Gitanas en la cocina
'Cocina valiente', un libro que muestra la sacrificada vida de varias madres de El Cabanyal Financiado por crowdfunding sus beneficios ser¨¢n para las protagonistas
Mar¨ªa Gloria Garc¨ªa tiene 45 a?os y cinco hijos; el mayor de 26 a?os y el m¨¢s peque?o de nueve. Cada d¨ªa cocina para m¨¢s de 10 personas. Su familia adora los guisos que elabora con los ingredientes que recoge en la puerta de un gran establecimiento comercial. ¡°No me da verg¨¹enza decirlo. Pido para dar de comer a mi familia porque con la chatarra que recoge mi marido no hay bastante¡±, se?ala esta mujerona que sue?a con participar en el programa M¨¢sterChef. Mar¨ªa Gloria y su nuera Cristina Santiago se inscribieron en el curso de cocina impartido en el colegio Santiago Ap¨®stol, en El Cabanyal, donde est¨¢n escolarizados sus hijos. ¡°Me un¨ª al grupo de cocina porque es algo que me gusta desde que era muy ni?a. Me inspira¡±, comenta sonriente.
Diana Garc¨ªa tiene 37 a?os. Y como Gloria, cinco ni?os. Es ama de casa. A sus fogones tambi¨¦n acuden m¨¢s de nueve personas diariamente. La familia vive con los 500 euros que el patriarca recibe como pensi¨®n de invalidez. El plato que cocin¨® al acabar el curso fue el suquet de peix (guiso de pescado). ¡°Hace muy bien las alubias, los guisados y las lentejas¡± destaca relami¨¦ndose su nuera Sara Heredia.
Mar¨ªa es muy guapa, tiene 52 a?os y seis hijos. No habla mucho, pero sus vecinas dicen que es la mejor y que su paella tiene m¨²sica. Su marido, pintor de profesi¨®n est¨¢ en paro. Los dos venden lo que pueden en el rastro.
Todas ellas viven en el ¨²nico edificio que todav¨ªa se mantiene en pie en el desaparecido barrio marinero de El Clot (el agujero), en pleno Cabanyal. Una mole construida en los sesenta para los trabajadores del puerto, que se alza impresionante frente a la playa, y a un gran solar en la parte de atr¨¢s. ¡°La mayor¨ªa de las familias que viven all¨ª no han conocido otra cosa¡±, explica Amparo Hern¨¢ndez, cocinera del colegio, en el que lleva trabajando m¨¢s de 25 a?os.
Amparo fue la promotora de un curso de cocina que pretend¨ªa divulgar la alimentaci¨®n sana y los beneficios de la nutrici¨®n para las madres de los alumnos con pocos recursos. Pero que fue m¨¢s all¨¢.Transform¨® la vida de otra mujer, Rosi Moreno, una bi¨®loga, que tras una grave enfermedad, empez¨® a estudiar fotograf¨ªa, se apunt¨® al curso y comparti¨® recetas de cocina y confidencias con Maria Gloria, Diana, Cristina y Sara.
La relaci¨®n entre los fogones de la peque?a cocina del colegio Santiago Ap¨®stol se convirti¨® en Cocina valiente, un libro de fotograf¨ªa que muestra la sacrificada vida de estas mujeres. Y su dignidad para afrontar las penurias. ¡°Me sorprendi¨® tanto su entereza sacando adelante el d¨ªa a d¨ªa con la despensa casi vac¨ªa que quise expresarles mi ayuda con este libro cuyos beneficios ir¨¢n destinados a la formaci¨®n de sus protagonistas a trav¨¦s de la comunidad de aprendizaje del colegio¡±, declara la autora. Un libro financiado por crowdfunding que habla de una dura realidad contada desde la cotidianidad de cocinar cada d¨ªa, y cumplir, adem¨¢s con la exigencias de los comensales.
Rosi les propuso cocinar en su casa el plato que cada una guis¨® durante el curso, que se extendi¨® durante un a?o, y fotografiarlas mientras lo hac¨ªan. ¡°Hay que tener en cuenta que en las casas de de estas mujeres en muchas ocasiones no hab¨ªa ni agua¡±, recalca. ¡°Varias veces nos quedamos sin gas para elaborar los platos¡±, asegura Rosi, mientras todas ayudan a Amparo a preparar la merienda para los 176 alumnos que acuden al colegio, que depende del Arzobispado de Valencia. ¡°Somos como una familia en la que todos nos ayudamos. Y el colegio intenta que nada les falte a los ni?os¡±, comenta su joven director Jordi Bosch.
¡°Desayunos, almuerzos, comidas, meriendas, y hasta duchas. Aqu¨ª intentamos proporcionales todo lo que en casa no pueden¡±, destaca la cocinera, toda una instituci¨®n en el centro.
Este diario acompa?¨® a sus casas a Maria Gloria, Diana, Cristina y Sara, con sus ni?os. M¨¢s de 10 minutos andando desde el colegio hasta las imponentes viviendas derruidas donde viven cientos de familias. Las ventanas no tienen cristales, no hay calefacci¨®n y las cocinas no tienen horno ni microondas. Pero como ellas dicen, se guisa, con mucho amor, lo mejor de El Cabanyal.
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