Misi¨®n cumplida
Arriola y Moragas han dado un sartenazo en la cocorota de la mitad de la poblaci¨®n y han convertido al gobernante m¨¢s gris, mustio e insulso del planeta democr¨¢tico en un triunfador
No deb¨ªan imaginar que salieran tan bien las cosas cuando tomaron conciencia del peligro y armaron una defensa pol¨ªtica contra Podemos y sus viejas y nuevas movilizaciones. La frase famosa del presidente del Banco de Sabadell se ha repetido miles de veces, con raz¨®n, porque la pronunci¨® en p¨²blico con una inocencia casual, casi cool, de amateurde la pol¨ªtica. Hab¨ªa que crear un Podemos de derechas que corrigiese el castigo previsible al PP ¡ªCiudadanos¡ª y no hiciese peligrosamente mayoritaria a la izquierda, fuese lo que fuese esa izquierda. Cualquiera pensar¨ªa que se hab¨ªa metido a ide¨®logo el banquero de la publicidad de proximidad y conversaciones ¨ªntimas, pero no era eso: era m¨¢s sencillo. Josep Oliu expresaba en voz alta y sin miedo, como suelen hablar los banqueros s¨®lidos y los no s¨®lidos, el temor a una decantaci¨®n del voto a la izquierda en plena crisis.
Hoy somos un pa¨ªs en el que presumiblemente seguir¨¢ gobernando la derecha, aunque con una novedad que es gaseosa y tangible a la vez. Tendr¨¢ que hacerlo con una mayor¨ªa que ya no ser¨¢ absoluta y puede que existan en el Parlamento dos oposiciones, una dura y otra menos dura. Moragas y Arriola o Arriola y Moragas han dado un sartenazo en la cocorota de la mitad de la poblaci¨®n y han convertido al gobernante m¨¢s gris, mustio e insulso del planeta democr¨¢tico en un triunfador plet¨®rico y saltar¨ªn, subido a la ola euf¨®rica de la beatitud abacial y espa?ol¨ªsima.
Mientras todo se fraguaba en las urnas y las familias votaban el domingo 26 con las ilusiones intactas, yo permanec¨ªa hipnotizado ante la pantalla de un AVE hacia Barcelona. Proyectaban una pel¨ªcula ¡ªTecho y comida, estrenada a finales de 2015¡ª tan turbadora como conmovedora. Quiet¨ªsimo en mi asiento, llegu¨¦ hasta el final sin aire y sin auriculares, leyendo los subt¨ªtulos, enganchado al momento ¨¢lgido y demag¨®gico y populista en el que una madre socialmente estrangulada abraza a su hijo para anunciarle que al d¨ªa siguiente ser¨¢n desahuciados por impago del alquiler, tras haberle cortado el agua, la luz, la respiraci¨®n y la esperanza.
No sucede en la Barcelona de Ada Colau sino en Jerez de la Frontera, pero da lo mismo. Al fondo del abrazo, en el ¨²ltimo plano de la pel¨ªcula, el resto de los mortales celebran disfrazados con camiseta roja el ¨¦xito de la selecci¨®n nacional de f¨²tbol. Imagino que jalean el gol de Iniesta. Espa?a hab¨ªa ganado el Mundial mientras el aguafiestas que dirige Techo y comida, Juan Miguel del Castillo, dejaba crudamente en primer plano la desolaci¨®n de una Roc¨ªo magn¨ªficamente interpretada por Natalia de Molina. Termina la pel¨ªcula y yo mantengo mi voto pero confieso una contractura emocional ante los dos planos; minimizo el abuso sentimental y empatizo y hasta lagrimeo ante la violencia invisible de una sociedad rica.
Por la noche las cosas han empeorado decididamente y la sombr¨ªa luz se va instalando en casa delante del televisor, como si estuvi¨¦semos asistiendo perplejos y por fin desencantados a la evidencia de la buena fortuna de las buenas ideas. La nueva pol¨ªtica de izquierda existe todav¨ªa y la nueva derecha resiste; incluso existen de tal manera que parece que mejoran las opciones de poder de una derecha que ha desvalijado la caja, ha negado una corrupci¨®n intravenosa, ha debilitado exponencialmente el Estado del Bienestar y ha inundado de populismo ret¨®rico las pantallas de las casas con luz, agua y calefacci¨®n.
La fe fr¨ªa de Rajoy puede ser quien encabece el reset democr¨¢tico sin despeinarse, aunque salte en la tarima de la calle G¨¦nova. La bul¨ªmica pluralidad de recelos y regates de socialistas y Podemos han servido el plato caliente de la paz gubernamental a Rajoy sin aprender a encontrar los lazos pol¨ªticos del posibilismo.
Parece no haber cambiado nada pero ya nada es lo mismo. Roc¨ªo sigue clavada en mi memoria afectiva, tan lejos de los anuncios de elegancia intimista en blanco y negro del Banco de Sabadell. La peli lleva un subt¨ªtulo, por descontado populista y sentimental, s¨ª, pero tambi¨¦n incontestable: ?Y a ti qui¨¦n te rescata? Ni idea, la verdad, porque a esa Roc¨ªo no la rescata ni Dios. El peligro populista est¨¢ de golpe af¨®nico, y por lo visto vuelve la paz despu¨¦s de la batalla: la izquierda en Espa?a se ha dejado robar la cartera.
Jordi Gracia es profesor y ensayista.
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