Un techo, otros techos
Nuestra sociedad tiende a la posesi¨®n del techo, que da un espejismo de seguridad en un mundo incierto. El reto, pensar la ciudad a partir de otros par¨¢metros
Ahora que la alcaldesa Ada Colau, con su primer gesto, ha dejado claro que la distancia entre la activista y la instituci¨®n ser¨¢ corta y que la vivienda ser¨¢ un tema central, hay que ir a ver Pis pilot en el CCCB. La exposici¨®n ha sido bien comentada en EL PA?S: se trata de experiencias comparadas entre Medell¨ªn y Barcelona, dos ciudades que han trabajado juntas durante a?os en planes de mejora urbana. Medell¨ªn es como la hija peque?a del modelo Barcelona. La visita a la exposici¨®n genera reflexiones que quiero contrastar con Josep Bohigas, uno de los responsables de la muestra. Es un tipo interesante. Arquitecto, hijo de quien es, se ha volcado en la transformaci¨®n conceptual de la vivienda y, por lo tanto, de su propia profesi¨®n. Ha roto moldes antes de que la crisis obligara a todo el mundo a reciclarse. Se mueve en el entorno de Ada Colau y de la persona designada para pilotar el tema, Josep Maria Montaner, hombre tambi¨¦n l¨²cido y de profunda trayectoria. Nombres que son garant¨ªa.
El reto es pensar la ciudad a partir de par¨¢metros que son generacionales y circunstanciales al mismo tiempo. Somos prisioneros de un sistema que excluye
Le digo a Bohigas: el problema reside en una palabra, posesi¨®n. Se sorprende. De hecho, la exposici¨®n muestra, en una larga serie de cub¨ªculos, alternativas diversas a la posesi¨®n de la vivienda, establecidas con diferentes grados de aquiescencia legal. Se puede tener techo de mil maneras, pero nuestra sociedad tiende a la posesi¨®n, que da un espejismo de seguridad en un mundo incierto. Recuerdo que incluso Carme Trilla, que gestion¨® el tema desde los despachos del tripartito, apuesta por la propiedad como factor de cohesi¨®n. S¨ª, acepta Bohigas, ella piensa que los propietarios tienden a cuidar mejor el entorno. Y me dice una cosa iluminada: ¡°Hemos pasado muchos a?os articulando la ciudad desde el espacio p¨²blico. Ahora empezamos a pensar la ciudad desde la casa y quien la ocupa, y entonces resulta que la manera de ocupar el espacio p¨²blico es diferente¡±. La revoluci¨®n empieza en el sal¨®n.
El reto es pensar la ciudad a partir de par¨¢metros que son generacionales y circunstanciales al mismo tiempo. Somos prisioneros de un sistema que excluye. Gastamos mucho dinero en la reinclusi¨®n, cuando lo l¨®gico ser¨ªa un sistema equilibrado en que cada uno pueda hacerse cargo de s¨ª mismo. Pero el sistema no tiene l¨®gica. Hoy los desahucios de Barcelona son mayormente de alquileres impagados, o sea que hay dos v¨ªctimas por cada caso, porque tambi¨¦n existe la viuda pendiente de una renta que no llega. Mientras, la ciudad crece y devora a sus hijos. ¡°A veces la mejora, empeora¡±, advierte Bohigas: invertir en un barrio desata una subida general de precios, hace crujir las estructuras sociales. Est¨¢ pasando ¡ªlo se?ala la exposici¨®n¡ª en Sant Andreu: al final, llegan los turistas y rematan la tarea. ¡°Medell¨ªn est¨¢ en el punto en que puede empezar a morir de ¨¦xito, a seguir el camino de Barcelona. Por eso quisimos ponerla en medio de la reflexi¨®n¡±, dice mi interlocutor.
La segunda conclusi¨®n es que la clase media, cada vez m¨¢s invisible, es la que est¨¢ aportando la reflexi¨®n, pero la beneficiaria es la clase trabajadora, la que ha sido expoliada de recursos propios. El verdadero motor de cambio est¨¢ en la combinaci¨®n de la necesidad de los de abajo y la capacidad de innovaci¨®n de los del medio. Bohigas sonr¨ªe: la clase media est¨¢ dejando de existir, afirma. Despachos de arquitectos j¨®venes cerrados, exilios laborales, precariedad e intemperie, ?c¨®mo no pensar otros caminos? En el patio del CCCB hay una caseta que pone Arquitectes de Cap?alera. Hacen proyectos gratuitos de rehabilitaci¨®n dom¨¦stica para gente del Raval. Reconvertir el trabajo en generosidad y en todo caso cobrar por pensar, si puede ser desde la academia o desde cerca del poder. Es la clase media que Hillary Clinton ha prometido proteger.
La clase media, cada vez m¨¢s invisible, es la que est¨¢ aportando la reflexi¨®n, pero la beneficiaria es la clase trabajadora, la que ha sido expoliada de recursos propios
Bohigas insiste en que, en un proceso de cambio, imaginar es empoderar. ¡°La clave est¨¢ en el roce. El roce es creativo¡±, propone. Quiere decir compartir, compartir tambi¨¦n los espacios. ¡°No hay una soluci¨®n ¨²nica, porque no hay una demanda ¨²nica¡±, dice. El futuro es flexibilidad. La exposici¨®n demuestra que el Ayuntamiento gasta mucho dinero en facultar el acceso convencional a la vivienda convencional, y a lo mejor hay que inventar soluciones. Las da la muestra, una tras otra, sorprendentes y sencillas. Cambiar conceptos, pues, desterrar posesiones. ¡°Y salvar el planeta¡±, remacha Bohigas. Tiene cerca de cincuenta a?os. No ha pagado ni paga hipoteca.
Patricia Gabancho es escritora.
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