Bofetadas en la oficina
El espect¨¢culo de humor f¨ªsico 'Blam!', lleno de referencias al cine de acci¨®n y al comic de superh¨¦roes, recala en Barcelona tras hacer re¨ªr a medio mundo
Las risas que brotaban del Pleasance Courtyard parec¨ªan resonar en todo Edimburgo. En el escenario principal (Grand) de este complejo de edificios universitarios que funcionan como teatros durante el popular festival de la ciudad se representaba Blam!, un espect¨¢culo imaginativo y disparatadamente divertido ¡ªhasta la astracanada ¡ª que ha hecho estallar en carcajadas a medio mundo con su humor f¨ªsico, de ca¨ªdas y bofetadas, y su juego de referencias a las pel¨ªculas de acci¨®n y de superh¨¦roes. Blam!, subtitulado Hollywood se cuela en la oficina, podr¨¢ verse del 7 al 25 de octubre en la Sala Barts de Barcelona. La verdadera hecatombe en la ofina que la danesa Kristj¨¢n Ingimarsson Company (por el nombre de su director) escenifica es la que todos los que trabajamos en una hemos so?ado montar alguna vez, especialmente cuando se cuelga el ordenador, se alarga la jornada, se pone estupendo el director o se declara en pertinaz estado de error la impresora. No habremos llegado a tanto como en Blam! pero m¨¢s de uno se ha zambullido en la papelera como en una piscina o se ha subido a la mesa gritando ¡°?Yo soy Espartaco!¡±.
En un Edimburgo tomado por las artes esc¨¦nicas y en cuyas calles se entremezclaban actuaciones tan variadas como el contorsionista punk que introduc¨ªa todo su cuerpo a trav¨¦s de una raqueta de tenis sin cordaje (descoyunt¨¢ndose los brazos) o el m¨¢s tradicional gaitero de los Gordon Highlanders, que tocaba Scotland the Brave en una esquina, Blam! era uno de los espect¨¢culos m¨¢s solicitados. Su despatarrante combinaci¨®n de humor absurdo, acrobacias, mimo, clown, gui?os al cine y al comic y banda sonora (el montaje es mudo aparte de los espl¨¦ndidos y sorprendentemente precisos efectos de sonido, las onomatopeyas y la m¨²sica), lo hace ideal para p¨²blicos familiares y especialmente para ni?os y j¨®venes avezados conocedores del mundo Marvel.
Blam!, heredero tanto de Buster Keaton como del profesor chiflado de Jerry Lewis y de los Monty Python, no es m¨¢s (ni menos) que una sucesi¨®n de gags hilvanados en una oficina cuyos tres empleados y su jefe d¨¦spota se aburren soberanamente y se entregan a imaginar y reproducir escenas de pel¨ªculas de acci¨®n y el comportamiento de los personajes de estas. El espect¨¢culo arranca con los oficinistas en sus cub¨ªculos frente a sus ordenadores entregados a sus cotidianos quehaceres y poco a poco se adentra en una espiral de actos cada vez m¨¢s enloquecidos que acaban creando un caos total en medio de una coreograf¨ªa de tortazos.
En la nueva l¨®gica de la oficina, los cajones de un archivador se convierten en los brazos de Iron Man o Robocop, el perchero deviene una ametralladora en manos de alguien que se cree Bruce Willis, Chuck Norris, o Rambo, y los l¨¢pices en los dedos de otro recrean las garras de Lobezno.
La hecatombe que montan los oficinistas es lo que todos hemos so?ado alguna vez
En esa oficina demenciada, cualquier humilde elemento ¡ªde los clips, los postis y la grapadora a la fuente de agua y la impresora¡ª se transforma en material de pel¨ªcula en una asombrosa muestra de ingenio. A destacar escenas como la de los oficinistas avanzando en un archivador como si de la lancha de Apocalypse now se tratara o la transformaci¨®n de uno de los empleados en Hulk. El ojo avezado reconocer¨¢ a Magneto, Darth Vader, escenas de Pulp Fiction, La jungla de cristal, Alien e incluso El silencio de los corderos y E.T. Convertidos en ninjas, superh¨¦roes, jedis, comandos o Rocky, los oficinistas avanzan devastadoramente por el despacho hasta un cl¨ªmax desmadrado al ritmo de Highway to hell de AC/ DC. En el Pleasance Grand el p¨²blico se mostr¨® encantado con el espect¨¢culo y lo despidi¨® entre aplausos y bravos.
¡°Perdemos cuatro litros al menos, por el sudor¡±, dec¨ªa entre bambelinas uno de los actores, Janus Elsig. Se lo curran, desde luego. Y aunque es cierto que se les va la mano no lo es menos que el g¨¦nero que practican se alimenta de la gamberrada y la desmesura. Advertidos quedan de que esto no es Shakespeare ni Brecht, ni el humor el de una comedia de Lubitsch.
¡°Cualquiera que trabaje en una oficina entiende los sentimientos de frustraci¨®n, aburrimiento y deseo de escapar como sea que manifiestan los personajes¡±, reflexiona Anders Skat, otro de los int¨¦rpretes, que recalca que usan en su show ¡°un mix de humor y sorpresa¡±. Para Joen Hojerslev, el secreto de la funci¨®n est¨¢ en su exactitud, en el timing del gag y en su sincronizaci¨®n con el sonido. Se?ala que el t¨ªtulo es un homenaje a Frank Miller y que pese a lo arriesgado de algunos gags en los que literalmente vuelan por los aires, no han tenido ning¨²n accidente m¨¢s all¨¢ de alguna torcedura.
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