La ret¨®rica del poder
Las principales decisiones (simb¨®licas) que ha tomado Ada Colau han sido en solitario, sin ni consultar a sus compa?eros de investidura, aunque en campa?a vendi¨® participaci¨®n
Me pregunto cu¨¢les fueron los gestos de Narc¨ªs Serra cuando asumi¨® la alcald¨ªa en 1979, inaugurando la etapa democr¨¢tica, con una hacienda escler¨®tica y las cuentas en rojo: no los recuerdo. A los gestos se los lleva el tiempo. Hasta ahora no hab¨ªa habido una ruptura equivalente en el gobierno municipal, porque los tr¨¢nsitos anteriores a Ada Colau fueron de una sutil y matizada continuidad. La alcaldesa est¨¢ en la etapa de los gestos porque tiene el presupuesto secuestrado por los acuerdos previos. Los gestos son la ret¨®rica del poder. Las principales decisiones (simb¨®licas) que ha tomado Ada Colau han sido en solitario, sin ni siquiera consultar a sus compa?eros de investidura, aunque la campa?a se basaba en un concepto diferente: el de participaci¨®n como signo de la nueva pol¨ªtica, como empoderamiento de la gente.
Las decisiones de Ada Colau tienen l¨®gica y son perfectamente defendibles. Yo misma critiqu¨¦ la candidatura de los Juegos de Invierno y no digamos la pista de hielo navide?a. Pero liquidar la primera sin levantar el tel¨¦fono para consultar a los alcaldes ilusionados, o al sector deportivo, y desnaturalizar la segunda sin preguntar a los comerciantes que apoquinan es lo contrario a una pol¨ªtica de participaci¨®n. Se corre el riesgo de transmitir que la participaci¨®n es v¨¢lida para un tipo de ciudadanos pero no para otros. Una audiencia p¨²blica en la plaza mayor de Nou Barris est¨¢ muy bien, y es altamente simb¨®lica, pero la participaci¨®n tiene que ser general o se establece un nosotros al mando que no puede ser.
El busto juancarlino, por el contrario, plantea un tema interesante. La defenestraci¨®n tendr¨ªa que haber sido votada en el sal¨®n de plenos que lleva el nombre de la Reina Regente, pero dej¨® sobre la mesa un precioso mel¨®n de verano. Dijo el se?or Pisarello: estamos bajo la ¡°narrativa¡± ¡ªdijo narrativa, no relato¡ª de la Transici¨®n. ?Qu¨¦ nos va a contar! Ahora bien, la ciudad necesita aparatos cr¨ªticos, pero sin necesidad de borrar un pasado que es cuestionado hoy pero no lo fue ayer. Ayudada por un urbanismo que no descansa nunca, Barcelona ha ido tapando agujeros (negros) de su callejero al incorporar, por ejemplo, el grueso de la cultura catalana republicana o un buen n¨²mero de mujeres importantes.
Hay vecinos que no bajan al centro desde su periferia porque no se atreven a romper las barreras mentales. Y en lugar de ocuparse de eso, que es otra forma de pobreza, el nuevo Ayuntamiento promete llevarles el Grec a casa
Faltan, dijo Pisarello, memoria republicana y anarquista, y sobra monarqu¨ªa, pero tampoco hay tanta. El callejero de Barcelona es muy civil, porque se lo ha ido despojando, no de poderosos, que ah¨ª est¨¢n, sino de enemigos. El Duque de la Victoria perdi¨® la cola hace poco: ahora es Duque a secas. Y el anarquismo est¨¢ con figuras hist¨®ricas como Frederica Montseny o Joan Peir¨®. Hasta Durruti tiene una plaza en el barrio de la Zona Franca. Y Salvador Puig Antich. Es precipitado afianzar el mito de que Barcelona no honora su pasado obrero, fabril, conflictivo y anarquista. Siempre se puede hacer m¨¢s, pero la memoria tiene que ser tambi¨¦n un proceso compartido.
Finalmente, un tercer eje de campa?a, la descentralizaci¨®n. Se?al¨® Colau la posibilidad de llevar la estatua de la Rep¨²blica a su emplazamiento original desde la plaza Llucmajor, donde los vecinos la recogieron con orgullo. No es una buena idea retirarles el trofeo en beneficio del Passeig de Gr¨¤cia, precisamente. Si creemos en los barrios, un barrio es un sitio de honor, tan bueno como cualquier otro. Por el contrario, Berta Sureda anunci¨® un futuro Grec en los barrios. Le cuento que eso ya est¨¢ inventado, incluso con ¨¢mbito metropolitano, y que no acaba de funcionar porque diluye la fuerza del festival. Lo divertido del Grec es ir al Grec. Y lo preocupante es que el Ayuntamiento no se vea capaz de llevar a la gente a la experiencia de sentarse bajo las estrellas a ver un espect¨¢culo de relieve internacional. Vamos a hacerles una cosa de barrio en el barrio. La creatividad de base es interesante, pero hay ocasiones para cada cosa.
Barcelona es una ciudad peque?a que sin embargo vive una realidad inaceptable: igual que no vemos al paisanaje del Raval fuera del Raval, hay vecinos que no bajan al centro desde su periferia porque simplemente no se atreven a romper las barreras mentales. Y en lugar de ocuparse de eso, que es otra forma de pobreza, el nuevo Ayuntamiento promete llevarles el Grec a casa, poni¨¦ndolo al nivel del jubilado sedentario, del joven de capucha tirada y de la se?ora Mar¨ªa. Vaya por Dios, qu¨¦ cambios.
Patricia Gabancho es escritora
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