Una generaci¨®n se abre paso
El empuje hacia el cambio pol¨ªtico que el 20-D destruy¨® la mayor¨ªa absoluta del PP pero no bast¨® para levantar una mayor¨ªa de izquierdas est¨¢ ahora m¨¢s maduro
Despu¨¦s de tanta y tan descalificadora acusaci¨®n de populismo lanzada contra Podemos y sus l¨ªderes ahora resulta que en plena campa?a electoral son los reci¨¦n admitidos en el club liberal europeo, Ciudadanos, los que se visten teatralmente la camiseta de la selecci¨®n espa?ola de futbol para enviar a los ciudadanos la secuencia de su inefable j¨²bilo patri¨®tico por la consecuci¨®n de un gol contra el equipo de Turqu¨ªa en la Eurocopa. Si eso no es populismo, y del m¨¢s reconocible, el populismo nacionalista, por cierto, que alguien lo explique. No es desde luego la ¨²nica impostura en esta campa?a. Los candidatos del PP presumen en todos los debates de que el Gobierno de Mariano Rajoy es el que m¨¢s ha legislado contra la corrupci¨®n pol¨ªtica. ?Vaya por Dios! Un partido imputado como beneficiario a t¨ªtulo lucrativo por pr¨¢cticas corruptas sin que su principal dirigente se d¨¦ por aludido. Con centenares y centenares de afiliados procesados en una apabullante lista de causas por corrupci¨®n. Y presumiendo. Nada de perd¨®n y enmienda.
El PSOE de Pedro S¨¢nchez, en graves apuros electorales por haber asumido sin chistar en 2010 los dictados de la pol¨ªtica econ¨®mica neoliberal dictada desde Bruselas y Berl¨ªn, acusa de impostura a Podemos porque los dirigentes del nuevo partido han decidido definirse tambi¨¦n como socialdem¨®cratas. ?Pero no acaba de sellar Podemos una alianza electoral con un comunista confeso como Alberto Garz¨®n? Una vez que les dan la raz¨®n hist¨®rica y se lo toman como que les quieren robar la cartera, cuando en realidad se le abre a Pedro S¨¢nchez la oportunidad de sumar, el d¨ªa despu¨¦s de las elecciones, una mayor¨ªa socialdem¨®crata. ?O no?
Francesc Homs, el candidato de Converg¨¨ncia Democr¨¤tica (CDC), el partido que desde 2012 aspira a dirigir la creaci¨®n del estado catal¨¢n soberano, defiende estos d¨ªas que la mejor manera de evitar que el Gobierno de Espa?a adopte sistem¨¢ticamente todos los viernes alguna medida perjudicial para el autogobierno de Catalu?a, como ha hecho el PP en esta inacabable legislatura, es que el nacionalismo catal¨¢n por ¨¦l encarnado ahora vuelva a tener la sart¨¦n por el mango, es decir, recupere la posici¨®n de bisagra en el Congreso de los Diputados. Como en los mejores tiempos de Miquel Roca, cuando ni Felipe Gonz¨¢lez ni Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar dispon¨ªan de mayor¨ªas absolutas. Como cuando Jordi Pujol se ufanaba de estar en disposici¨®n de hacerles ¡°pasar por el aro¡±. Deb¨ªa ser en 1996, m¨¢s o menos. ?Era eso, la independencia?
Si entre las causas profundas del terremoto electoral que ha desestabilizado al sistema electoral casi bipartidista en Espa?a se cuenta la crisis de la socialdemocracia europea, tiene bastante miga que Podemos, el partido emergente surgido de la suma de casi todos los descontentos acumulados en por lo menos un d¨¦cada, se adhiera ahora tambi¨¦n a la socialdemocracia. Pero as¨ª es. Aquellos j¨®venes profesores y los indignados ocupantes de las plazas espa?olas han madurado deprisa, deprisa, forzados por sus ¨¦xitos electorales y ayer su l¨ªder, Pablo Iglesias, argumentaba su nueva adscripci¨®n como resultado de que ¨¦l y sus compa?eros de equipo se han hecho mayores.
Esa es m¨¢s o menos la experiencia que protagoniz¨® el PSOE entre 1976 y 1982. Ahora como entonces, hay una generaci¨®n nueva, que aspira al cambio pol¨ªtico, que dispone de una cohorte dirigente suficientemente desacomplejada como para rebelarse ante sus mayores e intenta sustituirla en el reto de asumir el Gobierno. Esto fue lo que hizo el PSOE en 1982 y eso es lo que ahora sue?an en hacer los j¨®venes que votan a Podemos. Nunca hay dos situaciones hist¨®ricas ni dos coyunturas pol¨ªticas que se repitan mim¨¦ticamente, pero los cambios generacionales s¨ª existen.
El que est¨¢ pidiendo paso en Espa?a pilla a contrapi¨¦ al partido socialista y a Podemos en fase expansiva. Este es el interrogante mayor en este 26-J y el que le confiere un significado particular. Lo otro parece cantado. El empuje hacia el cambio pol¨ªtico que el 20-D destruy¨® la mayor¨ªa absoluta del PP pero no bast¨® para levantar una mayor¨ªa de izquierdas est¨¢ ahora m¨¢s maduro. Despu¨¦s de la ca¨ªda de gobiernos de la derecha en Francia, Grecia, Italia y Portugal, ahora le toca al electorado espa?ol enviar a la Uni¨®n Europea el mensaje de que el sur de Europa rechaza las recetas neoliberales impuestas al gobierno de Jos¨¦ Lu¨ªs Rodr¨ªguez Zapatero y entusi¨¢sticamente seguidas por el de Mariano Rajoy.
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