Socialdemocracia a dos voces
Unidos Podemos ha retirado el discurso escandaloso porque fue una estrategia de emergencia para asaltar las pantallas medi¨¢ticas. Hoy afinan un discurso posibilista para un Estado gripado
Entre los muchos efectos colaterales de Podemos est¨¢ la marginaci¨®n medi¨¢tica del independentismo como soluci¨®n radical, pac¨ªfica, ¨®ptima y ¨²nica. Pero no porque hayamos pasado de un mundo de magia a otro mundo de magia sino porque ha obligado a emplazar en la tierra pol¨ªtica los celestiales planes ideol¨®gicos. Mientras el independentismo ha explotado a mansalva el descontento leg¨ªtimo de una poblaci¨®n catalana maltratada desde los poderes oficiales, incluido muy por delante el Partido Popular (incapaz incluso de hacer caso a sus l¨ªderes en Catalu?a), el movimiento podemita ha tenido una evoluci¨®n diferente y m¨¢s consistente.
Vuelvo a hablar de este asunto al borde de la redundancia y de la piscina, y a pesar de que un buen amigo me tirar¨¢ un jarr¨®n a la cabeza, y el jarr¨®n no ser¨¢ chino: me dejar¨¢ una abolladura de tres pares de narices. Pero mientras sea virtual, tratar¨¦ de explicar mi afinidad con las nuevas movilizaciones y mi desconfianza hacia quienes las combaten con encono, a pesar de que sospecho que no votar¨¦ a En Com¨² Podem. Pero disiento de quienes se definen sobre todo como antipodemitas. En el fondo, me recuerda una vieja secuencia indeseable: una cosa era abandonar el Partido Comunista y otra cosa era convertirse en anticomunista profesional.
En Com¨² Podem va a llevarse, seg¨²n las encuestas, un porcentaje estratosf¨¦rico de votos en Catalu?a. Con ese evidente desequilibrio entre socialistas y Podemos, ni vamos a ning¨²n sitio ni se consigue nada demasiado estimable de cara a gobernar en Madrid. No pienso exactamente en un voto ¨²til pero s¨ª t¨¢ctico y humildemente posibilista para que el socialismo cl¨¢sico no quede hundido ni sea una fuerza real o simb¨®licamente abatida. Cualquiera de las dos cosas conducen a un gobierno de derechas o a la tentaci¨®n de conciliar de alg¨²n modo a PP y PSOE. Creo que la beligerancia y la argumentaci¨®n podemita han mejorado sustancialmente su capacidad persuasiva y creo tambi¨¦n que han sorteado los problemas insolubles que Iniciativa (o Izquierda Unida) tuvieron para crecer por s¨ª mismas y atraer el descontento social de los m¨¢s castigados.
Tambi¨¦n creo que el aggiornamento actual de Podemos, estil¨ªstico e ideol¨®gico, pudo estar en sus planes desde tiempo atr¨¢s. Pero si no lo estuvo, ha llegado para quedarse despu¨¦s de obtener cinco millones de votos de gente que tiene cosas que perder porque son clases medias depauperadas y no s¨®lo desharrapados. Han ido disolvi¨¦ndose en el aire ¡ªaunque est¨¦n todas registradas¡ª las palabras que hipnotizaron a los medios, han rebajado el color y el timbre de las voces, y hoy los hace peligrosos precisamente el lenguaje de la cordura pedag¨®gica y el pragmatismo socialdem¨®crata.
Hablan como partidos de izquierda sist¨¦mica (porque no han sido nunca extra sist¨¦micos). Incluso m¨¢s: hablan como una izquierda que busca forzar a los socialistas a actualizar sus mejores convicciones socialdem¨®cratas. No fue muy buena idea que Jordi Sevilla acudiese al debate sobre econom¨ªa en La Sexta con una argucia de vieja derecha y mencionase hasta tres veces, al menos, el documento del Partido Comunista de Espa?a con su propuesta de salir del euro. No veo yo a Unidos Podemos empe?ados en reclamar la salida del euro, y mucho menos en cuanto tecleen el primer password del primer PC ministerial.
Unidos Podemos ha retirado de la circulaci¨®n el discurso escandaloso porque fue una estrategia de emergencia en los dos sentidos: para asaltar las pantallas medi¨¢ticas con ruido y porque hab¨ªa que exagerar sin miedo al esc¨¢ndalo porque se trataba de escandalizar con mucho ruido. Hoy no veo yo ni a ??igo Errej¨®n ni a Pablo Iglesias ni a Xavier Dom¨¦nech ni a Bescansa instalados en una fantasiosa burbuja de neocomunismo sino afinando un discurso posibilista para un Estado gravemente gripado.
Gobierne quien gobierne, tendr¨¢ que gestionar o renegociar recortes y ajustes o ajustes y recortes que todos los partidos conocen y nadie menciona en campa?a. Pero prefiero que la gesti¨®n de esos nuevos agobios est¨¦ en manos de una izquierda combinada y capaz de defender la trascendencia del I+D, moderar el peso pol¨ªtico de los poderes financieros y los intereses de las grandes empresas e incluso dispuesta a impulsar cambios relevantes en la progresividad del sistema de tributaci¨®n, en la calidad de un empleo muy deficiente, o en la consideraci¨®n de Espa?a como obvio Estado plurinacional. Y todo eso suena a inequ¨ªvoca socialdemocracia a dos voces.
Jordi Gracia es profesor y ensayista.
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