Barral, memorias con puntos y comas
Una edici¨®n re¨²ne revisadas las tres entregas de recuerdos del m¨ªtico editor
¡°El presente es solo una hip¨®tesis de la memoria (lo que tampoco es mala idea central para el poema Extrav¨ªos)¡±. Lo escribe Carlos Barral en su Gran Cuaderno Blanco (eso: tapa blanca, tipo folio), que va de junio de 1980 a abril de 1989. Los palitos de las letras suben y bajan muy por encima de la l¨ªnea media, en una letra bastante clara. En el Gran Cuaderno Verde (1957-1961, tapa verde, claro), hay incluso el dibujo a la sanguina de una chica desnuda en la playa. De libretas as¨ª se nutrieron los tres famosos libros de memorias del editor y poeta: A?os de penitencia (1975, sobre los a?os 40), Los a?os sin excusa (1978, del periodo 50-60) y Cuando las horas veloces (1988, de finales de los 60 a principios de los 80). Los tres aparecen ahora, junto a dos cap¨ªtulos de inconclusos recuerdos de infancia, en una edici¨®n de un solo volumen por primera vez con una pulcritud ortotipogr¨¢fica e im¨¢genes in¨¦ditas en Memorias (Lumen), presentados ayer en la Biblioteca de Catalunya, depositaria del fondo de Barral y donde, entre otros documentos, se exhiben esos cuadernos.
¡°Es sorprendente que el editor m¨ªtico del siglo XX espa?ol tuviera unas memorias tan mal editadas; no se preocup¨® nunca de los detalles: estaban llenas de incongruencias tipogr¨¢ficas y la puntuaci¨®n era demasiado intuitiva: hay muy pocos escritores en Espa?a que sepan puntuar; excepto Jaime Gil de Biedma¡±, fija Andreu Jaume, precisamente editor de los diarios in¨¦ditos del poeta y ahora responsable de esta edici¨®n del compa?ero de aquel en la Generaci¨®n de los 50.
Jaume no duda en calificar de ¡°obra maestra de la prosa espa?ola contempor¨¢nea¡± y de ¡°gran monumento memorial¨ªstico¡± los textos de Barral, que s¨®lo tiene parang¨®n, ¡°en castellano, con los de Corpus Bargas y, en catal¨¢n, con las memorias de Josep Maria de Sagarra o el Quadern gris de Josep Pla¡±. Sustenta esa tesis, primero, en un estilo de prosa memorial¨ªstica deudora de su poes¨ªa, fijada ya en Metropolitano (su autorizaci¨®n administrativa, de junio de 1957, puede verse en la muestra) y que depurar¨¢ en una prosa de ¡°frase larga y rico l¨¦xico, nada sencillo, que va en contra del uso popular de la lengua, buscando ¨¦timos, el valor original, lo que est¨¢ m¨¢s cercano del lat¨ªn, es quien en el siglo XX tiene en Espa?a mejor nexo con Ovidio, Lucrecio o Catulo¡±, recita Jaume. Y a¨²n as¨ª, su prosa y su modelo de lengua ¡°es muy capaz de nombrar muy bien lo m¨¢s ¨ªntimo y lo m¨¢s pol¨ªtico, no hay tradici¨®n en espa?ol de eso y ¨¦l supo encontrar un lenguaje de la intimidad, siguiendo a franceses como Saint-Simon; pero cuando lo necesit¨® no tuvo problemas en bajar al lenguaje s¨®rdido¡±.
Barral dict¨® en parte sus memorias, en especial 'A?os de penitencia'
A pesar de ese planteamiento discursivo y ¡°restallante, le gustaba que su lengua tuviera relieve¡±, mantiene Jaume que Barral dict¨® en parte sus memorias, en especial A?os de penitencia. ¡°Dec¨ªa Gil de Biedma que o¨ªrle dictar era ¡®como si Carlos se poseyera a s¨ª mismo¡¯, y esa facilidad era fruto de su pr¨¢ctica editorial, de dictar cartas y contraportadas¡±. Cree el editor que eso tono tambi¨¦n puede apreciarse en el segundo y tercer volumen, que tienen ¡°un punto oral, de alta conversaci¨®n¡±.
Empez¨® Barral queriendo escribir ¡°un libro sobre los a?os 40, nunca pens¨® en las memorias, sino en hacer un retrato coral en el que ¨¦l fuera s¨®lo un objeto reflectante de una ¨¦poca¡±, mantiene Jaume. Como por suerte para los lectores, Barral ten¨ªa ¡°el don de la irresponsabilidad¡±, reflej¨® sin miedo ¡°la hipocres¨ªa de su clase social y la confusi¨®n ideol¨®gica de Espa?a, de la misma manera que habla del despertar de la sexualidad¡±.
A?os de penitencia es la parte ¡°m¨¢s impresionante, una obra maestra que tiene poco que envidiar a algunas piezas de Mars¨¦ o de Benet¡±, seg¨²n Jaume; de la segunda entrega, recomienda la cr¨®nica de los a?os de los premios internacionales de Formentor que promovi¨® el propio Barral, mientras que de la tercera resalta ¡°la decadencia del mundo editorial, prof¨¦tica en e1988l, contada de forma cruda y valiente¡±. Resumiendo: ¡°un testimonio hist¨®rico impagable de la de la segunda mitad del siglo XX en lo pol¨ªtico, lo cultural y lo social¡±.
¡°A Yvonne, depositaria del mejor Carlos, de ese que ¨¦l es algunas veces, de ese de quien todos esperamos que prevalezca¡±, dedica Gil de Biedma un libro, expuesto en una de las vitrinas, a la esposa del editor. Ese Barral que prevaleci¨® es el de las memorias.
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