La orquesta que canta

De nuevo, Ren¨¦ Jacobs se ha anotado un triunfo personal en el ciclo de ¨®peras de Mozart que viene ofreciendo en el Palau en versi¨®n de concierto. Tras La flauta m¨¢gica (2012) y Las bodas de F¨ªgaro (2013), el mi¨¦rcoles cerr¨® el ciclo Palau 100 con una lectura de Don Giovanni que tuvo sus mayores alicientes ¡ª y esto es una constante del ciclo¡ª en la memorable respuesta de la Orquesta Barroca de Friburgo.

En el sonido de la formaci¨®n alemana, una de las mejores del mundo en la pr¨¢ctica con instrumentos originales y criterios de ¨¦poca, admira tanto la calidad individual de los instrumentistas como la flexibilidad a la hora de recrear con precisi¨®n los mil detalles exigidos por Jacobs. Es una orquesta que canta y arropa las voces con calidez y elocuencia. Maravilla tambi¨¦n el meticuloso trabajo realizado para dar a los recitativos la m¨¢xima vitalidad teatral, factor clave en el binomio Mozart/Da Ponte.

Si lo que se busca es una versi¨®n de autor, una recreaci¨®n del estilo mozartiano desde criterios historicistas, basada en un profundo conocimiento de la partitura y el estilo mozartiano, Jacobs tiene hoy d¨ªa poca competencia. Pero hablamos de ¨®pera, y en este g¨¦nero no basta el encanto orquestal: hacen falta voces de primer nivel, y m¨¢s cuando la butaca de platea cuesta 175 euros.

Tres de los cantantes que actuaron en el Palau grabaron hace nueve a?os esta ¨®pera con Jacobs en Harmonia Mundi; el bar¨ªtono noruego Johannes Weisser es un buen Don Giovanni, de voz bien manejada y mucho desparpajo esc¨¦nico, pero no tiene el carisma vocal de los grandes int¨¦rpretes que han dejado huella en tan apasionante personaje. De las dos sopranos que grabaron este dramma giocoso con Jacobs, la b¨²lgara Alexandrina Pendatchanska convenci¨® con una temperamental, aunque irregular Donna Elvira, mientras que la surcoreana Sunhae Im fue una dulce Zerlina, de voz muy liviana.

Destacaron, y mucho, la soprano noruega Birgitte Christensen, que combin¨® lirismo y perfecci¨®n t¨¦cnica en una interpretaci¨®n de Donna Anna de impecable estilo, y el bajo kuwait¨ª Tareq Nazmi, que resolvi¨® un arriesgado doblete como Masetto y Commendatore con medios muy convicentes. El bar¨ªtono-bajo argentino Marcos Fink fue un Leoporello eficaz en los recitativos, pero de voz gastada, y el tenor ingl¨¦s Jeremy Ovenden fue un correcto Don Ottavio, muy atento a las ornamentaciones.

El Cor de Cambra del Palau de la M¨²sica no tuvo problemas para dar brillo a sus intervenciones y anim¨® con energ¨ªa la sencilla acci¨®n teatral de la versi¨®n de concierto, pero tiene cierta tendencia al exceso de decibelios que deber¨ªa intentar controlar. En cuanto a la acci¨®n teatral, Jacobs se empe?¨® en situar a los cantantes al fondo del escenario, perjudicando en las grandes arias tanto la proyecci¨®n como la intensidad de las voces.