No hay complot sin dos
Artur Mas a¨²n no ha pedido perd¨®n a Xavier Trias por la campa?a de desprestigio de su director Antifrau y el ministro Fern¨¢ndez
Las conversaciones secretas Fern¨¢ndez D¨ªaz-De Alfonso constituyen uno de los episodios m¨¢s putrefactos de nuestra democracia.
Han pasado dos semanas y en este tiempo tanto el ministro del Interior como el director de la Oficina Antifraude de Catalu?a se han podido explicar a gusto. Perfecto. Ninguno de ambos ha descalificado las grabaciones por inexactas, ninguno ha afirmado que lo all¨ª reflejado fuera falso.
Solo han intentado deslegitimarlas por ¡°sesgadas¡± o por haber sido sacadas ¡°fuera de contexto¡±. Pero si fuese el contexto lo que hubiese fallado, lo que dice el texto va a misa. As¨ª que las cintas no sirven solo de apoyatura cre¨ªble para un relato period¨ªstico veros¨ªmil, sino tambi¨¦n veraz. Y m¨¢s: indicios a tener en cuenta en un eventual proceso criminal.
No sucede cada d¨ªa que un ministro y un magistrado dedicado a luchar contra el fraude comploten para fabricar pruebas endebles o falsas; para publicitarlas en medios propagand¨ªsticos afines a¨²n sin perfilarlas, al objeto de arruinar prestigios ajenos; para propiciar juicios paralelos a rivales pol¨ªticos por el solo hecho de serlo; para perseguir ideolog¨ªas.
El encargado de la seguridad de todos (pero que es incapaz de garantizar siquiera la suya) y el perseguidor de nuestros delincuentes (que cae en pr¨¢cticas tan fraudulentas como algunos de estos) se concitan entre s¨ª. No lo hacen para intercambiar informaci¨®n, sino para manipularla, para politizarla y para destruir a personajes p¨²blicos.
Menuda inseguridad nos provee Fern¨¢ndez (y si acaba recalando en la embajada ante el Vaticano, ?cuidado, cardenales, con vuestros refajos!), menuda inquietud nos provoca De Alfonso, que alberga la intenci¨®n de volver de rositas a la Magistratura, y ante quien nadie sensato querr¨ªa convertirse en justiciable.
Sus pr¨¢cticas encajar¨ªan en los tipos penales de revelaci¨®n de secretos, malversaci¨®n de caudales p¨²blicos, y sobre todo, prevaricaci¨®n, el delito de la autoridad que consiste en tomar decisiones a sabiendas de que son injustas.
El destino judicial de este asunto depender¨¢ en gran medida de la valent¨ªa de los fiscales y de su hartazgo ante el principio de subordinaci¨®n jer¨¢rquica que el Gobierno retorcido a esclavista anulaci¨®n del libre albedr¨ªo.
M¨¢s all¨¢ de la gravedad jur¨ªdica del caso, est¨¢ la pol¨ªtica. A saber, ¡°el uso sistem¨¢tico de los aparatos del Estado para librar una guerra sucia contra adversarios legales y pac¨ªficos, buscando la destrucci¨®n moral de sus principales l¨ªderes sobre la base de asociarlos falsamente con pr¨¢cticas corruptas, fraudulentas y delictivas¡±, como mejor no pod¨ªa escribirse y lo hizo Joan B. Culla en estas p¨¢ginas (1/7/2016).
Ahora bien, muchos comentaristas parecen obviar que un complot, conspiraci¨®n o conjura exige al menos dos protagonistas. Junto a la evidente responsabilidad del presunto ministro del Interior, figura el servil colaboracionismo del director de la Oficina supuestamente Antifraude de Catalu?a, ya moderando los impulsos de su interlocutor, ya exalt¨¢ndolos, ya implor¨¢ndole cautela: un triple asco.
En efecto, ante la intenci¨®n declarada de Fern¨¢ndez de filtrar elementos policiales o manipular a fiscales para perpetrar publicaciones interesadas, Daniel de Alfonso aconseja ¡°dosificar¡± la informaci¨®n; ante las presuntas dudas del ministro, se declara espa?ol, oprobiosamente ¡°por encima de todo¡±; en vez de procurar la mejora de la Administarci¨®n, se refocila por haber ¡°destrozado el sistema sanitario¡± catal¨¢n; y proclama su vocaci¨®n de verdugo sin verg¨¹enza: ¡°Soy partidario de asestar el golpe cuando el golpe va a acabar con el animal¡±.
Claro que el presunto magistrado se sabe culpable vulnerable: ¡°soy espa?ol por encima de todo, pero a m¨ª me hunde¡± la filtraci¨®n que pretend¨ªa el filtrador.
La conjura no qued¨® en mera conversaci¨®n ¨ªntima de mesa camilla. Algunas de sus pistas ¡ªno todas falsas¡ª llegaron a conocimiento p¨²blico. Con algunas de las m¨¢s zafias se perjudic¨®, bulo en ristre, a personajes de prestigio personal indiscutido, como el entonces alcalde de Barcelona.
Pero su responsabilidad no es exclusiva ¡°del Estado¡± (por el Gobierno espa?ol), pues no hay complot sin dos. Lo es tambi¨¦n de la Generalitat, porque el nombramiento de De Alfonso fue realizado a propuesta personal del propio Artur Mas. Y este no solo no ha asumido ¡ªtampoco¡ª ninguna responsabilidad pol¨ªtica ante tanto dislate, sino que cabalga la campa?a del enemigo exterior. Ni siquiera ha pedido perd¨®n p¨²blico a sus propias v¨ªctimas m¨¢s cercanas. Como Xavier Trias.
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