Con claridad
CDC y ERC deben concretar cu¨¢l es la mayor¨ªa (?de votos? ?de esca?os?) que juzgan necesaria para intentar la independencia y qu¨¦ pasos piensan dar a continuaci¨®n para conseguirla
Todo ha estado a punto de naufragar, hasta Pilar Rahola proclamaba que el independentismo estaba haciendo el rid¨ªculo. Sin embargo, como siempre, en el ¨²ltimo minuto, se han salvado los muebles: la lista conjunta con Esquerra Republicana que Artur Mas quer¨ªa presentar a las elecciones del pr¨®ximo 27 de septiembre parece que es un hecho. CDC ha ganado el pulso a ERC, Mas ha doblegado a Junqueras al salirse con la suya. Pero creo que el conjunto del movimiento independentista ha salido ganando. Las llamadas ¡°plebiscitarias¡±, en la medida que pueden serlo, ser¨¢n plebiscitarias. Objetivo cumplido.
Efectivamente, elecciones y plebiscito son dos conceptos distintos e, incluso, antag¨®nicos: o elecciones o plebiscito, pero no las dos cosas a la vez. En las elecciones, los ciudadanos eligen a unos diputados para que les representen en una c¨¢mara, en los plebiscitos (o refer¨¦ndums) el pueblo se pronuncia sobre una determinada cuesti¨®n relevante. Se pueden establecer distinciones entre plebiscitos y refer¨¦ndums pero deber¨ªamos entrar en sutiles distinciones porque la doctrina no es un¨¢nime y el ordenamiento jur¨ªdico vigente no soluciona este problema porque no contempla el t¨¦rmino plebiscito.
En todo caso, existe unanimidad en que las elecciones son un instrumento b¨¢sico de la democracia representativa y los plebiscitos o los refer¨¦ndums son formas t¨ªpicas de ejercer la democracia directa. As¨ª pues, elecciones y plebiscitos o refer¨¦ndums pertenecen a procesos democr¨¢ticos de naturaleza distinta.
Ahora bien, puestos a ser creativos, ?cabe hablar de elecciones plebiscitarias? Est¨¢ claro que las elecciones que convocar¨¢ el presidente de la Generalitat ¡ªsi mantiene la decisi¨®n y la fecha anunciada¡ª son elecciones, y s¨®lo elecciones auton¨®micas, reguladas en la legislaci¨®n vigente. Jur¨ªdicamente no se distinguen de ninguna de las convocadas desde 1980: los ciudadanos de Catalu?a s¨®lo elegir¨¢n diputados y no se pronunciar¨¢n, ni de forma vinculante ni de forma consultiva, sobre ninguna otra cuesti¨®n que no sea esta.
Los ciudadanos de Catalu?a s¨®lo elegir¨¢n diputados y no se pronunciar¨¢n, ni de forma vinculante ni de forma consultiva, sobre ninguna otra cuesti¨®n que no sea esta
Pero no deja de ser cierto que si varias listas electorales explicitan de forma clara e inequ¨ªvoca en su programa que su opci¨®n preferente, en caso de tener mayor¨ªa, es proclamar la independencia, de facto est¨¢n introduciendo un mat¨ªz a estas elecciones que pol¨ªticamente las convierte, en cierta manera, en un plebiscito sobre si los catalanes quieren o no la independencia de Catalu?a, si desean o no su separaci¨®n del resto de Espa?a y si aspiran a que se constituya inmediatamente como un Estado soberano.
Para que ello sea as¨ª, para que este mat¨ªz se introduzca con una cierta seriedad, los partidos independentistas deben ser claros en sus planteamientos, deben explicar en sus programas no s¨®lo cu¨¢l es su finalidad sino tambi¨¦n cu¨¢l es su plan para llevar a cabo la independencia. De ah¨ª la ventaja del acuerdo de anteayer entre Converg¨¨ncia y Esquerra. Ser¨ªa conveniente, adem¨¢s, que la CUP, tambi¨¦n independentista, partido con el que ambos mantienen abismales diferencias en aspectos econ¨®micos y sociales, se sumara al mismo plan en id¨¦nticos t¨¦rminos.
Pero, en todo caso, CDC y ERC, que patrocinar¨¢n una sola lista, deben concretar su proyecto cuando menos en dos aspectos esenciales: determinar cu¨¢l es la mayor¨ªa (?de votos? ?de esca?os?) que juzgan necesaria para dar los pasos siguientes para alcanzar la independencia y aclarar si sigue vigente el acuerdo que suscribieron ambos partidos hace unos meses (que inclu¨ªa la proclamaci¨®n inmediata de la soberan¨ªa de Catalu?a y la desvinculaci¨®n del ordenamiento jur¨ªdico actual) o bien si quieren alcanzar otro distinto.
Esto es lo que deben saber los ciudadanos en el momento de ir a votar, con toda exactitud y sin ambig¨¹edad alguna. Naturalmente, todo ello desborda absolutamente la legalidad y el Estado, en su momento, deber¨¢ tomar las medidas necesarias para restablecerla, para garantizar los derechos de los catalanes y de todos los espa?oles.
Si se dieran estas condiciones, unos ciudadanos informados podr¨ªan acudir a las urnas para elegir diputados sabiendo lo que votan.
Francesc de Carreras es profesor de Derecho Constitucional
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