Bandazos a ciegas
Lo que los gobiernos extranjeros no verbalizan, pero sienten, es estupor por la falta de respuesta pol¨ªtica del Gobierno Rajoy ante el hecho constatado de que un 48% de los ciudadanos catalanes no quieren seguir siendo espa?oles
Se precisar¨¢n tiempo y perspectiva para hacer del asunto un an¨¢lisis pausado, sistem¨¢tico y formal. Pero, ahora mismo, da la impresi¨®n de que las reacciones del establishment espa?ol ante el reto independentista catal¨¢n se vienen moviendo en zigzag, a bandazos, de modo ciclot¨ªmico, oscilando entre el desd¨¦n y el p¨¢nico. Seguramente, tan impostados el uno como el otro.
Veamos. Sin duda alguna ¡ªechen un vistazo a Google¡ª, el sustantivo m¨¢s utilizado en los ¨²ltimos meses por los adversarios pol¨ªticos, intelectuales o medi¨¢ticos del secesionismo ha sido ¡°locura¡±. Con todos sus sin¨®nimos y variantes, claro: desatino, desvar¨ªo, idea descabellada, enajenaci¨®n... El concepto de ¡°independentistas enloquecidos¡± ¡ªo, en la versi¨®n m¨¢s amable, ensimismados y ajenos a la realidad como don Quijote¡ª se ha convertido en trending topic de art¨ªculos, editoriales y discursos; y personas aparentemente juiciosas han llegado a sugerir que, para resolver el problema, deber¨ªan despacharse a Catalu?a trenes llenos de psiquiatras. Una variante de esta lectura despectiva ha sido la clave delincuencial: los principales promotores del proceso son s¨®lo unos g¨¢ngsters de cuello blanco que quieren ocultar sus trapacer¨ªas; y Artur Mas, en particular, es un gobernante catastr¨®fico y un cad¨¢ver pol¨ªtico ambulante, un walking death.
Lo curioso del caso es que, simult¨¢neamente a tales descripciones del ¡°manicomio catal¨¢n¡± o de la ¡°mascarada independentista¡± liderada por un muerto, las mismas tribunas expon¨ªan alarmad¨ªsimas comparaciones entre el movimiento soberanista y el orangismo norirland¨¦s (seg¨²n eso, aqu¨ª los cat¨®licos oprimidos ser¨ªan los unionistas...), o trazaban inquietantes paralelismos con el fascismo italiano, el nazismo alem¨¢n; con los peores totalitarismos del siglo XX, en fin. Seg¨²n ha sentenciado alguien, el separatismo catal¨¢n es ¡°el c¨¢ncer de Europa¡±. Naturalmente, la iniciativa parlamentaria anunciada la pasada semana por Junts pel S¨ª y la CUP agudiz¨® el registro melodram¨¢tico y alarmista: ¡°golpe a la democracia¡±, ¡°acto de provocaci¨®n¡±, ¡°mot¨ªn a sofocar¡±, ¡°irresponsabilidad¡±, ¡°pugna antidemocr¨¢tica¡±, ¡°golpe de Estado institucional¡±... Pero ni a¨²n as¨ª borr¨® el desd¨¦n: todav¨ªa este s¨¢bado, el ministro del Interior, Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz, situaba el proceso independentista ¡°entre el vodevil y el desprop¨®sito¡±. Pues es llamativo que, para hacer frente a una farsa o a un problema de insania mental colectiva, haya habido que involucrar a Barack Obama, a Angela Merkel, a Nicolas Sarkozy, a Ban Ki-moon, al Partido Popular Europeo en pleno, a toda la c¨²pula de la UE y hasta al Consejo de Seguridad de la ONU.
Desgraciadamente, Espa?a no es Alemania, ni Reino Unido, ni B¨¦lgica, ni siquiera Francia
Lo que los gobiernos extranjeros no verbalizan, pero sienten, es estupor a la vista de la falta de respuesta pol¨ªtica ¡ªlas gesticulaciones y amenazas no lo son¡ª del Gobierno Rajoy ante el hecho constatado de que un 48% de los ciudadanos catalanes no quieren seguir siendo espa?oles. Estoy de acuerdo: el resultado del 27-S no legitima suficientemente un proceso unilateral de independencia. Pero supongamos que unas elecciones regionales en Baviera o en el Sarre hubiesen dado el 48% de los votos y mayor¨ªa absoluta de esca?os a fuerzas expl¨ªcita e inequ¨ªvocamente partidarias de separar uno u otro de esos l?nder de la Rep¨²blica Federal y constituirlo en Estado independiente. ?Imaginan ustedes que la reacci¨®n de la canciller Merkel consistir¨ªa en atrincherarse tras la intangibilidad de la Ley Fundamental de Bonn de 1949, en reforzar los poderes del Tribunal Constitucional de Karlsruhe, en preparar la suspensi¨®n del autogobierno del land rebelde? Basta ver c¨®mo est¨¢ negociando con el Gobierno b¨¢varo sobre el peliagudo tema de los refugiados para saber que no.
Desgraciadamente, Espa?a no es Alemania, ni Reino Unido, ni B¨¦lgica, ni siquiera Francia, donde una eventual mayor¨ªa independentista en la Asamblea de C¨®rcega (ahora hay 3 diputados sobre 51) desatar¨ªa un alud de iniciativas pol¨ªticas y propuestas de reforma. Espa?a es el pa¨ªs que, enfrentado hace 120 a?os a su anterior gran desaf¨ªo territorial, resumi¨® por boca del presidente del Gobierno, Antonio C¨¢novas del Castillo, la f¨®rmula idiosincr¨¢tica para responder a tales retos: ¡°Defenderemos nuestra soberan¨ªa en Cuba hasta el ¨²ltimo hombre y la ¨²ltima peseta¡±. No hace falta recordar que cay¨® el ¨²ltimo hombre, se gast¨® la ¨²ltima peseta... y se perdi¨® Cuba.
Le¨ª aqu¨ª mismo el pasado lunes que el exministro Josep Piqu¨¦ reclama al Gobierno central capacidad y voluntad para seducir a los catalanes. Mucho me temo, querido Josep, que las t¨¦cnicas de seducci¨®n de Rajoy ante el independentismo son semejantes a las de C¨¢novas: del general Weyler a la brigada Aranzadi.
Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador
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