Contra el terror, el Estado de Derecho
El terrorismo atenta contra el principal derecho fundamental, la vida
El atentado terrorista de Par¨ªs del pasado 13 de noviembre, reivindicado por el Estado Isl¨¢mico, con un balance de centenares de muertos y numerosos heridos, nos ha horrorizado. Como antes lo hicieron otros cr¨ªmenes que sembraron p¨¢nico y desolaci¨®n: las torres gemelas de Nueva York en 2001, la estaci¨®n de Atocha en 2004, el metro de Londres en 2005...
Las im¨¢genes nos han emocionado e indignado, pero justo es reconocer que no siempre somos tan sensibles cuando las desgracias ocurren en lugares m¨¢s alejados de nuestra geograf¨ªa mental y cultural: T¨²nez, Estambul, Bagdad, L¨ªbano¡. Sin olvidar el terror cotidiano de Siria, Iraq o Afganist¨¢n.
Los actos criminales de Par¨ªs son un ataque a la dignidad de las personas, expresi¨®n pura y dura de la barbarie, y contra la cual nos rebelamos quienes creemos en el derecho y la ley como modo de resolver los conflictos: el terrorismo atenta contra el principal derecho fundamental, la vida. Ataca a la humanidad y a sus valores universales y por ello requiere tambi¨¦n una respuesta universal.
Sin embargo, la r¨¦plica al terrorismo?yihadistas no puede ser una simple reacci¨®n de fuerza sino que debe basarse en la pol¨ªtica, la inteligencia, la perseverancia, el rigor, bajo las premisas de confianza en las fuerzas y cuerpos de seguridad, en el Estado de Derecho, en la Ley y en la cooperaci¨®n internacional. Lo escribimos, por desgracia, hace unos meses tras el atentado contra Charlie Hebdo y hoy sigue teniendo sentido.
No podemos consentir que los terroristas triunfen. Y lo har¨¢n si consiguen abrir una brecha permanente entre el mundo isl¨¢mico y Occidente. Si se cae en la trampa de estigmatizar por razones de religi¨®n, etnia, o cultura. Si Europa levanta muros y sospecha de todos los refugiados que huyen precisamente del terror y de la guerra. Tampoco podemos tolerar que el terrorismo condicione nuestro sistema de vida, que debamos renunciar a nuestras libertades y valores para protegernos de las amenazas.
El peso de la justicia debe caer sobre los grupos terroristas, est¨¢ claro, pero a la vez Europa, como toda la comunidad internacional, debe colaborar activamente a crear nuevas condiciones de paz y desarrollo en las zonas en conflicto y debe, en su propia casa, contribuir con la educaci¨®n, el trabajo y el bienestar a eliminar los guetos sin esperanza de las grandes ciudades, caldo de cultivo del islamismo radical y del terrorismo en general.
Si no centramos nuestros esfuerzos en solucionar las causas, siempre sufriremos las consecuencias.
?J. Oriol Rusca, decano del Colegio de la Abogac¨ªa de Barcelona
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