Valencia (1995-2015): econom¨ªa, urbanismo y algunas cosas m¨¢s
Bajo el grito de 'I have a dream' de la alcaldesa, at¨¢bamos los perros con longanizas, hab¨ªa barra libre en los bancos y entre PAI y PAI nos entretuvimos con el juego del Monopoly en crear La Nueva Valencia
El periodo hist¨®rico que nos ocupa coincide con la ¨¦poca dorada del boom inmobiliario y su estrepitosa ca¨ªda, pero la ciudad, vieja matrona, siempre es algo m¨¢s que un puro lapso de tiempo y mira displicente y socarrona lo que vamos haciendo de ella, y c¨®mo son y piensan los que la habitan. Resumir en unas pocas l¨ªneas el pomposo t¨ªtulo que le hemos dado exig¨ªa alg¨²n hilo conductor, pero pronto descartamos tan vano prop¨®sito y optamos por ofrecer una visi¨®n poli¨¦drica (¡°en la nube¡± pues con tres dimensiones no ten¨ªamos ni para empezar), y hacerlo desde el humor, huyendo de cualquier impostaci¨®n pseudocient¨ªfica y doctoral. ?ste, estimado lector, ha sido el resultado.
La ciudad en el periodo se?alado admite un sinf¨ªn de met¨¢foras y el recurso a analog¨ªas y, sobretodo, a referencias f¨ªlmicas. Y lo hemos hecho sin preocuparnos en exceso del orden de aparici¨®n, El lector puede intentar poner orden en el puzzle, en este melting pot, y con un poco de suerte hasta se puede divertir con la miscel¨¢nea. Incluso, a lo Ferran Adri¨¤, puede identificar los ingredientes y construir o deconstruir su propia cocina de autor.
Iniciaremos el loco periplo con una referencia b¨ªblica: Venid conmigo y yo os llevar¨¦ a la tierra prometida¡ y yo ser¨¦ vuestra jefa. ?Les suena a algo? De la Biblia podemos pasar a la cineg¨¦tica: Valencia, el coto de Rita; sin olvidar la proliferaci¨®n en el per¨ªodo de aves rapaces de diferentes especies. Los amantes de la historia tienen tambi¨¦n motivo de reflexi¨®n sobre la habitual identificaci¨®n hagiogr¨¢fica entre sujeto e historia: ?se imaginan una Valencia sin Rita? Aunque como siempre, ser¨¢ la propia historia quien juzgue el papel de cada cual. Los 24 a?os de reinado de Rita Barber¨¢ bien pod¨ªan leerse a la luz de La resistible ascensi¨®n de Arturo UI de Bertold Brecht. Su populismo, su machacona repetici¨®n de t¨®picos y su prepotencia han sido realmente paradigm¨¢ticos. Incluso la disposici¨®n a su antojo de su peculiar guardia pretoriana (La Feria. El Puerto, la C¨¢mara, el Valencia Convention Bureau,¡) le daban un aire de irritada e irritable ¡°cesarina¡±, con sus cansinos y coloreados atributos externos.
Tambi¨¦n nos es ¨²til la microbiolog¨ªa. Esta ciudad ha padecido en el periodo se?alado una evidente anaerobiosis (falta de ox¨ªgeno), lo cual ha generado una modificaci¨®n gen¨¦tica en parte de sus habitantes convertidos ya en bacterias anaer¨®bicas. Esta adaptaci¨®n darwiniana, como ¨²ltimo recurso de supervivencia mental, es la que ha dado pie a lo que algunos han llamado la Valencia subcut¨¢nea, colectivo formado por miles de ciudadanos (generalmente j¨®venes y con esmerada y costosa formaci¨®n) que se han empe?ado en seguir practicando artes varias (el dise?o, las webs, los book coffees , bares de copas y mil y un inventos que a duras penas les permit¨ªan llegar a fin de mes). Una vasta colecci¨®n de aldeanos que han ocupado el centro hist¨®rico de la ciudad o alguno de sus ensanches y que les han exprimido todo su jugo relacional.
Esta nueva tribu urbana no ha agotado sin embargo el cambio esc¨¦nico. Miles de magreb¨ªs, ecuatorianos, subsaharianos, eslavos, ucranianos, rumanos y b¨²lgaros se han sumado a la legi¨®n de nuevos valencianos (no confundir con los buenos valencianos de Alberto Fabra y su demencial c¨®digo identitario alumbrado en v¨ªsperas de la debacle electoral del PP). Una pl¨¦yade que poco ha tenido que ver con los t¨®picos de La ciudad no es para m¨ª del inefable Paco Mart¨ªnez Soria. No han venido de ¡°catetos¡± para que nos riamos de ellos, sino como puros y duros trabajadores para ayudar a mantener ¡°nuestro nivelazo de vida¡± y de paso intentar vivir dignamente, aunque alejados de sus tierras de origen y albergados en h¨¢bitats y periferias relativamente s¨®rdidas (Hombre rico, hombre pobre de Nick Nolte o Barrio Rico, barrio pobre de Thais Villas). Y pese a su tes¨®n, muchos han tenido que volver a hacer las maletas cuando se acab¨® el milagro.
Nuestra afici¨®n musical (tan obvia y positiva como maltratada) tambi¨¦n nos viene al pelo para hablar de otro peculiar comportamiento social. Nos referimos a la ya famosa Orquesta del Tit¨¢nic, aunque, para no privarnos de nada, aqu¨ª hemos tenido dos versiones: la de aquellos m¨²sicos que se aferraban a tocar la misma melod¨ªa de siempre (¡°no hay burbuja, no hay crisis¡±) y la de aquellos otros de la tribu de los anaerobios que tambi¨¦n segu¨ªan siempre tocando melod¨ªas al estilo de Lo que el viento se llev¨®, anunciando el fin de la pesadilla y recordando que el cementerio est¨¢ lleno de imprescindibles.
Aparte de las nuevas y viejas tribus y de las nuevas aves invasoras llegadas a nuestro espacio a¨¦reo, la ciudad ha vivido dos per¨ªodos n¨ªtidamente diferenciados. Entre 1995 y 2008 esto fue Jauja, La Quimera del Oro, Golfus de Roma, La ¨®pera de los tres centavos, Con Faldas y a lo Loco,¡. Bajo el grito de guerra de I Have a Dream de la alcaldesa, at¨¢bamos los perros con longanizas, hab¨ªa barra libre en los bancos y entre PAI y PAI nos entretuvimos con el juego del Monopoly en crear La Nueva Valencia, en querer prolongar una decadente e insultante avenida, en llenar de glamour la Marina Real¡ Y como los Dioses hab¨ªan encomendado a la cesarina que estuvi¨¦ramos bien visibles en el globo terr¨¢queo optamos por lo m¨¢s grande (ande o no ande): la visita del Papa, la Copa Am¨¦rica, la F-1 y como no, el ¡°complejo calatraviano¡±, magn¨ªfica aportaci¨®n de la Generalitat Valenciana, que ha generado millones de ???ohhhh!!! al hacernos la foto, seguidos por millones de !!! ahhhh!!! al comprobar la ofensiva vacuidad de estos nuevos espacios. No sabemos si al Gary Cooper (Frank Lloyd Wright) de El Manantial le har¨ªa mucha gracia este ¡°ligero trastorno valenciano¡±, aportado desde Suiza a la eterna lucha entre forma y funci¨®n.
El otro periodo (2008-2015) estuvo marcado por el quinto jinete del apocalipsis travestido de Lehman Brothers, que derrumb¨® el castillo de naipes y nos record¨® el famoso cuento del emperador desnudo. Por si no fuera bastante castigo, cuando ya hab¨ªa pasado el primer shock de la crisis, primero Zapatero (tontamente pues pod¨ªa y deb¨ªa haber dimitido y convocado r¨¢pidamente elecciones) y luego Rajoy (?las iniciativas para alguna otra vida, suponiendo que existan?), rindieron pleites¨ªa a las recetas ¡°merkelianas¡± de austeridad sin l¨ªmite y asistimos impotentes a un rosario de recortes del estado del bienestar, a una disminuci¨®n de las rentas disponibles y a una reducci¨®n dr¨¢stica de las inversiones. La econom¨ªa se empeque?eci¨® y los mercados no parecen ¡°confiar¡± en nuestra flamante recuperaci¨®n llena de ¡°minijobs¡± y precariedad o de paro sin cobertura alguna.
Estos romanos/valencianos est¨¢n locos, como dec¨ªa Asterix. Y eso es lo que pensaban mentes ilustres (Krugman) y tambi¨¦n la gente de la calle. Y pese a la anomia generalizada (?acoquinamiento tal vez?), provocada por a?os de opi¨¢ceos, el personal empez¨® a hacer o¨ªr su voz en la calle: la vergonzosa y vergonzante respuesta al accidente de Metrovalencia soliviant¨® al com¨²n, como sucedi¨® con el cierre de la RTVV. Los j¨®venes del 14 M que tomaron las plazas, ¡°perroflautas y yayoflautas¡±, y las sucesivas mareas en defensa de la sanidad y la educaci¨®n, anunciaban cambios mientras los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n se suced¨ªan y enervaban a m¨¢s de uno. No llegamos a los niveles de D¨ªas de Furia, pero el patio se anim¨® ¡°in crescendo¡± hasta desembocar en las ¨²ltimas elecciones de mayo de 2015. Pasamos de la ¡°cesarina¡± a Joan Rib¨®, que no es poco, y se abrieron esperanzas todav¨ªa por concretar. Tiempo al tiempo, confiemos en su buen hacer. Mientras tanto, algunas ingenuidades, algunas improvisaciones y una vela encendida a quien corresponda para que esto dure m¨¢s de cuatro a?os y no vuelvan los b¨¢rbaros de Kavafis, ni la versi¨®n ¡°joseantoniana¡± del se?or Rivera. Hay mucho que regenerar (ah¨ª est¨¢ el futuro de nuestras ciudades), muchas ideas que desarrollar, muchos solares que completar, muchos espacios que redefinir (?qu¨¦ fue de la unidad y coherencia que deb¨ªan tener los distintos tramos del Jard¨ªn del Turia?, ?qu¨¦ fue del agua en el Tramo 2?), muchas calles que peatonalizar, muchos ¨¢rboles que plantar (adecuadamente y sin interferencias visuales), muchos bolardos que quitar, muchos edificios que rehabilitar, muchas arquitecturas que reivindicar y recuperar,¡, y para ello contamos con muchos y buenos profesionales y con la necesaria y siempre beneficiosa proximidad de los ciudadanos. De momento, todos estamos buscando el ¡°b¨¢lsamo de Fierabr¨¢s¡±, el ¡°nuevo modelo productivo¡±, y ensayando nuevas formas de gobierno que a veces caen, desgraciadamente, en el ¡°buenismo¡±. Pero mantengamos viva la llama, por amistad, y confiemos que los buenos prop¨®sitos nos alejen del averno y del malevo.
Am¨¦n, es decir, que as¨ª sea (y que veamos esta regeneraci¨®n pronto)
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