Urnas y votos: manual de instrucciones
El voto, cabe insistir en cada ocasi¨®n, refunda el contrato social contra la violencia y es el incumplimiento de las cl¨¢usulas el que desfigura el sentido de las instituciones
Entender de qu¨¦ se trata. La conversaci¨®n con George Steiner que publica Siruela, Un largo s¨¢bado, nos ayuda a recordar sus grandes tratados literarios y c¨®mo ha vivido la pasi¨®n intelectual este venerable profesor de Cambridge. Mientras recapitula sus ejemplares ejercicios de reflexi¨®n cr¨ªtica, Steiner se detiene en el m¨¢s aleccionador consejo recibido de su padre. Cuando la turba grita por las calles de Par¨ªs ¡°?Muerte a los jud¨ªos! ?Muerte a los jud¨ªos!¡±, el se?or Steiner levanta las persianas, hace que el joven George se asome al balc¨®n y le dice: ¡°Eso se llama historia y nunca debes tener miedo¡±.
El origen de la pol¨ªtica. El fil¨®sofo James Mill lamentaba a principios del siglo XIX que los agitadores sociales inflamaran las mentes de las clases bajas (sic) haci¨¦ndoles creer que el gobierno podr¨ªa ayudarlas. Intentaba demostrar que pertenece al orden de las cosas eximir al gobierno de su responsabilidad. En contra de esta tendencia, extra?amente rescatada del pasado, el Premio Nobel de econom¨ªa Amartya Sen, profesor en Harvard, articula su Idea de la justicia (Taurus, 2010). Reconoce en la sociedad una resistencia natural a la injusticia y demuestra que ¨¦sta vocaci¨®n brota tanto de la indignaci¨®n como del argumento. Como la vida de tantas personas en este mundo sigue siendo ¡°desagradable, brutal y breve¡± (Thomas Hobbes), hay que evaluar las realizaciones sociales, fijarse en lo que realmente sucede y confiar en el razonamiento p¨²blico. La frustraci¨®n y la ira, dice Amartya Sen, pueden motivarnos pero debemos apoyarnos en el razonado escrutinio. Ante la precariedad humana cabe desarrollar una triple habilidad: comprender, simpatizar, razonar.
Los que van por libre. En su ensayo sobre Nadine Gordimer, (Las manos de los maestros, Random House), Coetzee hace un interesante ejercicio de vidas paralelas entre la escritora sudafricana, Iv¨¢n Turg¨¦niev y su propia e ineludible literatura. Cita a Jean Paul Sartre ¡ª¡°el escritor puede ser leal a un grupo pol¨ªtico pero nunca deja de criticarlo¡±¡ª y a Isaiah Berlin cuando eval¨²a el drama de los liberales rusos: ¡°sufr¨ªan formas complejas de culpa, porque simpatizaban con la izquierda, con una fe m¨¢s humana que la g¨¦lida, burocr¨¢tica y cruel derecha, aunque s¨®lo fuera porque siempre es mejor estar con los perseguidos que con los perseguidores¡±. Coetzee comprende la encrucijada de fuerzas que pueden destruir la libertad intelectual: ¡°el artista tiene una vocaci¨®n especial, un talento que le matar¨ªa si lo mantuviese oculto¡±. Escribir, dice Coetzee, es un oficio solitario, pero escribir contra la comunidad en la que uno ha nacido es a¨²n m¨¢s solitario.
C¨®mo discernir lo que nos concierne. Ya se ha dicho todo sobre la necesidad de consultar los programas electorales antes de decidir a qui¨¦n se va a votar. El voto, cabe insistir en cada ocasi¨®n, refunda el contrato social contra la violencia y es el incumplimiento de las cl¨¢usulas el que desfigura el sentido de las instituciones (algo que la ley, por cierto, no penaliza). Como no parece que la precauci¨®n arraigue en los h¨¢bitos de una ciudadan¨ªa confiada a sus propias intuiciones, habr¨¢ que recomendar un ejercicio inteligente que sustituya a la credulidad. La revista Investigaci¨®n y Ciencia (460) public¨® los estudios de un grupo de neurocient¨ªficos: la pr¨¢ctica de la meditaci¨®n modifica procesos cognitivos y emocionales, incrementa el procesamiento de la atenci¨®n, disminuye la influencia del miedo, mitiga la inflamaci¨®n del estr¨¦s biol¨®gico y auspicia el conocimiento de la consciencia. La idea de que un ciudadano entrene su mente antes de elegir al depositario de su confianza parece un consejo razonable.
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