Mundo ¡®offshore¡¯
No es un fen¨®meno excepcional de unos pocos evasores, sino una pr¨¢ctica habitual y generalizada de ¨¦lites de todo tipo y de las principales empresas del mundo
La revelaci¨®n de los papeles de Panam¨¢ dibuja un nuevo mapa del mundo en el que cada vez destacan m¨¢s las islas, pa¨ªses, mares o fronteras fuera de todo control democr¨¢tico. Los para¨ªsos fiscales no son un fen¨®meno nuevo, pero su multiplicaci¨®n consolida una especie de archipi¨¦lago de excepciones que empez¨® a configurarse en los a?os noventa y se ha convertido en la cartograf¨ªa del poder pol¨ªtico y econ¨®mico real del mundo contempor¨¢neo.
El optimismo de un mundo sin fronteras tras la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn llev¨® a creer que la mayor circulaci¨®n de personas, informaci¨®n, ideas y dinero tendr¨ªa solo efectos positivos. Como se encarg¨® de recordar de forma violenta el 11-S, se olvidaba entonces que la apertura de fronteras tambi¨¦n implicar¨ªa una mayor libertad para terroristas, traficantes de personas y de drogas, criminales y especuladores de todo tipo. La globalizaci¨®n tambi¨¦n pon¨ªa de manifiesto que los riesgos ambientales y financieros ser¨ªan para siempre compartidos, y, mientras limitaba el control de los intercambios, favorec¨ªa que trabajo y residuos pudieran ser f¨¢cilmente deslocalizados en territorios lejanos.
El offshoring significa precisamente esto: mover recursos, pr¨¢cticas, personas o dinero lejos de la orilla, de la frontera, desplaz¨¢ndolos del territorio de la soberan¨ªa pol¨ªtica tradicional a otro que quede fuera de la vista. En esta opacidad reposa el offshore o deslocalizaci¨®n. Es un mundo de ocultaci¨®n contrario al mundo abierto, transparente y feliz que se promet¨ªa en los noventa. Los recursos se esconden en jurisdicciones secretas, y se eluden normas, leyes o impuestos de manera ilegal o de forma contraria al esp¨ªritu de la ley para maximizar beneficios.
Hoy, existen entre 60 y 70 para¨ªsos fiscales reconocidos y m¨¢s de la mitad del comercio mundial pasa a trav¨¦s de las grandes empresas que disponen de cuentas o filiales en estos territorios. Seg¨²n afirmaba el soci¨®logo recientemente fallecido John Urry, entre el 25% y el 33% de la riqueza mundial se gestiona offshore. No se trata por lo tanto de un fen¨®meno excepcional de unos pocos evasores, sino de una pr¨¢ctica habitual y generalizada de ¨¦lites de todo tipo y de las principales empresas del mundo, entre las cuales se encuentran compa?¨ªas tan presentes en la vida cotidiana de Occidente como Apple, Google o Amazon. Todo el dinero aparcado en para¨ªsos fiscales est¨¢ concentrado en las manos de 10 millones de personas.
El problema es que los papeles de Panam¨¢ son solo la punta del iceberg de un mundo offshore que va mucho m¨¢s all¨¢ de los para¨ªsos fiscales. Hoy, gracias a la evasi¨®n legal, el secreto y una mayor movilidad que garantiza la seguridad de las comunicaciones y el transporte, se deslocalizan trabajo, residuos y emisiones de CO? en territorios fiscalmente m¨¢s favorables. En estos espacios opacos tambi¨¦n se externalizan poderes militares, tr¨¢fico de mujeres y ni?os, prostituci¨®n y otros fen¨®menos que atentan contra los derechos humanos como la tortura. ?Qu¨¦ es, si no, la prisi¨®n de Guant¨¢namo? Si a esto se le suman campos de refugiados, zonas fuera de control gubernamental y bases militares, se acaba trazando un mundo en el que la excepci¨®n se ha hecho norma y el offshore se ha convertido en la nueva forma de ejercicio del poder. Todo ello va acompa?ado de una cultura y un estilo de vida de una ¨¦lite global sin domicilio fijo, en el que la vida m¨®vil, los jets privados, los espacios de ocio de lujo y las familias estructuradas en encuentros ocasionales transforman radicalmente la noci¨®n de lugar, de hogar y de ciudadan¨ªa.
Las consecuencias del mundo offshore son devastadoras. No solo se pierden millones en recaudaci¨®n de impuestos que servir¨ªan para sanidad, educaci¨®n o infraestructuras, sino que se alteran las relaciones entre pa¨ªses y se agrava la desigualdad. Oxfam Interm¨®n no se cansa de denunciar que la riqueza del mundo est¨¢ cada vez m¨¢s concentrada en pocas manos. En 2010, 388 personas pose¨ªan la misma riqueza que la mitad de la poblaci¨®n m¨¢s pobre del mundo; en 2015, eran solo 62. La evasi¨®n es tambi¨¦n una l¨ªnea de flotaci¨®n contra la libre competencia de mercado, porque favorece a las grandes multinacionales y destruye a las peque?as y medianas empresas. Con una parte de los recursos del pa¨ªs fuera de control y del debate p¨²blico, este sistema confirma la p¨¦rdida de soberan¨ªa de los Estados y se convierte, junto a la corrupci¨®n, en la m¨¢s seria amenaza que tiene planteada hoy la democracia.
Judit Carrera es polit¨®loga.?
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