25 a?os de aluminosis en el Tur¨® de la Peira
La periodista Laura de Andr¨¦s reconstruye en ¡®Vides apuntalades¡¯ la historia del barrio que levant¨® Sanahuja


¡°Fue el precio a pagar del desarrollismo, una chapuza del Franquismo que se comi¨® la democracia¡±. Es la s¨ªntesis que la periodista Laura de Andr¨¦s hace del drama que el barrio del Tur¨® de la Peira afront¨® cuando el 11 de noviembre de 1990 se hundi¨® el n¨²mero 33 de la calle del Cad¨ª. Un hundimiento que provoc¨® la muerte de una vecina, Ana Rubio, y que constat¨® lo que los vecinos llevaban a?os sospechando: el barrio de 196 edificios y 4.000 viviendas levantado por Rom¨¢n Sanahuja entre 1953 y 1961 se deshac¨ªa como un azucarillo por culpa del cemento aluminoso (mal) usado. En los siguientes 13 a?os 11 manzanas con 142 edificios tuvieron que ser completamente rehabilitadas y se derribaron y volvieron a levantar cinco manzanas (54 edificios).
Los vecinos conviv¨ªan con 2.000 puntales en sus pisos on el sentimiento de humillaci¨®n de quien hab¨ªa puesto su ilusi¨®n en una vivienda en la que entraron procedentes de una chabola
Han pasado 25 a?os y de Andr¨¦s reconstruye la historia del Tur¨® de la Peira en Vides Apuntalades (Editorial UOC). No s¨®lo de c¨®mo lo afrontaron los vecinos. Sino del contexto en el que se levant¨® a toda velocidad un barrio para dar cobijo a barraquistas de Barcelona: ¡°El barraquismo horizontal se sustituy¨® por otro vertical¡±, afirma la autora. Chabolistas procedentes del ¨¦xodo del campo que fueron duramente tratados hasta el punto de que en 1949 el Ayuntamiento cre¨® el Servicio Municipal para la Represi¨®n de Nuevas Barracas y Ampliaci¨®n de las existentes. Y mientras con una mano reprim¨ªa, con la otra, la Administraci¨®n, presionada para dar respuesta a la migraci¨®n, abr¨ªa la mano a la incorporaci¨®n de la iniciativa privada en la pol¨ªtica de vivienda ¡°de renta limitada¡± y redactaba un Plan Parcial a medida de Sanahuja.
La autora reconstruye, apoy¨¢ndose en testimonios, la asociaci¨®n de vecinos, archivos y hemeroteca, c¨®mo Sanahuja emple¨® para construir viviendas un cemento, el aluminoso, que aceleraba 28 veces los plazos de construcci¨®n del portland ¡ªque Francia hab¨ªa casi prohibido desde 1943 para hacer obra p¨²blica¡ª y encima lo us¨® mal; por m¨¢s que su proveedor, Cementos Molins, asegur¨® que las instrucciones en los sacos eran correctas.
El reportaje recuerda c¨®mo las administraciones ignoraron las alertas de los expertos en construcci¨®n; evoca las quejas no escuchadas de vecinos humildes cuando vieron que el barrio se resquebrajaba entre manchas de humedad y ruidos sospechosos; y rememora casos de hundimientos de edificios y escuelas en pa¨ªses europeos en los 70.

En 1989, a instancias del colegio de Arquitectos, el Ayuntamiento hizo un estudio demoledor que cifraba en 400 las viviendas deterioradas y alert¨® de que ser¨¢n necesarios ¡°mil millones de pesetas para reparar el envejecimiento prematuro¡±. Tras el hundimiento del 11 de noviembre de 1990 las Administraciones se cruzaron reproches que escond¨ªan ¡°el verdadero quid de la cuesti¨®n: ?qui¨¦n pagaba el desastre?¡±, dice de Andr¨¦s, que en el libro documenta el rastro de la aluminosis en el conjunto de Catalu?a. Solo en el Tur¨® hab¨ªa lesiones en el 43% de los forjados.
El caso de la aluminosis del Tur¨® de la Peira se archiv¨® en 1993 sin culpables. ¡°El juez no halla razones de peso para que nadie pague las consecuencias penales del siniestro¡±, escribe de Andr¨¦s. Las Administraciones no estaban obligadas a inspeccionar las viviendas. La Generalitat no difundi¨® una circular informativa sobre el uso de cemento aluminoso porque no estaba obligada jur¨ªdicamente a hacerlo. Cementos Molins vend¨ªa un cemento con la patente en regla y autorizado. Tampoco se responsabiliza a Sanahuja, pese a que el juez entiende que ¡°los cementos fueron m¨ªnimos y hechos deficientemente¡± y que si la relaci¨®n entre agua y cemento hubiera sido adecuada y los ¨¢ridos no hubieran sido gran¨ªticos ¡°casi con toda seguridad no se hubiera producido el hundimiento del edificio¡±.
El caso de la aluminosis del Tur¨® de la Peira se archiv¨® en 1993 sin culpables. ¡°El juez no halla razones de peso para que nadie pague las consecuencias penales del siniestro¡±.
Mientras, en el Tur¨® los vecinos conviv¨ªan con 2.000 puntales en sus peque?os pisos y muchos con el sentimiento de humillaci¨®n de quien hab¨ªa puesto todos sus esfuerzos e ilusi¨®n en una vivienda en la que entraron procedentes de una chabola. Emocionantes testimonios que recoge de Andr¨¦s en Vides apuntalades. Como el de Jos¨¦ Molina: lleg¨® al Tur¨® con cinco a?os procedente de La Perona, creci¨® en el barrio, presidi¨® la Asociaci¨®n de Vecinos, se hizo abogado y acab¨® ejerciendo de abogado contra Sanahuja. ¡°El Tur¨® fue v¨ªctima de la desidia y la corrupci¨®n del Gobierno franquista que sabiendo que el cemento no se pod¨ªa utilizar lo permiti¨® para hacer vivienda ante la necesidad imperiosa de alojar a las hornadas de inmigraci¨®n de los 40, 50 y 60 a cualquier precio y no teniendo en cuenta las m¨ªnimas garant¨ªas de calidad¡±. ¡°No se pudo inculpar a nadie porque entre todos la mataron y ella sola se muri¨®¡±, dice quien represent¨® a los vecinos ¡°con la presi¨®n de tener todo un barrio detr¨¢s y de querer responder con rigor¡±.
Antonio Silva, actual presidente de la asociaci¨®n, que durante d¨¦cadas tuvo una zapater¨ªa en el barrio, subraya tres cuestiones: lo que consigui¨® la lucha vecinal, ¡°el miedo que todav¨ªa tiene mucha gente que no quiere hablar¡±, y lo que ¡°ha ganado el barrio¡± tras el desastre: ¡°un ambulatorio, dos centros c¨ªvicos, aceras decentes y ocho bloques nuevos¡±.
Con Vides apuntalades, Laura de Andr¨¦s cierra la trilog¨ªa que arranc¨® con los anteriores libros sobre el estraperlo (El preu de la fam) y las barracas (La lluita dels invisibles). Siempre con el mismo objetivo: ?Cu¨¢ntos a?os tienen que pasar para que podamos hacer memoria hist¨®rica? ¡°Los hechos recientes son dif¨ªciles y dolorosos de estudiar. Hay que respetar a quienes no quieren hablar, hay que dejar cerrar heridas, pero tambi¨¦n dejar hablar a quien quiera", afirma. Y lamenta que adem¨¢s de la herida, los vecinos tengan que soportar el estigma de ser ¡°del barrio de la aluminosis¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
