos son otro reto. Hay muchos que apoyan la apertura de este centro, pero algunos se quejan del ruido cuando organizan conciertos y fiestas para recaudar dinero. Con la Polic¨ªa tambi¨¦n han tenido problemas. A la semana de entrar, se presentaron varios agentes para desalojarles sin ¨¦xito, algo que Arce califica de ¡°ilegal¡± porque, seg¨²n ¨¦l, se hizo sin orden judicial. Ahora viven pendientes de un segundo desalojo desde que dos funcionarios del Ivima (el Instituto de la Vivienda de Madrid, dependiente de la Comunidad) les entregaran una notificaci¨®n para que se marchasen.
D¨ªa tras d¨ªa, cada vez m¨¢s j¨®venes se acercan a la Atalaya. Mientras, el Patio Maravillas sigue okupando el edificio de la calle Pez, a la espera de que la Polic¨ªa les desaloje. Les desahucien o no, ambos colectivos tienen claro que seguir¨¢n okupando para construir la ciudad en la que quieren vivir.
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