La paradoja del petr¨®leo
Dejar bajo tierra una buena parte de las actuales reservas de gas y de petr¨®leo puede provocar grandes cambios geopol¨ªticos y la reconversi¨®n de muchas econom¨ªas
Hace unos 40 a?os, en 1972, caus¨® un gran impacto la publicaci¨®n del Informe Meadows, titulado Los l¨ªmites al crecimiento, realizado a petici¨®n del Club de Roma. Su mensaje m¨¢s conocido se podr¨ªa resumir diciendo: es necesario reducir el crecimiento de la poblaci¨®n y de la econom¨ªa, pues las reservas de petr¨®leo son limitadas, se est¨¢n agotando y encareciendo, y podr¨ªan desaparecer en unas pocas d¨¦cadas. El crecimiento no se detuvo, pero se fueron descubriendo nuevas reservas que evitaron el colapso, aunque aument¨® mucho el precio y las emisiones.
En 2015, la conferencia de Par¨ªs ha dejado otro mensaje: simplificadamente viene a decir que es necesario que una buena parte de las reservas todav¨ªa existentes no salgan del fondo de los pozos y no sean quemadas, ya que de hacerlo, sus efectos sobre el calentamiento del planeta y el clima podr¨ªan ser desastrosos. Esta es la paradoja; hemos pasado de la preocupaci¨®n por quedarnos sin petr¨®leo a la voluntad de no utilizar las reservas. Parece una paradoja, pero es un cambio muy l¨®gico, aunque no exento de algunos problemas. Intento explicarlos luego.
El petr¨®leo. Antes, no est¨¢ de m¨¢s recordar hasta qu¨¦ punto el petr¨®leo, junto con otros combustibles f¨®siles (gas y carb¨®n), ha sido y sigue siendo uno de los elementos que m¨¢s ha contribuido a hacer posible nuestra actual civilizaci¨®n, pero tambi¨¦n a condicionarla. En todas sus etapas, las formas de vida de la humanidad han estado limitadas por la capacidad de obtener del entorno suficiente informaci¨®n (a trav¨¦s de los sentidos), y suficiente energ¨ªa (para mantenernos vivos y activos). Los alimentos han sido absolutamente imprescindibles, pero los grandes saltos en la historia de la civilizaci¨®n se han producido cuando nuevos conocimientos nos han permitido utilizar en nuestro beneficio la energ¨ªa obtenida del entorno, sea en forma directa (sol, viento, cursos de agua, mareas¡) sea transformando los recursos que la contienen en potencia (le?a, biomasa, carb¨®n, petroleo, gas, uranio¡) S¨®lo hay que recordar que el consumo medio de energ¨ªa de un europeo actual se acerca a las 180.000 kilocalor¨ªas al d¨ªa. ?Comparadas con las 2.500 kc/d¨ªa de nuestra dieta, supone 70 veces m¨¢s!
No es pues de extra?ar que el petr¨®leo y el gas hayan sido uno de los mayores condicionantes, para bien y para mal, de nuestra ¨¦poca, y lo seguir¨¢n siendo un tiempo. El balance de estos condicionantes es claramente positivo; sin combustibles f¨®siles nuestra vida ser¨ªa totalmente distinta, y creo que mucho m¨¢s limitada y dura. Pero ha tenido un doble aspecto negativo: los yacimientos est¨¢n concentrados en algunas zonas del planeta y ello ha creado una enorme dependencia (sobre todo en Europa) frente a los pa¨ªses que los tienen y a las grandes compa?¨ªas que los explotan; por otra parte, la combusti¨®n de estos recursos produce tal cantidad de CO2 que est¨¢ amenazando la estabilidad del clima terrestre. El paso a la utilizaci¨®n de energ¨ªas renovables permite solucionar ambos problemas: el sol y el viento son gratuitos; abundan en todas partes en mayor o menor medida; y son limpios, ya que no necesitan la combusti¨®n.
Problemas. La transici¨®n es necesaria y es buena, pero se debe hacer teniendo en cuenta dos problemas, uno pol¨ªtico y otro financiero. Dejar bajo tierra, renunciando a su la utilizaci¨®n, una buena parte de las actuales reservas de gas y de petr¨®leo puede provocar unos cambios geopol¨ªticos de gran magnitud, ya que bastantes estados tienen basadas su econom¨ªa y su papel en el mundo en la exportaci¨®n de tales reservas. La desaparici¨®n de esta posibilidad exigir¨¢ la reconversi¨®n de muchas econom¨ªas y provocar¨¢ tensiones pol¨ªticas a nivel mundial dif¨ªciles de prever.
En el campo econ¨®mico, supondr¨¢ una reducci¨®n muy importante del valor financiero actual de las reservas, tanto de las que queden permanentemente inutilizadas como de las que se sigan extrayendo, ya que su precio puede ser muy inferior al de los ¨²ltimos a?os. Nos enfrentaremos pues a una nueva reducci¨®n del valor de activos que figuran en los balances de grandes compa?¨ªas, tanto petroleras como financieras. Podemos entrar en una crisis como la reciente, provocada en parte por la desvalorizaci¨®n de activos, en este caso inmobiliarios. Sabemos lo que esto supone.
Implementemos los acuerdos de Par¨ªs; tengamos en cuenta estos dos problemas; y preparemos las respuestas.
Joan Maj¨® es ingeniero y ex ministro.
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