Los espacios de Colau
Es inadmisible que se expulse a profesiones del Sal¨®n de la Ense?anza por ideolog¨ªa
Ada Colau volvi¨® a demostrar en el Sal¨®n de la Ense?anza de Barcelona su escaso sentido institucional y su sectarismo ideol¨®gico. Persevera la alcaldesa en la pol¨ªtica de gestos de cara a su propia galer¨ªa que ya le llev¨® a menospreciar gratuitamente a la Iglesia cat¨®lica, utilizando los recursos de todos los barceloneses para mofarse de las creencias religiosas que comparten cientos de miles de ciudadanos con centenares de millones en todo el mundo. Esta vez le ha tocado el turno al Ej¨¦rcito, la instituci¨®n mejor valorada por los espa?oles, pero que la alcaldesa no quiere ver en el Sal¨®n de la Ense?anza. As¨ª se lo hizo saber a los dos militares que se acercaron a saludarla mientras ella paseaba por el sal¨®n reci¨¦n inaugurado, rodeada de c¨¢maras de televisi¨®n. ¡°Ya sab¨¦is que nosotros preferimos como Ayuntamiento que no haya presencia militar en el sal¨®n¡±, les advirti¨® Colau, y a?adi¨®: ¡°Por lo de separar espacios¡±. Esta nueva exhibici¨®n de aparatosa demagogia de Colau merece algunas reflexiones.
La alcaldesa es muy libre de defender planteamientos ut¨®picos basados en el mito del buen salvaje, como si los barceloneses vivi¨¦ramos en el estado de naturaleza, pero ser¨ªa conveniente que aceptase que estamos en el mundo imperfecto en el que estamos, un mundo en el que hay ej¨¦rcitos y otros cuerpos y fuerzas de seguridad porque no parece ni razonable ni prudente prescindir de los instrumentos que tenemos para garantizar nuestra seguridad y nuestra libertad como ciudadanos.
Una vez reconocida la utilidad de su existencia y el alcance de su responsabilidad, parece l¨®gico concluir que lo mejor es que los militares tengan una formaci¨®n integral de calidad, equivalente a la universitaria. Tambi¨¦n parece oportuno que esa formaci¨®n se d¨¦ a conocer con la mayor transparencia tanto a los futuros militares como al conjunto de los ciudadanos, que tenemos derecho a saber qu¨¦ clase de formaci¨®n reciben nuestras Fuerzas Armadas no solo porque las pagamos con nuestros impuestos, sino sobre todo porque ponemos nuestra seguridad en sus manos.
El argumento de que hay separar la educaci¨®n de las armas resulta de lo m¨¢s inconsistente, primero porque desvirt¨²a la naturaleza esencialmente defensiva y humanitaria de las Fuerzas Armadas en un Estado democr¨¢tico de Derecho como el nuestro, en el que el poder militar est¨¢ supeditado al poder civil. Y segundo, porque para ser justos, quienes defienden tal argumento no deber¨ªan limitarse a desterrar del sal¨®n la formaci¨®n militar, sino que deber¨ªan extender su veto tambi¨¦n a las escuelas y academias de otros cuerpos armados, incluidos los Mossos y la Guardia Urbana.
?Qu¨¦ hacemos? ?Cerramos directamente sus escuelas o solo les impedimos volver a disponer de un puesto en pr¨®ximas ediciones del sal¨®n, para que nadie sepa que existen? Claro que eso no tendr¨ªa la espectacularidad de denostar al Ej¨¦rcito espa?ol, ni ser¨ªa tan estimulante para la parroquia de Colau, los ¨²nicos barceloneses a los que la alcaldesa pretende contentar con sus desplantes. Por cierto, mientras ella paseaba tranquilamente por el sal¨®n hab¨ªa agentes de polic¨ªa uniformados (y armados) velando por su seguridad y por la del evento, agentes que en su d¨ªa pasaron por una escuela de formaci¨®n que tambi¨¦n ha tenido su puesto en el sal¨®n. La imagen de los guardias urbanos armados patrullando por el sal¨®n contrasta con el mundo de color de rosa que trasue?a nuestra alcaldesa, un mundo sin conflictos que no necesita de militares ni polic¨ªas, ni formados ni sin formar.
En definitiva, lo que resulta inadmisible es que se empiece a expulsar profesiones del sal¨®n por un criterio ideol¨®gico, que es lo que pretenden Colau y compa?¨ªa. No les gusta el Ej¨¦rcito ¡ªm¨¢xime si es espa?ol¡ª y deciden quit¨¢rselo de en medio. As¨ª de f¨¢cil. Poco les importa que, igual que hay j¨®venes barceloneses que quieren entrar en los Mossos o en la Guardia Urbana, tambi¨¦n los haya que quieran enrolarse en el Ej¨¦rcito. Eso no entra en sus esquemas mentales y, por tanto, no puede entrar en los de ning¨²n barcelon¨¦s. Todo debe encajar con la ortodoxia antisistema, sobre todo anti-sistema espa?ol, de Podemos, la CUP y dem¨¢s partidos de extrema izquierda.
Curiosa manera de entender la democracia, sin respeto al pluralismo y las libertades individuales y sociales, la de estos adalides de la nueva pol¨ªtica que pretenden imponernos a a todos desde las instituciones su particular manera de ver el mundo, su arbitraria forma de separar espacios. Cualquiera dir¨ªa que los espacios les pertenecen. Lo llaman democracia radical, pero en la pr¨¢ctica tiende preocupantemente hacia posiciones cada vez m¨¢s totalitarias.
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