El perro de san Roque
Invocado contra las grandes calamidades, es uno de los personajes cristianos m¨¢s repetido en las calles de Barcelona
Ayer fue san Roque, una de las fiestas m¨¢s antiguas que se celebran en Barcelona, tradici¨®n que se repite en la plaza Nova desde el a?o 1589. Recuerda la leyenda sobre la estancia del santo en nuestra ciudad durante una epidemia de peste, y c¨®mo todos los afectados sanaron milagrosamente. Despu¨¦s de la Virgen de Montserrat y de san Jorge, es el personaje cristiano m¨¢s repetido en las calles de la capital catalana. Quiz¨¢s el motivo sea que el polite¨ªsmo cat¨®lico reserva una especial consideraci¨®n hacia aquellos santos que son invocados contra grandes calamidades, o que son considerados casi protectores de plagas. Entre esta estirpe figura san Roque, quiz¨¢s el santo m¨¢s directamente relacionado con la peste negra.
A san Roque se le considera un occitano que march¨® en peregrinaci¨®n a Roma, y que al encontrarse con las v¨ªctimas de la enfermedad dedic¨® su vida a atenderles. Por lo visto su biograf¨ªa no tiene ninguna verosimilitud, aunque su fuerza iconogr¨¢fica a¨²n es visible hoy en d¨ªa. Si se encuentran con ¨¦l, le reconocer¨¢n por su atuendo de peregrino, porque muestra una pierna para que veamos las llagas de su dolencia, y por el perro que le lame las heridas. Antiguamente era tradici¨®n poner una imagen de este santo a la entrada de las poblaciones, a fin de protegerlas de las epidemias. Por eso nuestro primer san Roque lo vamos a ver adosado a una de las torres romanas que proteg¨ªa la puerta Bisbal de la muralla barcelonesa, en la calle del Bisbe.
La figurita dentro de su capilla fue colocada ah¨ª en el siglo XVIII, para dar las gracias ante una de las muchas cat¨¢strofes que sufri¨® la ciudad. Al parecer, en aquella ocasi¨®n las rogativas funcionaron y el consistorio le declar¨® patr¨®n de la ciudad. Igualmente situados en lugares estrat¨¦gicos, a la entrada de sus respectivas localidades, se conservan azulejos dedicados a san Roque en la calle Jocs Florals de Sants o en la de Sant Roc de Hostafrancs.
Pero si hay un lugar de nuestra ciudad donde se le venera es en Gr¨¤cia. En aquel barrio cuenta con dos capillas y una placita dedicada, adem¨¢s de ostentar el co-patronazgo de sus famosas fiestas mayores. Otro lugar donde podemos buscarle es en el patio del antiguo hospital de la Santa Creu, donde vemos dos escalinatas. Una de ellas est¨¢ custodiada por una imagen de la Caridad, mientras la que conduce a la Biblioteca de Catalunya tiene a nuestro santo por centinela.
Seg¨²n el ¡®Costumari
Del gran culto que en Barcelona se ha rendido a esta figura escribi¨® Joan Amades, que contaba la historia de la capilla de Sant Roc todav¨ªa en pie en la calle Roca, puesta por el vecindario para dar las gracias durante un brote de peste. Cuenta la leyenda que en la vecina calle de Bot descubrieron a unos apestados y la tapiaron, pero un perro escap¨® y se refugi¨® en la calle Roca. Por miedo al contagio, tambi¨¦n ¨¦sta fue tapiada. Aunque nadie cay¨® enfermo. Otra historia similar ten¨ªa por protagonista la capilla desaparecida de la calle Peu de la Creu, erigida por los vecinos de la finca al encomendarse al santo contra una epidemia de c¨®lera, y resultar todos ilesos. Amades hablaba de otras capillas que ya no existen, en la calle Tapineria, Jaume Giralt, o en la Volta d'en Colomines. Al parecer despertaba una veneraci¨®n especial en la calle Blanqueria, donde se cantaban unos goigs en su honor.
Otra imagen perdida era la de una talla muy deteriorada, situada a la entrada de la iglesia Dels ?ngels, que el pueblo identificaba con el perro de san Roque, y de la cual se contaba que en una ocasi¨®n se puso a ladrar avisando de que hab¨ªan entrado ladrones. Seg¨²n el Costumari Catal¨¤, al perro de san Roque se le invocaba contra la rabia, y gener¨® un culto popular a sant Gos (san Perro). Seg¨²n parece, su onom¨¢stica se celebraba en la siguiente jornada a san Roque. En tal d¨ªa como hoy, los chuchos pod¨ªan entrar en las iglesias barcelonesas, y se consideraba que aquel que maltrataba a uno de estos animales dejaba de contar con la protecci¨®n del santo. Incluso se veneraba la figurita del perro (hoy desaparecida) que anta?o acompa?aba al san Roque de la plaza Nova, de la cual Josep Maria Espin¨¤s contaba que durante una restauraci¨®n el artista pregunt¨® de qu¨¦ color deb¨ªa pintarla, y un bromista le respondi¨® que la pintara de azul cielo, y as¨ª lo hizo. Y durante unos a?os, el sant Gos de san Roque al lado de la catedral fue un perro celeste.
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