Finestrelles en lucha
La semana que viene se juzgar¨¢ a un grupo de vecinos que irrumpieron en un pleno municipal para protestar contra un descomunal plan de urbanizaci¨®n
El sol poniente pica contra los rascacielos que puntean la perspectiva como los cipreses marcaban anta?o los sitios de acogida. Es una luz dorada, que se concentra en la piel de los edificios. Es bonito. No lo es la extrema densidad de la ciudad que se hace metropolitana: estoy a los pies de Sant Pere M¨¤rtir, donde Sant Joan de D¨¦u impone su ben¨¦fica mole sanitaria, que parece amedentrar el barrio de Finestrelles. He venido porque la semana que viene se juzgar¨¢ a un grupo de vecinos que irrumpieron en un pleno municipal para protestar contra un descomunal plan de urbanizaci¨®n. De eso hace seis a?os y el plan consta en la p¨¢gina web del Ayuntamiento de Esplugues, pero dir¨ªa que consta en voz baja, que no se acaba de saber si lo consideran estrat¨¦gico o les da un poco de verg¨¹enza. Es el "plan Caufec".
El proyecto se aprob¨® en 1991. Veinticinco a?os no es nada: hay cosas que son como las plagas medievales, que ya se sabe que van a volver. Se trata de urbanizar dos enormes parcelas, por encima y por debajo de la Ronda, en un conjunto que incluye centro comercial, dos torres de oficinas, seis rascacielos, dos hoteles y unos 700 pisos, de los cuales un centenar de protecci¨®n oficial. Estaba en manos de Sacresa, que no resisti¨® la crisis: entre aluminosis y concursos, la familia Sanahuja es habitual de los juzgados. El 2010 el tema estaba liquidado. Ahora lo ha resucitado un inversor belga, uno de esos grupos de capital vacante que planean sobre el territorio como p¨¢jaros de no se sabe qu¨¦ ag¨¹ero, gente que hacen las cosas a lo grande. El grupo apuesta por el centro comercial, que ocupar¨ªa la parcela inferior, en el l¨ªmite con Can Vidalet, un barrio que est¨¢ satisfecho con la noticia. Quieren el centro, quieren el trabajo.
El proyecto se aprob¨® en 1991. Hay cosas que son como las plagas medievales, que ya se sabe que van a volver
Es discutible la idea de cimentar a la brava un trozo salvaje de Finestrelles. Aqu¨ª tambi¨¦n hubo transacciones. Se aument¨® la edificabilidad a cambio de enterrar las torres de alta tensi¨®n, porque parte de los terrenos era de Fecsa: puesta delante del predio, veo que la operaci¨®n ha sido cicatera, porque monta?a arriba siguen campando las torres. Se suprimieron las justas y necesarias, ni una m¨¢s. Tengo la sensaci¨®n que el Ayuntamiento, socialista, no ha sido nada fino en la negociaci¨®n: que este plan les pareci¨® ¡ªsi en p¨²blico o en privado, no lo s¨¦¡ª- una golosina. As¨ª que se movieron m¨¢quinas y se trazaron calles: ahora est¨¢n bloqueadas y avanzan entre maleza y pinos. Finestrelles huele a con¨ªferas. En el medio de este gran desierto verde est¨¢ la escuela Isabel de Villena, que quedar¨ªa rodeada por el barrio emergente. Los vecinos de Finestrelles no quieren m¨¢s vecinos, es un gesto recurrente en las protestas: que si equipamientos, que si mobilidad, una vez que un grupo humano est¨¢ instalado, cierra la puerta a los que quieran venir. De aqu¨ª que se considere, a veces con buena raz¨®n, que los pisos siempre son especulativos. Un beneficio razonable no es especulaci¨®n, defend¨ªa el alcalde Clos: es que as¨ª se hace la ciudad. Sacresa present¨® la maqueta de su proyecto en el Barcelona Meeting Point, que fue algo as¨ª como el vivero de la burbuja; ahora ha cambiado de tono.
Discutibles son las dos torres, similares a las que cierran el horizonte de la Vila Ol¨ªmpica. En este paisaje no tienen nada que hacer: deber¨ªamos aprender a cultivar ciertas armon¨ªas. Finestrelles es un barrio que parece una urbanizaci¨®n de esas que se comieron la tierra cuando triunfaba el estilo de vida americano de casita con barbacoa. Finestrelles no tiene jard¨ªn, pero tiene pisos y casas ¡ªalgunas espl¨¦ndidas, otras modestas¡ª en un entorno silencioso y acogedor. La ausencia de comercio es completa, pero es parte del modelo: aqu¨ª el coche es el mejor amigo. El barrio es peque?o y compacto. Encuentro una casa antigua con una pancarta: ¡°Cal Su¨ªs ¨¦s del poble¡±. Por la reja veo huertos: es una batalla ganada, pues, que cost¨® lo suyo, porque cuando el Ayuntamiento la expropi¨® ¡ªla actual alcaldesa era teniente de alcalde¡ª se propuso darla a Sant Joan de D¨¦u para usos hospitalarios. El pueblo tom¨® la casa. No ocupamos, dijeron, es nuestro. Entonces ya luchaban contra el plan Caufec.
No s¨¦ c¨®mo acabar¨¢ esto. Esta gente se han dejado horas y aliento luchando contra la prepotencia de los buscan el rendimiento sin est¨¦tica y sin ¨¦tica. Que tengan suerte. Pero una gris melancol¨ªa surge de la tierra ofrecida en sacrificio.
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