Internacionalismo de campanario
Es reconfortante que al menos el 51,08% de los delegados de UGT fuesen refractarios a las dudas proyectadas sobre un aspirante sospechoso de ¡®soberanismo¡¯
El reciente desarrollo del 42? congreso confederal de la Uni¨®n General de Trabajadores y el relevo producido en su v¨¦rtice nos ofrecen algunas lecciones interesantes acerca del papel que juega hoy en la vida p¨²blica espa?ola ¡ªy no s¨®lo en la vida pol¨ªtica¡ª la cuesti¨®n catalana. Durante la primera jornada congresual, el mi¨¦rcoles 9, formalizaba su despedida tras 22 a?os de mandato el secretario general saliente, C¨¢ndido M¨¦ndez. Era una ocasi¨®n que ni pintada para ejercer la autocr¨ªtica: sobre la implicaci¨®n del sindicato en el esc¨¢ndalo de los ERE de Andaluc¨ªa; sobre el asunto de las tarjetas black de los consejeros ugetistas de Caja Madrid; sobre el imparable descenso del n¨²mero de afiliados; sobre el sorprendente patrimonio del l¨ªder de SOMA-UGT Jos¨¦ ?ngel Fern¨¢ndez Villa, aquel sempiterno h¨¦roe ¡ªpu?o en alto y pa?uelo rojo al cuello¡ª de la fiesta minera de Rodiezmo...
Pero no. En vez de eso el se?or M¨¦ndez ¡ªempe?ado, como tantos l¨ªderes, en controlar su propia sucesi¨®n¡ª se dedic¨® a boicotear las aspiraciones de uno de los candidatos a reemplazarle, el secretario general de UGT-Catalu?a, Josep Maria ?lvarez. ?lvarez, un asturiano-catal¨¢n biling¨¹e por voluntad propia, ejemplo conspicuo de ese car¨¢cter excluyente, etnicista y talib¨¢n que tantos ilustres predicadores imputan al catalanismo...
?Y c¨®mo se las ingeni¨® M¨¦ndez para descalificar al aspirante no deseado? Pues criticando el llamado derecho a decidir ¡ªatributo exclusivo, seg¨²n ¨¦l, del ¡°conjunto del pueblo trabajador espa?ol¡±¡ª y haciendo la apolog¨ªa de la Constituci¨®n, cabe suponer que incluido su art¨ªculo 135, aquel que tras la reforma de 2011 consagra la estabilidad presupuestaria, o sea el d¨¦ficit cero, o sea los recortes sociales. Como aquellos malos actores del primer tercio del siglo XIX que, cuando el p¨²blico comenzaba a abuchearles, gritaban ¡°?viva Fernando VII!¡± para asegurarse el aplauso f¨¢cil, C¨¢ndido M¨¦ndez esquiv¨® las cr¨ªticas gritando ¡°?viva la Constituci¨®n!¡±. Lo cual plantea, a prop¨®sito de Pepe ?lvarez, una curiosa paradoja.
Cuando, dos a?os atr¨¢s, ¨¦l mismo, su colega de Comisiones Obreras, Joan Carles Gallego, y la entonces presidenta de ?mnium Cultural, Muriel Casals, solemnizaron con una foto en el barcelon¨¦s Parc de les Tres Xemeneies el apoyo del mundo del trabajo al derecho de la sociedad catalana a votar sobre su futuro status pol¨ªtico, hubo aqu¨ª quien tach¨® a los dos sindicalistas de traidores a su clase. El otro d¨ªa, en Madrid, hubo quien insinu¨® que ?lvarez era un traidor a su patria.
Pero, ?acaso tienen patria, los obreros? No teman, no incurrir¨¦ en la osad¨ªa de responder a una cuesti¨®n tan cl¨¢sica, que hunde sus ra¨ªces en los or¨ªgenes mismos del obrerismo europeo del siglo XIX. S¨ª voy a permitirme, en cambio, subrayar de qu¨¦ singular manera, al sur de los Pirineos, el primigenio internacionalismo sindical se ha transformado a menudo en espa?olismo puro y duro. De entrada, las patrias, las fronteras, las banderas, las constituciones... eran argucias burguesas para dividir a los trabajadores y enfrentarlos entre s¨ª, ya fuese con las armas en la mano o mediante condiciones salariales y laborales a la baja.
Sin embargo, gradualmente e incluso a contracorriente de la construcci¨®n europea, buena parte de las c¨²pulas sindicales hispanas ha terminado por sacralizar el statu quo pol¨ªtico y abrazar su defensa con tanto o m¨¢s fervor que los partidos. No hay que levantar nuevas fronteras, pero las que existen son sagradas e intocables. No hay que dividir a la clase obrera, pero ¡°el pueblo trabajador espa?ol¡± es el ¨²nico sujeto social posible; por debajo de eso, ser¨ªa el caos, y por encima, una entelequia. No hay que discriminar entre or¨ªgenes geogr¨¢ficos, pero Pepe ?lvarez ha declarado que, durante el congreso ugetista, ¡°sinti¨® la catalanofobia¡±. Si creen que exagero, examinen los posicionamientos ideol¨®gicos y pol¨ªticos del anterior l¨ªder estatal de Comisiones Obreras, Jos¨¦ Mar¨ªa Fidalgo, desde que abandon¨® el cargo sindical en 2008: entre el cortejo con UPyD y el idilio con Aznar, siempre por Espa?a.
Afortunadamente, el espantajo del derecho a decidir no impidi¨®, la madrugada del pasado s¨¢bado, la ajustada elecci¨®n de Josep Maria ?lvarez como nuevo secretario general de la UGT espa?ola. Resulta reconfortante que al menos el 51,08% de los delegados fuesen refractarios a las dudas proyectadas sobre un aspirante sospechoso de "soberanismo", y le deseo ¡ªse lo dije personalmente el lunes¡ª los mayores ¨¦xitos. Pero temo que no le ser¨¢ f¨¢cil poder volver a hablar del derecho a decidir.
Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador.
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