Por un pu?ado de votos
En el Parlament se ha presenciado un g¨¦nero que podr¨ªa llamarse 'escudella western'
Igual que en Esplugues City se filmaron anta?o montones de espaguetis w¨¦stern, en estos ¨²ltimos d¨ªas se est¨¢ presenciando en el Parlament un g¨¦nero que podr¨ªa llamarse escudella w¨¦stern. Lo que ocurri¨® este jueves es parecido a lo que sigue.
¡°Bien, hoy es jueves¡±, fue lo primero que dijo Mas al tomar palabra. El jueves hab¨ªa llegado igual que el tren de Gary Cooper en Solo ante el peligro, y Artur Mas hab¨ªa vuelto. El pacificador. El hombre de las pistolas de oro andorrano llamado por los due?os del rancho para que pusiese orden en el poblado. Requerido por los viejos amos para que controlase al personal, mientras ellos hac¨ªan tratos con los buscadores de oro de Alaska y otros pegamoides. Luego ocurrieron muchas cosas, la gente se revolucion¨® y al final el vaquero, para salvar el cuello, declar¨® la independencia de la ciudad sin ley. Desde ese momento no dejaron de pasar m¨¢s cosas todav¨ªa. Mas regres¨® aquel jueves trasponiendo el ocaso, lejano y solitario. Ten¨ªan que reelegirle pero ya hab¨ªa demasiados que no se fiaban de ¨¦l. Llevaba una camisa blanca reci¨¦n planchada y el m¨¢s terrible de sus trajes, el m¨¢s gris, el m¨¢s ceniciento, el traje de las derrotas. Solemnidad de amortajado. Enfadado, decepcionado, humillado y ofendido, Mas, conocido en el Oeste como el President en Funciones, iba a emplear sus ¨²ltimas energ¨ªas en manifestar indignaci¨®n, el m¨¢s eg¨®latra de los sentimientos.
La historia es que aquel jueves tambi¨¦n la pandilla que aterrorizaba a los bancos hab¨ªa votado de nuevo contra el vaquero. Su cabecilla se llamaba Ba?os. Traje de rayas con chaleco, gafas redondas, pelo revuelto, barba con lecturas, Antonio Ba?os era adem¨¢s el Doc, el m¨¦dico que ejerc¨ªa clandestinamente. Aunque nadie sab¨ªa si era matasanos de verdad, sab¨ªa cerrar heridas. Pero aquel jueves no pod¨ªa salvar al vaquero y mov¨ªa la cabeza con expresi¨®n fat¨ªdica. Sinti¨¦ndolo de coraz¨®n. Tanto, que si todo sal¨ªa mal estaba dispuesto a decir: ¡°Fue un gran tipo¡±. Alternaba su mirada entre el agonizante y el reloj de bolsillo, porque en el fondo sab¨ªa que todo se hab¨ªa reducido a una cuesti¨®n de tiempo. Sin embargo el reloj por el que se reg¨ªa su grupo salvaje ten¨ªa un tictac propio, iba m¨¢s despacio que el pulso del President en Funciones, y nadie acertaba a decir cu¨¢nto m¨¢s rato se pod¨ªa pasar as¨ª.
Fue el brujo Llu¨ªs Rabell, conocido en la reserva como Vecino Sentado, quien habl¨® en nombre de los pieles rojas, que hab¨ªan decidido convertirse en pieles moradas, y de nuevo pidi¨® un refer¨¦ndum sobre las praderas. Luego vino el sheriff Albiol, que era muy popular. Alto de barrio, que no de barrio alto, era un tipo tranquilo que hablaba despacio, y al que siempre se le escapaba alguna cosa que hac¨ªa re¨ªr a todos. Esta vez le recomend¨® a Mas, mientras parec¨ªa agonizar en brazos del Doc, que si no quer¨ªa dejarse salvar por la gente popular como ¨¦l, lo intentase a toda costa en brazos de Arrimadas o en brazos de Iceta, como si ambos fuesen sus alguaciles. Pero In¨¦s Arrimadas se hab¨ªa ido la noche anterior con su caravana de ciudadanos en busca de terrenos constitucionales donde encontrar pareja. Y Miquel Iceta, el juez de la cantina, acababa de poner el rev¨®lver sobre un libro de leyes escrito en un idioma extra?o. Entonces, cuando parec¨ªa que todo iba a terminar para siempre, Mas mir¨® hacia donde estaban los tramperos, los cazadores de recompensas y los granjeros para recordarles que a¨²n le quedaba en el bolsillo una bala marcada.
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