Polic¨ªas, sepultureros y rescatadores
Los archivos de la Guardia Civil de Lugo recogen los primeros a?os del cuerpo en Galicia, entre cr¨ªmenes, accidentes de diligencias y enfermedades contagiosas
¡°Once a?os han transcurrido desde que sali¨® a la luz el decreto creando la Guardia Civil y nombrando Director organizador de este cuerpo al hoy teniente general Duque de Ahumada, entonces Mariscal de Campo. En la vida de las naciones once a?os es una r¨¢faga que pasa desapercibida ante la vista de sus moradores; en la vida del individuo son una quinta parte de su existencia cuando menos¡±. As¨ª arranca el llamado Peri¨®dico oficial del cuerpo de 1855, once a?os despu¨¦s de la fundaci¨®n de la Guardia Civil, una publicaci¨®n conservada en los archivos de la Comandancia de Lugo, cuya consulta permite conocer la historia de los primeros a?os de actividad del instituto armado en Galicia. Una d¨¦cada despu¨¦s de su fundaci¨®n, la Guardia Civil pod¨ªa presumir ya de ¡°hechos heroicos y acciones gloriosas¡±. Y no siempre para perseguir a los delincuentes sino como ayuda en casos de emergencia o para suplir las numerosas penurias de la ¨¦poca.
?? Entierros de alto riesgo. Ese mismo 1855 los archivos recogen una carta del gobernador civil de la provincia a los mandos de la Guardia Civil en agradecimiento por una peculiar actuaci¨®n de los agentes: ¡°Por comunicaci¨®n del alcalde constitucional de la villa de Sarria tuve conocimiento del comportamiento humanitario de los individuos de la Guardia Civil de aquel puesto, que acudieron a prestar sus servicios para dar sepultura a una persona que fue v¨ªctima del c¨®lera-morbo en aquella villa porque se negaban al cumplimiento de tan sagrado deber aquellos que ten¨ªan la obligaci¨®n de desempe?arlo¡±. Los enterradores oficiales no hab¨ªa querido arriesgarse al contagio.
?El primer Seprona. En 1855 a nadie se le hubiese ocurrido crear un servicio de protecci¨®n de la naturaleza, pero a los agentes ya les tocaba prestar funciones semejantes. ¡°Dos malvados pusieron fuego a los sembrados de trigos y centenos del sitio llamado Lagoci¡±, se?ala una comunicaci¨®n oficial del hoy inexistente puesto de Mesonfr¨ªo. ¡°Tan pronto como de este delito tuvo aviso el cabo segundo Manuel L¨®pez, con el guardia Jos¨¦ Paz Leal y los vecinos del pueblo acudieron a cortar el incendio, lo que consiguieron no sin grande trabajo para evitar que muchos infelices quedasen reducidos a la ¨²ltima miseria; despu¨¦s el cabo practic¨® las m¨¢s activas investigaciones para el descubrimiento de los incendiarios, y conseguido fueron aprehendidos y puestos bajo el fallo de la ley para que sufran el castigo al que se hicieron acreedores¡±.
?Reparando diligencias. La Guardia Civil de 1859 utilizaba otra ortograf¨ªa para referirse al municipio de R¨¢bade, donde los agentes tuvieron que auxiliar a una diligencia accidentada: ¡°En el puesto de R¨¢vade, volc¨® la silla correo, n¨²mero 20, la noche del diez anterior, deteni¨¦ndose y sali¨¦ndose del eje las ruedas delanteras. El Guardia 2? Clemente Requeiro, ¨²nico que de los que componen el citado puesto, se hallaba franco de servicio, acudi¨® al sitio de la ocurrencia, auxiliando con tal motivo a los viajeros y trabajando en uni¨®n de otros dos Guardias que regresaban de practicar el de carretera, Vicente Rodr¨ªguez y Jer¨®nimo D¨ªaz, hasta que el carruaje emprendi¨® de nuevo su marcha, recibiendo por su buen comportamiento las gracias de los viajeros¡±.
?El asesino era el mayordomo. El a?o 1859 fue pr¨®digo en hechos violentos en Monforte. All¨ª result¨® asesinado ¡°un criado, Vicente L¨®pez, de la casa de Juan Rodr¨ªguez¡±. La investigaci¨®n depar¨® ¡°vehementes sospechas en sus convecinos, Jos¨¦ Mart¨ªnez y Ram¨®n Dom¨ªnguez, a quienes se cree autores de este delito; cuyos sujetos, as¨ª como los padres de ellos y los del difunto, han sido puestos a disposici¨®n de la autoridad competente, estos como sabedores del suceso y c¨®mplices". En octubre, ¡°aparec¨ªa muerto de un tiro, en las inmediaciones del lugar de Ferreiroru¨¢, el paisano Domingo Losada, sin que pudiera saberse qui¨¦n fue el autor de esta muerte y quedando consiguientemente sobrese¨ªda la causa¡±. Pero los agentes no se rindieron: ¡°El celoso teniente don Jos¨¦ Costa y Mosquera no ha cesado de practicar investigaciones hasta que por fin consigui¨® descubrir que don Jos¨¦ Boan, mayordomo de la casa titulada de la condesa de dicho Ferreiroru¨¢, ha sido el que dispar¨® el tiro al mencionado Losada; por cuyo motivo en el acto fue constituido en prisi¨®n, as¨ª como tres criados de la misma casa c¨®mplices en dicha muerte¡±.
?Asaltos e inundaciones. Los registros de esos primeros a?os en Galicia del nuevo cuerpo policial dejan constancia de la resoluci¨®n del asalto a la casa de ¡°don Antonio Carball¨¦s, vecino de Santa Mar¨ªa de Gerdiz¡±. Fueron detenidos los seis hombres que, ¡°armados y enmascarados¡± hab¨ªan irrumpido en el domicilio para llevarse 6.000 reales. Al mismo tiempo que luchaban contra los delincuentes, los agentes tambi¨¦n se especializaban en el socorro de emergencias. As¨ª ocurri¨® en Ribadeo, donde ¡°el cabo comandante de este puesto, Francisco Sanjurjo, en uni¨®n de la fuerza del mismo, prest¨® importantes servicios humanitarios con motivo de una gran tempestad que descarg¨® en aquella villa, salvando de ser ahogadas muchas personas y ni?os¡±. La Guardia Civil se las ve¨ªa tambi¨¦n con responsable p¨²blicos, como el alcalde ped¨¢neo de San Andr¨¦s de Orosa, en Palas de Rei, detenido por ¡°robo y maltrato a una anciana de 84 a?os¡±.
?Demandas laborales. No todo son acciones heroicas. Los archivos tambi¨¦n recogen las penurias y demandas laborales de los 200 agentes destacados en la provincia: ¡°No se nos oculta que el guardia almuerza en la casa cuartel, sale a la carretera y no sabe cuando, c¨®mo ni donde comer¨¢ aquel d¨ªa, y que hoy en una venta, ma?ana en una posada, y otro d¨ªa en el despoblado, su sueldo se agota y no le llega en los que esto suceda; pero tambi¨¦n sabemos que en la vida ordinaria no es esta, por m¨¢s que desgraciadamente suceda con frecuencia lo contrario en muchos puntos; por eso decimos m¨¢s arriba que debe procurar tener alg¨²n peque?o remanente con que sufragar los gastos que la ¨ªndole especial del servicio aislado que presta la ha de originar¡±.
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