La diva y la voz consorte
Frente al aplomo t¨¦cnico y el carisma de Diana Damrau, su consorte Nicolas Test¨¦ mantuvo el tipo asumiendo un protagonismo excesivo
Los conciertos en los que una estrella de la ¨®pera comparte escenario con su pareja en la vida real tienen mucho peligro. Si la calidad de las voces es similar, miel sobre hojuelas, pero cuando entre una diva y su voz consorte la diferencia es abismal, es para echarse a temblar. Y el viernes, en el ¨²ltimo concierto de la temporada del Liceo, disfrutar el arte de la soprano alemana Diana Damrau tuvo como penitencia la muy discreta actuaci¨®n de su marido, el bajo-bar¨ªtono franc¨¦s Nicolas Test¨¦, acompa?ados con m¨¢s pena que gloria por la Sinf¨®nica de Barcelona y Nacional de Catalu?a (OBC) y el director italiano Francesco Ivan Ciampa.
La velada empez¨® con tres p¨¢ginas de Il barbiere de Siviglia, de Rossini, que dejaron las cartas al descubierto: la obertura demostr¨® que, cuando tiene delante un director mediocre, la OBC puede alcanzar niveles deplorables; por su parte, la diva alemana dej¨® claro con la deliciosa Una voce poco fa quien era la reina de la fiesta; su marido recibi¨® aplausos de simple cortes¨ªa tras su interpretaci¨®n de La calunnia, quedando ya de entrada en un segundo plano.
DIANA DAMRAU / NICOLAS TEST?
Diana Damrau, soprano y Nicolas Test¨¦, bajo-bar¨ªtono. OBC. Francesco Ivan Ciampia. Gran Teatro del Liceo. Barcelona, 3 de junio.
Conforme avanzaba el concierto, m¨¢s gustaba Damrau; estuvo encantadora en el vals ligero Je veux vivre, de Rom¨¦o et Juliette, de Gounod y cerr¨® por todo lo alto la primera parte con la brillante escena del tercer acto de Manon, de Massenet.
Su superioridad fue total en todos los aspectos: perfecci¨®n t¨¦cnica, musicalidad, encanto y brillo vocal. Tuvo detalles memorables en la dif¨ªcil coloratura del Bolero de I vespri siciliani, de Verdi y en las piezas de otro t¨ªtulo verdiano, I Masnadieri, entre ellas el ¨²nico d¨²o del programa.
Frente al aplomo t¨¦cnico y el carisma de Damrau, su consorte mantuvo el tipo asumiendo un protagonismo excesivo; hubiera bastado con un par de arias, pero adjudicarle cinco, m¨¢s el citado d¨²o verdiano, alarg¨® en demas¨ªa el programa con p¨¢ginas de Gounod, Wagner, Verdi y Ponchielli que quedaron de relleno.
Una diva es una diva y Damrau reserv¨® para el final la espectacular escena que cierra La sonnambula, de Bellini, rematada en la cabaletta con pirot¨¦cnicos agudos que extasiaron al p¨²blico. El cap¨ªtulo de propinas no fue memorable y, tras dos conocidas arias de Puccini, se despidieron con una poco afortunada versi¨®n del d¨²o de Porgy and Bess, de Gershwin. A lo largo del concierto, s¨®lo fue aclamada la diva; en la intensidad de los aplausos, las distancias tambi¨¦n fueron abismales.
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