Catalu?a y Espa?a: m¨¢s datos
Si catalanes y espa?oles muestran preferencias antag¨®nicas sobre el modelo territorial, ?es posible encontrar un punto de encuentro?
Jos¨¦ J. Toharia analizaba el estado de la opini¨®n catalana sobre las relaciones entre Catalu?a y Espa?a (EL PA?S, 16/08/2015) y conclu¨ªa con una invitaci¨®n a un ¡°in¨¦dito debate, honesto y sosegado, con datos y sin emociones¡±. Coincido en que ni el debate partidista ni el debate medi¨¢tico andan sobrados de sosiego y de impasibilidad. Basta seguir las declaraciones de representantes de los partidos o las intervenciones de editorialistas, articulistas y tertulianos en los medios. Sobre honestidades, el juicio ser¨ªa m¨¢s arriesgado, como advert¨ªan los moralistas cl¨¢sicos. En todo caso, la honestidad y la impasibilidad que nos atribuimos a nosotros mismos suelen ser siempre superiores a las que asignamos a nuestros contradictores. Pero no es de esto de lo que quiero tratar aqu¨ª.
Toharia disecciona la opini¨®n p¨²blica catalana, bas¨¢ndose en datos de Metroscopia. Se?ala la necesidad de distinguir entre independentistas convencidos y quienes reclaman un mayor autogobierno. Si as¨ª se hace, la mayor¨ªa independentista que tanto ilusiona a unos y alarma a otros es m¨¢s incierta. Aparece en cambio una mayor¨ªa relativa, constituida por quienes se inclinan en Catalu?a por ampliar el autogobierno. Incluir¨ªa a los partidarios de propuestas ¡°federalizantes¡± o de otras eventuales ¡°terceras v¨ªas¡±. En minor¨ªa clara est¨¢n los inmovilistas o favorables al statu quo. En l¨ªneas generales, comparto este balance de situaci¨®n tal como he manifestado en otras ocasiones.
Menos de una cuarta parte de los espa?oles es favorable a ampliar el autogobierno frente a m¨¢s del setenta por ciento de los catalanes.
Faltan m¨¢s datos, sin embargo, para suscribir las conclusiones pol¨ªticas que Toharia se atreve a desprender de dicho balance. A saber, la probabilidad de movilizar un apoyo mayoritario para ¡°un modelo federalizante de nuevo cu?o si les es propuesto en serio¡±, seg¨²n sus palabras. ¡°De nuevo cu?o¡± y ¡°en serio¡± ser¨ªan las cl¨¢usulas convincentes para los catalanes. Pero la posibilidad de una oferta con tales rasgos depende a mi juicio de otras variables decisivas. En especial, de la opini¨®n espa?ola en su conjunto.
?Qu¨¦ nos dicen sobre ella los datos m¨¢s recientes del CIS? ?Cu¨¢les son las preferencias de los espa?oles sobre modelos de organizaci¨®n territorial? Casi un tercio de los espa?oles optar¨ªa por suprimir las comunidades aut¨®nomas o restringir su autogobierno. Algo m¨¢s de un tercio prefiere conservar sin retoques el modelo actual. Y algo menos de una cuarta parte apoyar¨ªa alternativas de cambio, incluida la posibilidad de independencia (CIS 3104/2015).
Es innegable el enorme contraste entre estas preferencias de los espa?oles y las de los catalanes. Reflejan tendencias muy diferentes: menos de una cuarta parte de los espa?oles es favorable a ampliar el autogobierno frente a m¨¢s del setenta por ciento de los catalanes (CIS 3108/2015).
Estas tendencias divergentes constituyen un factor condicionante para los interlocutores pol¨ªticos. Les condicionan por c¨¢lculo electoralista o por fidelidad a culturas pol¨ªticas arraigadas. La modulaci¨®n de las estrategias de las hasta ahora mayores formaciones estatales ¡ªel PP y el PSOE¡ª y de los partidos en Catalu?a est¨¢ estrechamente vinculada a estas pautas de opini¨®n.
Si el contraste entre la opini¨®n espa?ola y la catalana es tan acusado, ?hay que descartar toda probabilidad de encuentro en un punto medio? ?Es ilusoria una ¡°tercera v¨ªa¡±? Apunta Toharia que no ser¨ªa ilusoria a partir de la composici¨®n interna de la opini¨®n p¨²blica catalana. ?Podr¨ªa afirmarlo tambi¨¦n si tuviera en cuenta los datos sobre la opini¨®n espa?ola? Porque temo que estas dos din¨¢micas tan contradictorias hagan muy estrecho o muy improbable el margen de maniobra para una aproximaci¨®n. Al menos a corto plazo. Aunque sabemos que la opini¨®n p¨²blica cambia y que ¡ªen democracia¡ª es responsabilidad de los l¨ªderes pol¨ªticos intentarlo cuando lo estimen positivo para el conjunto social.
Concluye Toharia afirmando la necesidad de mejorar la informaci¨®n en beneficio de un mejor debate. Seg¨²n sus palabras, cuando se trata de esta cuesti¨®n ¡°media Catalu?a se siente mal informada¡ Y la otra media que se cree informada, no lo est¨¢¡¡±. No suministra la fuente de tan espectaculares y precisos porcentajes que dejar¨ªan en cero a los catalanes razonablemente informados y, por tanto, legitimados para opinar y decidir. Tampoco nos indica si conoce la proporci¨®n de cu¨¢ntos espa?oles se sienten mal informados y cu¨¢ntos se enga?an a s¨ª mismos sobre su grado de informaci¨®n.
Pese a ello, tiene raz¨®n para recomendar el esfuerzo de todos por aportar al debate m¨¢s datos y mejor contrastados. Habr¨¢ tiempo para ello porque, sea cual fuere el resultado de las pr¨®ximas elecciones catalanas y espa?olas, la cuesti¨®n seguir¨¢ sobre la mesa durante bastante tiempo.
Josep M. Vall¨¨s es catedr¨¢tico em¨¦rito de ciencia pol¨ªtica (UAB).
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