Otra humanidad es posible
El CCCB vincula en una exposici¨®n arte y ciencia a trav¨¦s de rob¨®tica, inteligencia artificial y biotecnolog¨ªa
Uncanny valley, el valle inquietante, es la definici¨®n de la sensaci¨®n de malestar que experimentan los humanos cuando la tecnolog¨ªa asume apariencias antropom¨®rficas, demasiado parecidas a la realidad. Esta sensaci¨®n es la que persigue la pared de ojos rob¨®ticos incorp¨®reos de Louis-Philippe Demers, que siguen el visitante, apuntando a la importancia del movimiento ocular en el di¨¢logo no verbal entre humanos y m¨¢quinas. La obra forma parte de +Humanos. El futuro de nuestra especie, una exposici¨®n producida por la Science Gallery de Dubl¨ªn que despliega en el Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona (CCCB) una panor¨¢mica de las principales investigaciones contempor¨¢neas en el campo de la rob¨®tica, inteligencia artificial, biotecnol¨®gica y pr¨®tesis, todos recursos que aumentan las posibilidades del ser humano.
¡°El futuro no es un sitio, es un viaje y hay muchos caminos que se pueden recorrer¡±, afirma la comisaria del proyecto, la artista e investigadora Cathrine Kramer, conocida por The Center for Genomic Gastronomy, un proyecto que investiga el uso de las biotecnolog¨ªas en el campo de la alimentaci¨®n. Para +Humanos, Kramer ha elegido medio centenar de proyectos que parecen seguir el hilo conductor de la uncanny valley, por el desasosiego que en su gran mayor¨ªa provocan y los interrogantes que plantean. Un ejemplo es la M¨¢quina orgasm¨¢tica de Julijonas Urbonas, que expone los amantes a una gran fuerza gravitatoria de modo que la s¨²bita p¨¦rdida de ox¨ªgeno en el cerebro potencia el placer. Lo inquietante es que Urbonas utiliza la misma tecnolog¨ªa en Monta?a rusa eutan¨¢sica, dise?ada seg¨²n el artista ¡°para quitar la vida con humanidad y una ¨²ltima alegr¨ªa¡±.
No todas son angustiosas. Tambi¨¦n hay proyectos m¨¢s amables como el Casco desacelerador de Lorenz Potthast, que permite al usuario percibir el mundo a c¨¢mara lenta o la M¨¢quina Avatar de Marc Owens, un dispositivo port¨¢til que convierte la realidad en un simulacro de videojuego con el objetivo de cambiar los c¨®digos que rigen las relaciones entre los espacios f¨ªsicos y virtuales. Repartida en cuatro secciones, la muestra arranca con un ¨¢mbito dedicado a las capacidades aumentadas, que abarca desde un ejemplo de pr¨®tesis del siglo XIX hasta un laboratorio DIY (do it yourself, hazlo tu mismo) para fabricar en casa nuestros propios recambios corporales con impresoras 3D, pasando por las piernas de guepardo que permitieron a Aimee Mullins participar tanto en las Olimpiadas de Atlanta como en los desfiles del dise?ador Alexander McQueen. ¡°No se trata de discapacidades, sino de capacidades distintas. Los valores cambian. Si en el siglo XX el paradigma era m¨¢s fuerte, m¨¢s r¨¢pido y mejor, puede que en el siglo XXI sea m¨¢s feliz y m¨¢s saludable¡±, apunta Kramer.
Junto a robots desobedientes y retratos realizados bajo el efecto de diferentes drogas, no pod¨ªa faltar el ¨²nico cyborg legalmente considerado como tal, Neil Harbisson, que ha convertido su incapacidad de ver los colores en un proyecto art¨ªstico, haci¨¦ndose injertar quir¨²rgicamente un sensor que transforma los colores en m¨²sica. Tambi¨¦n hay proyectos de corte m¨¢s pol¨ªtico como los de Matt Kenyon, que presenta el Tardigotchi, un tamagotchi con un microorganismo vivo en su interior, que abre el debate sobre nuestro uso de las dem¨¢s especies vivas y un dispositivo port¨¢til vinculado a las fuentes de noticias que genera dolor f¨ªsico en su usuario cada vez que hay una baja en Medio Oriente. Lastima que, como muchos de los proyectos, no se pueden experimentar. La muestra, abierta hasta el 10 de abril, se completa con un intenso programa de actividades, que quiz¨¢s activar¨¢n algunas de las obras parad¨®jicamente encerradas en vitrinas de cristal.
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