El ¡®street art¡¯ vuelve a invadir Fanzara
Una veintena de artistas urbanos toma un peque?o pueblo del interior de Castell¨®n El MIAU ampl¨ªa su oferta cultural con talleres, cine, exposiciones y m¨²sica
Es mediod¨ªa cuando en Fanzara, un peque?o pueblo del interior de Castell¨®n de apenas 300 habitantes, rompe la tranquilidad un bando emitido por megafon¨ªa para anunciar que van a salir en un telediario nacional. La rutina ha cambiado en este enclave del Alto Mijares. Esta peque?a poblaci¨®n se despierta estos d¨ªas con ruidos de gr¨²as y elevadores de obra en cada rinc¨®n. No est¨¢ experimentando un extempor¨¢neo boom de la construcci¨®n, es el MIAU, el Museo Inacabado de Arte Urbano. Una explosi¨®n de street art que finaliza este domingo y que solo en su primera edici¨®n ha situado a Fanzara en el mapa del arte callejero.
Hasta 18 virtuosos de esta t¨¦cnica como Borondo, Deih, Animalitoland, X¨¦l?n XLF, etc., -que han pintado o expuesto en ciudades como Madrid, Buenos Aires, Londres y M¨¦xico-, han tomado un pueblo ya invadido por el posgrafiti. A su marcha duplicar¨¢n la huella de las 44 intervenciones plasmadas en la primera edici¨®n. En esta ocasi¨®n, el festival se ha ampliado con talleres, exposiciones, m¨²sica y cine. Es un festival de arte y convivencia porque, adem¨¢s, este a?o los creadores de los murales son ¡®adoptados¡¯ por vecinos. ¡°Tengo durmiendo en mi casa a dos artistas, solo nos vemos y hablamos en el desayuno, luego pueden llegar a las cuatro de la ma?ana, los artistas no tienen hora¡±, bromea Pilar Guimer¨¢, una mujer de 60 a?os que luce la camiseta del MIAU. Uno de estos nuevos moradores es el valenciano Xel?n, que est¨¢ a pocos metros pintando junto al Ayuntamiento.
El pueblo se convierte en el Museo Inacabado de Arte Urbano, una explosi¨®n de arte de la calle?
El sistema de elecci¨®n es sencillo. ¡°No pueden repetir los mismos del a?o pasado, pero han sido ellos quienes han propuesto a los nuevos artistas¡±, explica Javier L¨®pez, uno de los organizadores. Salvo ¡®Deih¡¯, un reconocido grafitero valenciano que sorprendi¨® el pasado a?o con uno de sus gal¨¢cticos personajes y que ahora es la imagen de la segunda edici¨®n. ¡°Como soy el invitado mi mural se borrar¨¢ el pr¨®ximo a?o para dejar paso a la tercera edici¨®n¡±, dice mientras toma las pinturas para empezar a trabajar. Lo que m¨¢s le llam¨® la atenci¨®n del MIAU, apunta, es su trasfondo pol¨ªtico.
Este trasfondo lo explican Javier y Hombrel¨®pez -uno de los artistas m¨¢s implicados en el proyecto- a la hora de la comida (preparada desinteresadamente por los vecinos). Cuentan que todo fue posible por el poso social generado hace una d¨¦cada, cuando en el pueblo se proyect¨® un vertedero de residuos peligrosos que puso a la mayor¨ªa en pie de guerra, con manifestaciones semanales y protestas diarias. Era la ¨¦poca en la que los ni?os jugaban a manifestarse. La movilizaci¨®n llev¨® a un cambio pol¨ªtico en el Ayuntamiento que desaloj¨® al PP en 2011 tras las acusaciones de censo hinchado de los comicios anteriores. Quienes lideraron las protestas quedaron vinculados al giro pol¨ªtico y a los pocos a?os idearon el MIAU, una locura que consist¨ªa en que los vecinos cedieran sus paredes a desconocidos grafiteros. Y aceptaron por la confianza generada en los a?os de lucha. Entonces ni ellos sab¨ªan muy bien d¨®nde se met¨ªan ni c¨®mo funcionaba el mundillo del arte urbano. ¡°Pensamos que, con suerte, vendr¨ªa alg¨²n artista urbano a pintar un mural, pero nunca lo que hab¨ªamos so?ado: vivir dentro de un museo¡±, comentaba Javier L¨®pez a tres meses de la segunda edici¨®n.
Es un festival de arte y convivencia porque los creadores de los murales son alojados por vecinos
Ahora vienen de fuera a ver ¡®in situ¡¯ el proceso. Otros se topan con la sorpresa. Como Miguel Borrajo, un vecino de 69 a?os de Castell¨®n que pasea junto a su mujer y unos amigos de Tarragona. ¡°Hac¨ªa 30 a?os que no ven¨ªamos y nos hemos encontrado con eso, ten¨ªa otra idea de los ¡®grafitis¡¯ pero esto es de artistas, es una muy buena idea¡±, comenta. El trasiego de visitantes se nota pero apenas dejan dinero, apunta Quimi, el panadero. Otras vecinas como Rosario Centelles se queja: ¡°Hay otras cosas m¨¢s importantes que esto, en mi casa que no pinten¡±. Resulta ser la hermana del exalcalde que quiso dar v¨ªa libre al vertedero. Sus palabras son un resquicio de las rencillas que quedan de los a?os en los que el pueblo estaba totalmente dividido. Ahora lo contrarios son ¡°cada vez m¨¢s minor¨ªa¡± porque el arte ha ayudado a la ¡°reconciliaci¨®n¡±, dicen desde el colectivo MIAU.
Bel¨¦n Garc¨ªa, investigadora de la Universitat de Val¨¨ncia y especialista en street art destaca la peculiaridad del arte de Fanzara porque ha nacido desde el movimiento vecinal, porque los murales no se hacen a propuesta del ayuntamiento de turno para ¡®lavar¡¯ un barrio, ni nacen de la invasi¨®n ilegal de espacios por parte de los grafiteros, ni tampoco se cobra por los murales. Hay conexi¨®n social. Garc¨ªa se muestra sorprendida por la repercusi¨®n que est¨¢ teniendo (hasta The Guardian se ha hecho eco) y prev¨¦ que en un futuro la amplia oferta de este movimiento se vaya encauzando y reduciendo a una media docena de grandes muralistas urbanos. Tambi¨¦n lanza una reflexi¨®n: ¡°Han salido del anonimato con algo tan fundamental como el arte, es muy loable, pero esto tambi¨¦n implica saltar la barrera de estos pueblos que apuestan por vivir en tranquilidad¡±.
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