Independencia y antinacionalismo
Como si el independentismo no fuera una ideolog¨ªa, como si fuera de una naturaleza superior. Independentismo y nacionalismo son ideolog¨ªas como las dem¨¢s
1.- Ram¨®n Vargas Machuca, en este mismo peri¨®dico, atribu¨ªa el "disparate" en que estamos metidos, entre otras circunstancias, a "una conciencia nacional escindida y vergonzante que los espa?oles arrastramos desde el final de la experiencia colonial". Y acto seguido denunciaba en Catalu?a "la concienzuda labor de los misioneros del credo nacionalista y un formidable ejercicio de hegemon¨ªa que por su eficacia asombrar¨ªa al mismo Gramsci". Es decir, en un mismo p¨¢rrafo, lo que Vargas Machuca echa de menos en Espa?a (una conciencia nacional unificada y orgullosa) le parece horroroso que pueda darse en Catalu?a. ?ste es el punto que me desconcierta siempre del discurso cr¨ªtico con el soberanismo catal¨¢n: lo que se presenta como algo ominoso en Catalu?a, es lo mismo que parece normal si se trata de Espa?a: la hegemon¨ªa ideol¨®gica del nacionalismo. De lo que se deduce que en algo tienen raz¨®n los independentistas: la cuesti¨®n est¨¢ en el Estado. Lo que se considera inadmisible en el nacionalismo sin Estado, resulta perfectamente natural en el nacionalismo con Estado. Si Catalu?a lo tuviera nadie objetar¨ªa la hegemon¨ªa nacionalista. ?Alguien puede pensar que el nacionalismo franc¨¦s, quiz¨¢s el m¨¢s reconocido de los que rigen en Europa, no fue el fruto de un apabullante proceso de hegemon¨ªa? Hay dos varas de medir el nacionalismo: seg¨²n tengan Estado o seg¨²n no tengan Estado. En realidad, el nacionalismo de los que no tienen estado es subversivo porque pone en evidencia al nacionalismo de los que lo tienen y amenaza su poder. Esto es lo que indigna.
2.- Comparto muchas de las cr¨ªticas al nacionalismo. Todo discurso nacionalista busca la inefabilidad, intenta situarse, como las religiones, en el plano en que el fundamento del discurso no es susceptible de cr¨ªtica: la voluntad de Dios o la esencia de la patria. La realizaci¨®n de la naci¨®n est¨¢ por encima de cualquier otra consideraci¨®n. Ya vendr¨¢ el momento de las discrepancias ideol¨®gicas, dec¨ªa Artur Mas en TV3. Como si el independentismo no fuera una ideolog¨ªa, como si fuera de una naturaleza superior. Independentismo y nacionalismo son ideolog¨ªas como las dem¨¢s. Y tienen, como todas, una acrisolada tendencia a imponerse hegem¨®nicamente en la sociedad. La historia de Europa desde 1979 ha sido el proceso de construcci¨®n de una hegemon¨ªa neoliberal-conservadora en la sociedad que determina por completo las pol¨ªticas vigentes. ?Vamos a descubrir ahora que la lucha por el poder pol¨ªtico es inseparable de la lucha por la capacidad normativa sobre la sociedad? Toda ideolog¨ªa es susceptible de cr¨ªtica, y el nacionalismo (como las religiones) no pueden en una sociedad libre pretender escapar a ella, pero esto vale para todos, no s¨®lo para los nacionalismos sin Estado. Y cuando PP, PSOE y Ciudadanos coinciden en una de las llamadas l¨ªneas rojas: ninguna concesi¨®n al soberanismo catal¨¢n, ?hay alguna duda del car¨¢cter hegem¨®nico del nacionalismo espa?ol como ideolog¨ªa de defensa de la unidad del Estado, es decir, de un determinado reparto del poder?
3.- Hay detalles que escapan al mon¨®tono discurso antinacionalista. Primero, la presunta hegemon¨ªa del soberanismo en Catalu?a tiene mucho de mito. Si "el ejercicio de hegemon¨ªa" hubiese sido tan eficaz, en este momento el independentismo no se estar¨ªa peleando por la investidura porque dispondr¨ªa de una ampl¨ªsima mayor¨ªa absoluta. Se olvida, por ejemplo, que la audiencia de TV3 est¨¢ en torno a un 13 %, es decir, que la abrumadora mayor¨ªa est¨¢ en manos de las cadenas espa?olas y que s¨®lo dos de los diarios que se publican en Barcelona pueden situarse en el ¨¢rea independentista. Solamente en la radio el soberanismo podr¨ªa considerarse hegem¨®nico. Segundo, fen¨®menos como el renacimiento del independentismo catal¨¢n no son ajenos a la l¨®gica de la globalizaci¨®n, no s¨®lo porque las redes sociales lo primero que refuerzan son las relaciones m¨¢s pr¨®ximas, sino porque frente a la entelequia de la comunidad global, es en el ¨¢mbito m¨¢s local d¨®nde, para bien y para mal, aparecen nuevas v¨ªas de creaci¨®n de espacios comunitarios. Tercero, si el nacionalismo sin Estado es pernicioso y el nacionalismo con Estado es un marco natural de convivencia, ?no ser¨¢ el Estado propio la mejor forma de acabar con el nacionalismo malo? La doble vara de medir de cierta cr¨ªtica del nacionalismo, en el fondo, es un argumento a favor de la independencia.
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