El coraje moral
La sociedad catalana es liberal, uno puede ser lo que quiera y opinar como le d¨¦ la gana, menos en una cosa: el nacionalismo, la identidad, la lengua catalana y ahora la independencia
No conoc¨ªa al actor Viggo Mortensen ni de nombre, tal es mi desconocimiento del cine actual. Pero fue entrevistado en La Vanguadia hace unos d¨ªas y una respuesta me llam¨® mucho la atenci¨®n. Se le preguntaba: ¡°?Qu¨¦ admira en los otros?¡±. Y respond¨ªa: ¡°El coraje moral, no dejar de hacer o de decir lo que piensas por miedo a convertirte en enemigo de tus amigos o amigo de tus enemigos. No ser presa de ideolog¨ªas, de ideas preconcebidas o de lo que piensen los dem¨¢s sobre ti¡±. Siempre leer¨¦ las entrevistas o los escritos de Mortensen, por lo visto un gran actor, en cualquier caso, un tipo decente.
Cuando se dice que, a consecuencia del proceso separatista, la sociedad catalana est¨¢ partida por la mitad, dividida y fracturada, no significa que haya dos bandos claros en continua lucha entre ellos sino que en un bando ha faltado y, con excepciones, sigue faltando, coraje moral, es decir, arrestos suficientes para que en un tema, un solo tema, el monotema, decir lo que se piensa sin miedo a que te pueda convertir en enemigo de tus amigos o amigo de tus enemigos.
En una sociedad liberal, las ideas de cada uno no pueden ser objeto de coacci¨®n alguna y pueden expresarse con total libertad. Por tanto, no hace falta coraje moral, decir lo que se piensa es lo normal. En la mayor¨ªa de las cuestiones, la sociedad catalana es liberal: uno puede ser lo que quiera, opinar como le d¨¦ la gana, ser de derechas o izquierdas, religioso, ateo o agn¨®stico, heterosexual u homosexual, es liberal en todo menos una cosa: en el nacionalismo, la identidad, la lengua catalana, ahora la independencia, todo eso.
En este punto, media Catalu?a es profundamente antiliberal y a quienes no piensen en voz alta como ellos, es decir, de acuerdo con los c¨¢nones oficialmente prescritos, se les deforman sus ideas hasta extremos grotescos, se les amenaza para infundirles miedo y, si no rectifican su conducta, de forma directa o indirecta, gen¨¦rica o concreta, se les expulsa de la comunidad. Esto es as¨ª hoy, esto es as¨ª desde hace muchos a?os.
Un ej¨¦rcito de escribanos al servicio del r¨¦gimen, amparados en el poder auton¨®mico y con grandes medios a su disposici¨®n, se encarga de ello. Y como los que deber¨ªan hablar callan, el resto de la sociedad, en sus relaciones privadas, calla tambi¨¦n y, en muchos casos, da la raz¨®n a esta virtual mayor¨ªa que, al final, lo acabar¨¢ realmente siendo. Es la tan famosa, como mal entendida, ¡°espiral del silencio¡±.
En efecto, la espiral del silencio es un proceso mediante el cual un punto de vista llega a dominar la escena p¨²blica cuando los dem¨¢s ¡ªaunque al principio sean mayor¨ªa¡ª abandonan y enmudecen. En este sentido, como sosten¨ªa la soci¨®loga alemana Elisabeth Noelle-Neumann, en una contienda gana quien tiene m¨¢s ¡°energ¨ªa, entusiasmo, ganas de expresar y exhibir sus convicciones¡±.
La espiral del silencio es un proceso mediante el cual un punto de vista llega a dominar la escena p¨²blica cuando los dem¨¢s abandonan y enmudecen
No hay duda que la escena p¨²blica catalana ha sido protagonizada durante d¨¦cadas por los nacionalistas, de unos u otros partidos, y los dem¨¢s, con excepciones, han ido transigiendo y acomod¨¢ndose a la situaci¨®n con la solidez y aguante del membrillo, es decir, con la moral baja, el ¨¢nimo deca¨ªdo, los complejos a flor de piel y admitiendo culpas imaginarias. En estos casos, al final, siempre vencen los m¨¢s en¨¦rgicos, los que est¨¢n impulsados por un ideal claro, los dotados del ¨ªmpetu que suministra la virt¨´ maquiaveliana.
Durante 35 a?os, se ha ido creando una situaci¨®n en la que muchos catalanes han cambiado de ideas y han entrado en el consenso nacionalista, entre otras, por dos conocidas razones: apuntarse al bando que creen vencedor y tener miedo a quedar socialmente aislado. Para conseguirlo, los nacionalistas han seguido una vieja estrategia: primero, intentar persuadir, si no es suficiente, amenazar y, por fin, excluir. La exclusi¨®n de algunos irradia a los dem¨¢s para que el miedo psicol¨®gico se interiorice y mute en convencimiento. De ah¨ª la ampliaci¨®n del consenso nacionalista.
Entre quienes pueden ser escuchados en Catalu?a, el miedo ha vencido al coraje moral, esa gran virtud, tan admirada por Viggo Mortensen. No es extra?o, pues, que los sin voz ni siquiera se atrevan a hablar del monotema con los amigos, compa?eros de trabajo, familiares. Una triste y anormal situaci¨®n, muestra de la precariedad democr¨¢tica de Catalu?a. Un foso del que no ser¨¢ f¨¢cil salir.
Francesc de Carreras es profesor de Derecho Constitucional
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