Puerilidad y esperpento
La sociedad y el independentismo dan muestras de estar aquejados por esa conjugaci¨®n de intereses, temores, necesidades y deseos que solo puede y debe orquestar una praxis pol¨ªtica adulta
Mezcla de sainete, vodevil y tragic¨®mico esperpento, la investidura in extremis de un avatar de Artur Mas ha inyectado adrenalina en vena a un Proc¨¦s que parec¨ªa exhalar sus boqueadas postreras, devuelto el fervor a su feligres¨ªa y, ante todo, evitado el naufragio de una Converg¨¨ncia que merodeaba los arrecifes. Para ello ha sido preciso que el mandarinato mesocr¨¢tico que comanda el Proc¨¦s recurra, entre bastidores, a su m¨¢s artero arsenal, eficazmente asistido por su frente medi¨¢tico en la labor de doma de la ingenua y sentimental CUP y, con ella, de los aut¨¦nticos humillados y ofendidos del pa¨ªs. El PP y la derechona con sede en Madrid, claro est¨¢, se frotan tambi¨¦n las manos.
Con todo, los efectos del anfetam¨ªnico chute que la resucitaci¨®n del moribundo ha insuflado en la constelaci¨®n soberanista ¡ªfan¨¦ y descangallada por la reciente trifulca¡ª no tienen traza de durar. M¨¢s all¨¢ de la rebati?a entre cuperos y junteros, lo que est¨¢ agriet¨¢ndose a ojos vista es el imaginario colectivo que el independentismo y sus voceros ¡ªcon TV3, CatR¨¤dio y RAC1 en cabeza¡ª lograron inflar desde la lamentable sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut, a lomos del Espanya ens roba y de la gasolina con que el PP reg¨® el incendio. Un favorecedor, aunque enga?oso espejo multitudinario, tejido en buena medida con falacias, que, adem¨¢s de ocultar los desmanes y latrocinios propios, lleva camino de devenir un mirall trencat cuyas esquirlas causar¨¢n v¨ªctimas incontables y graves destrozos. En los d¨ªas de auge del Proc¨¦s, tan cercanos, casi ninguno de sus devotos ¡ªni de sus adversarios¡ª supo prever que la espectacularidad de ese imaginario, tan estetizante y narcisista, devendr¨ªa su m¨¢s temible enemigo.
A despecho de lo que proclaman los relatos, consignas e iconos que el discurso independentista difunde, la catalana no es una comunidad arm¨®nica y homog¨¦nea, sino una sociedad mucho m¨¢s heterog¨¦nea y compleja ¡ªy entreverada con la espa?ola¡ª de lo que suele asumirse. En sus m¨¢s sosegadas tesituras, la presunta naci¨® ¡ªtan supuesta e imaginada como cualesquiera otras, Espa?a incluida¡ª se fabula a s¨ª misma a imagen de la comedida sardana, arquet¨ªpico c¨ªrculo de manos enlazadas y brincos prudentes. Y en sus m¨¢s ¨¦picos raptos, a semejanza de los vibrantes castellers, de unos a?os a esta parte convertidos en alegor¨ªa de la supuesta excepcionalidad de la patria so?ada.
El contraste con la abrupta realidad, refuta tan id¨ªlica estampa. Al arruinar el amplio consenso catalanista, la revoluci¨® dels somriures ha abierto hondas fracturas. Para empezar, la de la sociedad civil, cada vez m¨¢s crispada por una desoladora dicotom¨ªa identitaria, de indudable ra¨ªz ¨¦tnica, basada en el ensalzamiento del nosaltres y la denigraci¨®n del ells. Y a continuaci¨®n, la de los partidos y coaliciones que sosten¨ªan la sociedad pol¨ªtica, desde la debacle del PSC y de CiU hasta la presente inanidad de UDC e Iniciativa, por no mentar la discordia que est¨¢ demediando la CUP. A la hora de la verdad, lejos de pensar y de comportarse un¨¢nimemente, tanto la entera sociedad como su segmento independentista van dando sobradas muestras de estar aquejadas por esa human¨ªsima conjugaci¨®n de intereses, temores, necesidades y deseos que solo puede y debe orquestar una praxis pol¨ªtica adulta, y no el pueril fantaseo.
A medida que la atronadora marcha del Proc¨¦s abr¨ªa grietas y disensiones en la sociedad catalana ¡ªy en la sacralizada causa a la que era convocada por la Historia¡ª, la iridiscente revoluci¨® dels somriures empezaba a mostrar un rostro inquietante. Al tiempo que se proclamaba partera de un pa¨ªs nou, para¨ªso peque?oburgu¨¦s romantizado por la anta?o psuquera Muriel Casals, iba quebrando la ancha corcordia civil facilitada por el consenso catalanista. Y tambi¨¦n, por si fuera poco, insinuando una sombra siniestra, revelada al fin por el pandemonio de execraciones y denuestos que han inundado las redes sociales entre el empate de Manresa y la humillante rendici¨®n de la CUP. Acatado sin asomo de duda o cr¨ªtica, con unci¨®n cuasi religiosa, el dogma independentista ha consagrado un inapelable altar, integrado por una mezcla de atendibles razones y, sobre todo, de infundados sofismas: una aut¨¦ntica ortodoxia, en definitiva, venerada por dos millones de fieles. Y en paralelo, por ende, ha generado una creciente poblaci¨®n de heterodoxos, pecadores y herejes, reos de execrable espa?olismo. De momento, Converg¨¨ncia y sus mesocr¨¢ticas huestes han salvado los muebles, pero ahora es el entero pa¨ªs el que aproa el desastre.
Al arruinar el amplio consenso catalanista, la revoluci¨® dels somriures ha abierto hondas fracturas
Albert Chill¨®n es profesor de la UAB y escritor
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