El enigma de la casa Gralla
La sede de una empresa de seguridad de L¡¯Hospitalet conserva un patio g¨®tico, ¨²nico vestigio de la espectacular vivienda barcelonesa derribada en 1856
Si la documentaci¨®n y las im¨¢genes no hubieran conservado la inveros¨ªmil historia de la casa Gralla, un enorme edificio situado en la calle Fortaferrissa de Barcelona hasta que fue derribada en 1856 fruto de la especulaci¨®n inmobiliaria, habr¨ªa personas tentadas de asegurar que la historia no es verdadera y que uno de los pocos restos que se conservan, el patio g¨®tico instalado desde 1996 en una nave industrial, sede de la empresa de seguridad Prosegur, situada en el pol¨ªgono Pedrosa de L¡¯Hospitalet de Llobregat, es falso.
Por suerte, estas im¨¢genes y documentos han perdurado hasta nuestros d¨ªas y, con ellos, parte de la historia de esta casa que caus¨® admiraci¨®n a los barceloneses del siglo XVI por ser, sino la primera, una de las que mejor incorpor¨® el rico repertorio de la ¡°moda romana¡± ¡ªel estilo renacentista¡ª en la decoraci¨®n de puertas y ventanas de su fachada, pese a conservar su organizaci¨®n interior y elementos interiores g¨®ticos, como su impresionante patio de esbeltos arcos apuntados. Tambi¨¦n, para los viajeros que desde entonces visitaron la ciudad y que recogieron en sus cr¨®nicas la riqueza de decoraci¨®n de la vivienda. La exposici¨®n La casa Gralla. El periplo de un monumento reconstruye en el Museo de Historia de Barcelona (Muhba) la particular historia de esta casa, itinerante y viajera, los diferentes intentos de montaje y desmontaje que vivi¨® a lo largo de los siglos y plantea muchos enigmas, c¨®mo qui¨¦n fue el autor de esta fachada ¨²nica o la posibilidad de que sus piedras se conserven en alg¨²n lugar desconocido, puesto que estuvieron a la venta mucho tiempo.
¡°Cuando las piedras fueron desmontadas de forma ordenada y numeradas una a una comenz¨® un largo periplo que no sabemos c¨®mo acab¨®¡±, explica la comisaria de la muestra Judith Urbano, del Grupo de Investigaci¨®n de Historia, Arquitectura y Dise?o de la Universitat Internacional de Catalunya, que muestra por primera vez el cuaderno de notas que realiz¨® el arquitecto Elies Rogent (autor entre otros del edificio hist¨®rico de la Universitat de Barcelona) sobre la casa en 1856 mientras se realizaban los trabajos de desmonte y la colecci¨®n de ocho dibujos de la rica ornamentaci¨®n de la fachada que hizo el ilustrador y escen¨®grafo Francesc Soler en 1857, dados por perdidos durante la Guerra Civil, que se pueden ven por primera vez.
?C¨®mo pudo desaparecer de un plumazo esta impresionante construcci¨®n? ¡°A mitad del siglo XIX la extensi¨®n de la casa y su semiabandono hicieron que estuviera en el punto de mira de los especuladores inmobiliarios del momento. Josep Mart¨ª la compr¨® a los duques de Medinaceli, sus propietarios de entonces, con la idea de abrir una calle que diera vida a la zona a Portaferrissa y Canuda¡±, explica Urbano, que se?ala que, pese a la campa?a que se vivi¨® en la prensa para que la casa no se derribara, las obras comenzaron en julio de 1856 y en diciembre conclu¨ªa el desmontaje de la fachada. ¡°En un momento intermedio se pens¨® dejar la fachada y crear un pasaje bazar al estilo de los de Par¨ªs, pero el nuevo due?o no lo acept¨®". Las piedras de la casa las adquiri¨® un rico indiano de la ciudad, Josep Xifr¨¦ que quer¨ªa volver a levantarlas en unos terrenos que ten¨ªa en Sant Mart¨ª de Proven?als (donde ahora est¨¢ el hospital de Sant Pau). ¡°Una labor que le fue encargada a Rogent que reparti¨® las piedras compradas en tres lugares de la ciudad: en un local, en el claustro de Santa Anna y en el baluarte de Tallers hasta que fueran trasladadas al solar donde iban a ser levantadas de nuevo¡±, explica Urbano delante del cuaderno de Rogent lleno de n¨²meros y dibujos de alzados y perspectivas realizados a l¨¢piz.
Tres momentos de representaci¨®n de las ¨¦lites
¡°La casa Gralla es una construcci¨®n que desde el primer momento despert¨® un gran inter¨¦s para este museo que se ocupa de las realidades materiales y de la representaci¨®n cultural¡±, explica Joan Roca, director del Muhba y del proyecto de exposici¨®n. ¡°En la actualidad est¨¢ en cuesti¨®n la representaci¨®n de la ciudad y su paisaje urbano, c¨®mo las instituciones construyen sus edificios y c¨®mo los diferentes agentes urbanos buscan reafirmar su presencia¡±, explica Roca que destaca tres momentos vinculados con este asunto y la casa Gralla: El primero es a comienzos del siglo XVI cuando Miquel Joan Gralla reform¨®, entre 1518 y 1531, su casa g¨®tica tras ser reconocido funcionario real. ¡°Celebr¨® el nombramiento buscando un nuevo lenguaje como es el renacimiento para que todo el mundo reconociera su nueva posici¨®n¡±.
El segundo se vive cuando, en el siglo XIX la ciudad busca nuevas formas de representaci¨®n m¨¢s pr¨¢ctica. Primero se intenta salvarla cuando se plantea crear un pasaje aprovechando la fachada; luego la familia de indianos de los Xifr¨¦ compra las piedras para volverla a levantar, buscando un reconocimiento de las ¨¦lites de la ciudad. Tras unos a?os, el Brusi, tras recibir un t¨ªtulo nobiliario, compr¨® de nuevo, las piedras y hace un segundo intento de reconstruir la casa. ¡°Se repite la historia a?os despu¨¦s porque el referente de la importancia de la casa Gralla no se ha perdido en la ciudad¡±.
El tercero, prosigue Roca, tiene que ver con las ¨¦lites emergentes del ¨²ltimo cuarto de siglo XX, cuando una empresa global de origen argentino en el momento que se hace respetable incorpora el patio g¨®tico a su sede.
¡°La operaci¨®n de traslado, no sabemos por qu¨¦, no fue nada cuidadosa y solo se hizo en parte. Solo se llevaron una parte de las piedras a Sant Mart¨ª y el resto quedaron olvidadas a disposici¨®n de todo aquel que las quisiera comprar¡±, explica la experta. El coleccionista Francesc Santacana compr¨® el dintel de la entrada principal que puede verse en el Museu de L¡¯Enrajolada de Martorell y Miquel Coll en 1867 adquiri¨® algunas estructuras de puertas interiores que incorpor¨® a una propiedad suya: la enorme torre Pallaresa de Santa Coloma de Gramenet, recicladas como partes de chimeneas, tal y como ha podido comprobar personalmente Urbano.
El caso es que, tal y como explica la exposici¨®n que puede verse en la Capilla de Santa ?gata hasta el 22 de mayo, tras morir Xifr¨¦ la idea de reconstruir la casa en Sant Mart¨ª qued¨® en nada, sobre todo cuando su hijo puso a la venta la finca, que poco a poco empezaba a ser engullida por el Eixample. En ese momento, otro magnate barcelon¨¦s se interes¨® por estas piedras cargadas de mala suerte: El marques de Brusi las compr¨® en 1881 (25 a?os despu¨¦s de su desmontaje) y se las llev¨® a Sant Gervasi para incorporarla a su vivienda, seg¨²n un proyecto encargado a August Font (arquitecto objeto de estudio de Urbano en su tesis doctoral). ¡°La sorpresa vino cuando a la hora de montar la fachada se comprob¨® que todo eran arcos, capiteles y columnas y que solo se hab¨ªa comprado el patio g¨®tico¡±, se?ala Urbano. ¡°Del resto de piedras nada se sabe. Hay quien ha explicado que sirvieron de relleno de la escollera del puerto, pero es posible que alguien las tenga en su casa de forma inconsciente o incluso consciente y que no haya trascendido hasta ahora¡±, se?ala la historiadora.
Y como estas piedras estaban condenadas a no permanecer mucho tiempo en el mismo sitio, en 1959 ¡°los Brusi vendieron los terrenos de la calle Balmes y el patio viaj¨® para conservarlo a un almac¨¦n de Cornell¨¤¡±. Y de ah¨ª a M¨¢laga. ¡°En 1990 una empresa constructora de Mijas lo compr¨® para colocarlo en un palacete de la Costa del Sol; algo que parecer que no acab¨® prosperando¡±. Cinco a?os despu¨¦s lo compr¨® el empresario argentino Octavio Mestre que lo volvi¨® a trasladar a Catalu?a para reconstruirlo en la sede de su empresa Prosegur situada en el pol¨ªgono Pedrosa de L¡¯Hospitalet de Llobregat. Y all¨ª permanece desde 1996 en merecido reposo. Por ahora.
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