El minotauro y la epigen¨¦tica catalana
El centenario de la Mancomunitat no recibi¨® la atenci¨®n merecida
La historia nos convocaba, aunque no a todos por igual. La conmemoraci¨®n del tricentenario de la Guerra de Sucesi¨®n, el pasado 2014, pr¨¢cticamente invisibiliz¨® el centenario de la Mancomunitat. No faltaron intentos para corregirlo: el simposio impulsado por el IEC, la exposici¨®n acogida por el Museo de Historia de Catalu?a, el especial dedicado por el Quadern de este diario, el interesante libro firmado por Colomines & Madaula... Los esfuerzos, pero, no prosperaron y el primer precedente del autogobierno catal¨¢n desde 1714 no recibi¨® la atenci¨®n merecida.
Una de las caracter¨ªsticas m¨¢s relevantes de la Mancomunitat es la sorprendente unanimidad lograda y la significativa actividad desplegada, a pesar de la migradas a de sus recursos. Toda la historiograf¨ªa coincide en alabar la capacidad de integraci¨®n del presidente Enric Prat de la Riba y las iniciativas puestas en marcha, como la red de bibliotecas, de tel¨¦fonos, etc. Solo Nicolau de Olwer, desde el exilio, tiraba una lectura, al memorial¨ªstico Caliu, mucho menos complaciente: ¡°Era un gobierno y no lo era. Lo era, como si dij¨¦ramos, para las cuestiones de gracia, no lo era para las de justicia, y siempre pod¨ªa encarnar la protesta popular frente al otro gobierno, el que administraba las cosas odiosas¡±.
Esta carga de profundidad de qui¨¦n fue ministro de Econom¨ªa y gobernador del Banco de Espa?a durante la Rep¨²blica ser¨ªa desarrollada y teorizada posteriormente hasta ser convertida en disparo distintivo del pueblo catal¨¢n por Jaume Vicens Vives. A Not¨ªcia de Catalu?a se describe una inherente incapacidad hist¨®rica para gobernar ¡°el minotauro¡±. El Estado se convert¨ªa ¡°definitivamente en una cosa distante, inalcanzable¡±. El Estado eran los otros. El Estado acontec¨ªa, de alguna manera, algo ajeno a la idiosincrasia catalana, con algunos efectos positivos como la vitalidad de la sociedad civil, pero con graves desventajas en un mundo regido por los y desde los estados.
El t¨®pico cuaj¨® y se arrastra desde entonces. Situados ya en el simplismo de los estereotipos, la comparaci¨®n con los vascos aparece para remachar el argumento. ¡°Ellos s¨ª que saben. Tienen todas las ventajas de la independencia y ninguno de los agravios. Ellos, tradicionalistas de tipo, s¨ª que han hecho realidad el revolucionario ?no taxation without representation?. Sobre el control de la fiscalidad foral, vascos y navarros se han dotado de un aut¨¦ntico sentido de Estado. Si nosotros cont¨¢ramos...¡±.
¡°No! Esto son excusas¡±. La tranquila sobremesa se rompe por la vehemencia de uno de los comensales. Conseguida nuestra atenci¨®n, mi amigo desentra?a, desde su catalanismo social-liberal, el exabrupto inicial: ¡°Es cierto que Catalu?a no recauda sus impuestos, pero cuenta con resortes tanto o m¨¢s relevantes, fuera del alcance foral, y sobre los que se habr¨ªa podido edificar un poder real, un sentido de estado. Ahora nos llenamos la boca hablando de futuras estructuras de estado, como si m¨¢s de treinta a?os de autogobierno no hubieran existido. ?Qu¨¦ es una cultura tan potente como la catalana sino una estructura de estado? ?Qu¨¦ sentido tiene buscar nuevas palancas si, en vez de rentabilizar como ¨¦xitos propios los triunfos de entidades e instituciones l¨ªderes como La Caixa, el Banco de Sabadell, el Bar?a o la ciudad de Barcelona, pretendemos avanzar en contra de ellas? No nos hacen falta nuevas e ilusorias estructuras de estado, sino sentido de estado¡±.
Marcho de la comida cabizbajo. Parece como si el determinismo sobre esta incapacidad cong¨¦nita catalana mantuviera su prevalencia. Intento hacer un listado para contradecir la tesis (los mismos Prat de la Riba y de Olwer, Tarradellas, Serra, Pujol...), pero me temo sean excepciones sin fuerza para modificar la esencia de la maldici¨®n. No vuelvo a pensar hasta despu¨¦s de unos d¨ªas, a ra¨ªz de una conversaci¨®n sobre los trabajos de epigen¨¦tica de mi mujer.
La epigen¨¦tica estudia aquellos factores no gen¨¦ticos pero heredables que modifican la actividad del ADN sin alterar la secuencia. Por ejemplo, si a grupos de ratones machos se los hace vincular un olor con una descarga el¨¦ctrica, sus descendentes pueden acabar heredando un comportamiento que los incite a huir de aquel olor, a pesar de que ya no exista ning¨²n peligro real. Este tipo de ¡®legado¡¯, transportado por los espermatozoides, explicar¨ªa porque una rata tiene tendencia a huir de una serpiente de forma instintiva. En otras palabras, la experiencia compartida por los antecesores puede acabar dejando una impronta en los sucesores. La tentaci¨®n para buscar ra¨ªces epigen¨¦ticas en las particularidades de la pol¨ªtica catalana es muy fuerte. De manera tosca, podr¨ªamos aventurar que si algunos han sido y otros no, ser¨ªa ¡°por cojones¡±.
La broma tendr¨ªa su gracia si no fuera que es precisamente testosterona y determinismo aquello que ha sobrado ¨²ltimamente en la pol¨ªtica catalana. Puestos a elegir genealog¨ªas, quiz¨¢s ser¨ªa m¨¢s ¨²til recurrir a la positivista Mancomunitat que a la ¨¦pica austriacista. Pero, sin duda, lo m¨¢s ¨²til ser¨ªa que, sea como fuere que finalice el actual periodo de excepcionalidad, empezamos a construir una nueva impromta libre de la repulsi¨®n verso el Estado (sea el propio o compartido), responsable de los propios actos y bastante maduro para asumir ejemplarmente tanto la gracia como la justicia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.