El peligro de una ¡®aventis¡¯
Dos ni?os, que hace cinco meses solo ten¨ªan cuatro a?os, recorrieron el centro de Barcelona, solos
Una puerta abierta es lo primero que se necesita para poder salir. A partir de ah¨ª, los dos ni?os de cinco a?os reci¨¦n cumplidos que se escaparon del colegio ?ngel Baixeras de Barcelona solo tuvieron que echarse a andar. Una pareja, ¨¦l y ella, con un objetivo claro: coger el tren. Para ello cruzaron el centro de la ciudad, solos, y seguramente sin cogerse de la mano, que en esa ¨¦poca los novios no est¨¢n bien vistos y los amigos no se dan la mano.
En su ruta desde la calle de Ata¨¹lf (muy cerca del Paseo de Col¨®n) hasta la plaza de Catalunya, lo m¨¢s probable es que tuviesen que esquivar a un grupo de guiris bebiendo, brindando y jaleando a uno de ellos para que se acabase la cerveza a santhilari. En la plaza del Ayuntamiento, quiz¨¢ se cruzaron con alg¨²n coche de la Guardia Urbana que no alcanz¨® a verlos, o con repartidores estresados de DHL que sin saberlo casi les arrollan.
Con las manos cerca, pero sin tocarse, que esa edad a los ni?os les dan un poco de miedo las ni?as, seguramente siguieron subiendo por las calles que ¨¦l cada d¨ªa recorre con su madre, cuando le recoge por la tarde. Probablemente esquivaron las maletas de los turistas, algunos de camino del claustro de la catedral de Barcelona, vigilado por 13 ocas blancas (?alguien las ha visto alguna vez?) porque dicen que graznan como unas locas si alguien se acerca. Enfrente, quiz¨¢ ignoraron la pelea de dos buscavidas, lanzando pu?etazos fl¨¢cidos al aire.
Quiz¨¢ ya con la m¨²sica de su aventis en la cabeza (esas aventuras imaginarias que se cuentan los ni?os en las obras de Mars¨¦), llegaron a otra gran plaza, la de la Catedral, donde estos d¨ªas se hace el mercado de la Primavera, con cosas tan poco interesantes a ojos de un ni?o como cer¨¢micas o plater¨ªa. En cambio, seguro que no se les escap¨®, all¨ª a lo lejos, el se?or de las pompas de jab¨®n, o el otro se?or, bastante m¨¢s raro y atractivo: el hombre sin cabeza. Un tipo con una camisa lila abotonada hasta el cogote, y una americana de felpa, con 24 grados de temperatura a la sombra.
Pero vivir una aventura implica renunciar a otras. As¨ª que los dos ni?os, que hace cinco meses solo ten¨ªan cuatro a?os, siguieron recorriendo el centro de Barcelona, solos. Quiz¨¢ de camino ni viesen a dos se?oras tocando ¡°el m¨¢gico sonido del c¨ªmbalo¡±, que dicho suena peor de lo que es en realidad como instrumento musical. Seguramente, bueno, segur¨ªsimo, la patrulla de los Mossos d¡¯Esquadra que suele estar en el portal de l¡¯?ngel no los vio caminar, juntos, uno al lado del otro. Ellos posiblemente s¨ª que se fijaron en la tienda de chuches Happy Pills, pero sin dinero y con prisa, hay que seguir. Se hab¨ªan escapado de la hora del patio de su colegio, donde se quedan a comer normalmente, para llegar a casa de ¨¦l, en Valldoreix, adonde quer¨ªa llevar a su amiga.
En el camino, por la calle m¨¢s comercial y cara de Barcelona, se cruzaron tambi¨¦n con una furgoneta de limpieza, casi seguro. Y con turistas, jovencitas haci¨¦ndose selfies, japonesas con gorros de color rosa... Pero todos ellos siguieron ajenos a los ni?os, y los ni?os ajenos a todos ellos, metidos en su aventis. Cruzaron el paso de peatones, bordearon la plaza de Catalu?a, dejaron la cafeter¨ªa del Zurich a sus espaldas (donde est¨¢n muy enfadados porque les quieren recortar la terraza) y se zambulleron en las entra?as del suburbano donde, seg¨²n la leyenda, viven las Tortuga Ninja.
All¨ª resulta imposible comprender c¨®mo, pero cruzaron la entrada de los Ferrocarriles Catalanes, que no tiene torno, sino dos puertas correderas y autom¨¢ticas. Quiz¨¢ con cinco a?os (casi cuatro) a¨²n se cabe por debajo. Hab¨ªan salido del colegio a las 13.30. La ruta que siguieron no est¨¢ clara, pero pasadas las 14 ya estaban sentados en los Ferrocarriles, seguramente uno enfrente del otro, ya sea en el S1, el S2, el S5 o el S55. Los dos con los nervios perennes de un ni?o que sale del cole y llega a casa, pero sin un adulto dici¨¦ndole que est¨¦ tranquilo, como si eso fuese posible cuando eres un ni?o; como si estar tranquilo fuese una virtud.
Pero a los 10 minutos del recorrido, alguien llam¨® al 112. Fue el principio del fin: ¡°Hay dos ni?os muy peque?os solos en los Ferrocarriles¡±. Paralelamente, los maestros del colegio se hab¨ªan dado cuenta de que se hab¨ªan escapado y les buscaban muy preocupados. Al llegar a Valldoreix, a las 14.45, tras un recorrido a pie y en tren de m¨¢s de una hora, unos mossos les esperaban para llevarlos a comisar¨ªa, hasta que les recogiesen sus padres. La quiosquera que hay en la peque?a plaza de delante de la estaci¨®n les vio sentados en un banco, juntos, de espaldas. Hablaban con los polic¨ªas. Quiz¨¢ les contaban su peligrosa aventis.
Los padres est¨¢n enfadad¨ªsimos. En el sue?o, una aventis?pasa siempre en verano, luce el sol y todo sale bien. La realidad es mucho menos buc¨®lica. La aventis podr¨ªa haber acabado en un atropello, en un ni?o perdido o en algo mucho peor... Uno de los padres ha denunciado a la escuela a los Mossos por el descuido. Ahora la polic¨ªa catalana deber¨¢ investigar qu¨¦ pas¨®. Una investigaci¨®n, esta s¨ª, que valdr¨¢ la pena. Las aventis, como otras muchas cosas, son mejores si se quedan solo en nuestra imaginaci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.