Incendios y cerillas
Ester Quintana ha luchado como un peque?o David contra un gran Goliat provisto de cascos y escudos recrecidos a base de mentiras y de obstrucci¨®n a la justicia. Y claro, ha ganado Goliat

"Los agentes que portaban las escopetas o las lanzaderas sab¨ªan que estaban incumpliendo protocolos (...) que tienen por objetivo evitar sucesos tan lamentables como el presente, que ha provocado en Ester Quintana unas lesiones y secuelas que sin duda le van a seguir afectando de forma permanente a lo largo de su vida¡±. Este p¨¢rrafo figura en la sentencia por la que la Audiencia de Barcelona ha absuelto a dos agentes de los Mossos d¡¯Esquadra acusados de disparar las balas que le reventaron un ojo a Ester Quintana. Esta sentencia es una gran cerilla.
No cabe duda de que, de acuerdo con el garantismo que debe presidir la administraci¨®n de justicia, no debe condenarse a nadie si persiste la m¨¢s m¨ªnima duda sobre la autor¨ªa de los hechos. Pero la pregunta en este caso no es por qu¨¦ la Audiencia de Barcelona absuelve a los dos agentes, sino por qu¨¦, pese a los esfuerzos de la acusaci¨®n, la fiscal¨ªa y el propio juez instructor, el tribunal ha considerado que no se pod¨ªa determinar con seguridad la autor¨ªa de unos hechos que tuvieron necesariamente muchos testigos entre las propias fuerzas de seguridad.
A la vista de la sentencia, el descenso a la hemeroteca de este caso deja muy mal sabor de boca. Recuerden: lo primero que tuvo que afrontar la v¨ªctima es un proceso de criminalizaci¨®n lanzado contra ella desde el propio gobierno de la propia Generalitat. El entonces consejero de Interior, Felip Puig, no solo trat¨® de caracterizarla como una peligrosa antisistema sino que incluso se permiti¨® insinuar que en realidad hab¨ªa sido v¨ªctima de alguno de los proyectiles que sus compa?eros de protesta lanzaban contra la polic¨ªa aquel d¨ªa de huelga general. Luego incurri¨® en una pat¨¦tica cadena de versiones que se fueron revelando sucesivamente falsas conforme fueron apareciendo grabaciones que desment¨ªan al consejero. Asegur¨® primero que no hab¨ªa antidisturbios en aquel lugar, y cuando pudo verse que s¨ª los hab¨ªa, reconoci¨® qu¨¦ s¨ª, pero que no se hab¨ªan disparado balas de goma, y tras aparecer nuevas filmaciones, admiti¨® que s¨ª que hab¨ªan disparado, pero solo salvas. Salvas que vac¨ªan ojos.
Hasta cinco versiones oficiales distintas lleg¨® a ofrecer el consejero. Con ello demostr¨® muy poco respeto por la presunci¨®n de veracidad que se le debe suponer a una autoridad p¨²blica, y un escaso control de lo que suced¨ªa realmente en las operaciones antidisturbios. La investigaci¨®n judicial estuvo plagada de dificultades y la resistencia de los agentes y sus mandos a colaborar se mantuvo hasta el final del juicio oral. Ahora se ha visto que esa estrategia de confundir y ocultar ha resultado muy eficaz. Pero la pregunta que queda en el aire es demoledora: los responsables de los Mossos ?no deber¨ªan ser los primeros en atender a su deber de colaborar con la justicia?
En la sentencia queda claro que hubo disparos, de balas de goma y de viscoel¨¢stica, que la actuaci¨®n policial fue desproporcionada, que los agentes desoyeron las ¨®rdenes recibidas y actuaron por su cuenta incumpliendo los protocolos de actuaci¨®n y que como consecuencia de ello Ester Quintana perdi¨® un ojo. Si los dos agentes imputados no fueron los autores del disparo, ?por qu¨¦ los mandos no han identificado a quienes, extralimit¨¢ndose en su labor policial, lo hicieron? La estrategia de la defensa para sembrar dudas puede ser vista como una habilidad procesal que ha recibido su premio, pero deja una sensaci¨®n de amargura y de impotencia que no le hace ning¨²n bien ni al cuerpo de los Mossos ni a sus responsables pol¨ªticos.
En los hechos que, pese a las dificultades, han quedado acreditados en este proceso, no solo hemos visto c¨®mo se produc¨ªa un da?o que podr¨ªa haberse evitado; hemos visto tambi¨¦n que los polic¨ªas act¨²an por su cuenta, desobedecen las ¨®rdenes y mienten a sus superiores. Y que la capacidad de control de los mandos deja bastante que desear. ?Cu¨¢ntas veces m¨¢s ha ocurrido algo as¨ª? ?Seguir¨¢ ocurriendo? ?Se han tomado medidas para evitarlo?
Hay casos que tienen una gran capacidad de simbolismo, y este lo es. Ester Quintana ha luchado como un peque?o David contra un gran Goliat provisto de cascos y escudos recrecidos a base de mentiras y de obstrucci¨®n a la justicia. Y claro, ha ganado Goliat. La impotencia que ella expresaba al conocer la sentencia es un sentimiento que va a extenderse a los muchos que se identificaban con su causa. Estos d¨ªas hay mucha gente preocupada por los incendios sociales. Pero para que no haya incendios, no hay que dejar cerillas sueltas cuando la temperatura est¨¢ tan alta.
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