No es ciudad para t¨²neles
La estabilidad gubernamental no se consigue con un mero acuerdo parlamentario formalizado en un documento repleto de ambig¨¹edades interpretadas de manera unilateral
Es demag¨®gico atribuir la L9 del metro a la presi¨®n del MWC como si los operarios se hubieran puesto a cavar en el momento de firmar el primer convenio. Es cierto que ha habido gestos en¨¦rgicos para que de una vez por todas entrara en funcionamiento (y el peculiar sindicato de TMB anot¨® la fecha con l¨¢piz rojo), pero los dibujos de este vericueto f¨¦rreo empezaron en 1997 cu¨¢ndo los m¨®viles parec¨ªan un ladrillo y pesaban medio quilo. La L9 es el sue?o dorado de todos los planes de infraestructuras, por m¨¢s que los informes detallados dijeran que no agregar¨¢ viajeros en el tramo central ¡ªque ya est¨¢n, mal que bien, servidos¡ª y que en cambio ser¨¢ ¨²til en las puntas. Pero no era la l¨ªnea para ir al aeropuerto: eso quedaba para la L2, que era la que ten¨ªa que irrigar Montju?c. De ¨¦sta ya no se habla.
As¨ª que hay que mirar la L9 como un artefacto que nutre barrios y poblaciones y puntos de trabajo multitudinarios ¡ªla Fira, Mercabarna¡ª, es decir, como una l¨ªnea de servicio popular. Traerla desde la zona alta no es buena idea , pero en el trazado hay cosas peores, como esa estaci¨®n fantasma que iba a servir un barrio que no existe, un barrio impuesto por el sue?o fara¨®nico de un alcalde comunista que no le hac¨ªa ascos al ladrillo y que gobierna el Prat l¨¢tigo en mano desde hace mil a?os. Miren el dibujo: en esa curva extra se enterraron algunos millones.
Y algo tendr¨¢n que ver con los sobrecostes las estaciones catedralicias, adjudicadas cada una o cada dos a un arquitecto diferente, profesionales de prestigio como Carme Pin¨®s, el gran Toyo Ito o Jordi Garc¨¨s, que deslumbran con su profundidad, sus ascensores supers¨®nicos en bater¨ªa y su decoraci¨®n de ciencia ficci¨®n. Eso, y el sistema de hacer la obra y no pagarla hasta el siguiente gobierno, que es una mala jugada para el que llega pero que como m¨ªnimo permite hacer el viaje inaugural.
Barcelona no es ciudad para t¨²neles. Est¨¢ sentada sobre agua y arena. Yo no s¨¦ si es leyenda o no pero cuando se estaba construyendo la Ronda Litoral, a cent¨ªmetros del mar, nos contaban que antes de perforar se congelaba la tierra. Y que corr¨ªan a cimentarla antes de que se ablandara. Hasta resulta po¨¦tico. Ahora se est¨¢ haciendo el t¨²nel de Gl¨°ries en un sitio tambi¨¦n cr¨ªtico. Los t¨¦cnicos fruncen el ce?o. No s¨®lo hay que excavar hondo porque por ah¨ª pasan y se cruzan todos los trenes de la ciudad, sino que la obra se sumerge en el fre¨¢tico: quedar¨¢ ocho metros por debajo, as¨ª que habr¨¢ que bombear m¨¢s agua que en la obra del Liceo, que ya riega media ciudad. Y siendo el t¨²nel tan profundo me pregunto qu¨¦ distancia ocupar¨¢ la rampa de salida, porque el segundo t¨²nel, m¨¢s ligero, ha quedado descartado. Falta no hace.
A veces la obra p¨²blica tiene visos de ser err¨¢tica. Sin salir de Gl¨°ries, el Ayuntamiento ha modificado el bloque de pisos p¨²blicos que ya estaba decidido y lo ha puesto a concurso internacional (que queda m¨¢s fino). En una plaza sin per¨ªmetro, donde cada cosa va a su aire, donde las obras durar¨¢n a?os, donde los barrios que convergen se dan la espalda porque no saben ad¨®nde mirar, va el Ayuntamiento y vuelve a empezar, por un detalle, sin tocar un conjunto que es un desastre.
Me pregunto si la insistencia en el tranv¨ªa de la Diagonal no responde a este patr¨®n. Hace poco, Germ¨¤ Bel, experto en infraestructuras, dec¨ªa lo que muchos expertos anteriores dijeron de la L9: que ese tranv¨ªa deseado es propio de nuevo rico, es decir, redundante y caro. Es decir, in¨²til. Se est¨¢n tomando decisiones y buscando pactos antes de que se pronuncien los dict¨¢menes que en principio est¨¢n encargados, estudios que tienen que ser b¨¢sicamente de movilidad en dos puntos clave: el Eixample y la zona metropolitana. Me encantar¨¢ ver la cara de los vecinos del Eixample, que ahora viven en calles pacificadas, recortadas por el carril bici, cuando en hora punta les toque absorber el tr¨¢nsito metropolitano expulsado de la Diagonal.
Y por cierto, una buena noticia: los autobuses el¨¦ctricos tienen suficiente autonom¨ªa para hacer todo el turno sin tener que recargar. Los 100 millones del tranv¨ªa son infinitamente m¨¢s ¨²tiles llevando el metro ¡ªla L10¡ª a los barrios de la Zona Franca, hoy desasistidos, o quitando la Modelo de su sitio. Pero ahora, oh milagro, parece que se va a hacer todo al mismo tiempo. Mientras vamos pagando, a?o a a?o, las estaciones deslumbrantes de un metro que no paramos de criticar.
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