El mejor ¡®precio¡¯ est¨¢ en el Goya
S¨ªlvia Munt dirige a dos hermanos enfrentados por problemas econ¨®micos
Un conflicto cainita. El resentimiento como motor y cepo de dos hermanos que encararon de manera antag¨®nica la cat¨¢strofe econ¨®mica que se abalanz¨® sobre la familia en el 29. Un crac que rompi¨® tambi¨¦n los lazos de sangre. Uno (V¨ªctor) todo sacrificio, el otro (Walter) todo distancia. Dos maneras enfrentadas de expresar el ego¨ªsmo. Esa ser¨¢ el arma arrojadiza que ambos esgrimir¨¢n con la fuerza del rencor cuando se vean obligados a reencontrarse despu¨¦s de 16 a?os intentando olvidarse uno del otro haciendo sus vidas. Lo hacen en el momento de desmontar la casa. Hay que vender los muebles. Un anciano chamarilero (Solomon) ha acudido a la llamada de V¨ªctor para tasar lo que queda almacenado de los tiempos felices. La mujer de V¨ªctor (Esther) alberga sus propias esperanzas respecto al careo fraternal.
Un drama familiar con el eco de una crisis colectiva en segundo plano. Aunque con Arthur Miller siempre hay que observar la presencia de su antih¨¦roe favorito: el representante del fracaso del sue?o americano. Ese es V¨ªctor, polic¨ªa a punto de jubilarse, v¨ªctima voluntaria ¡ªo no, depende quien lo diga¡ª que abandon¨® sus sue?os de ser alguien (un cient¨ªfico) para cuidar a su padre, n¨¢ufrago del hundimiento econ¨®mico. Miller estrena El precio cuando ya era un autor consagrado y usa algunas notas autobiogr¨¢ficas para escribir un texto que ahora es ante todo un s¨®lido veh¨ªculo para el lucimiento actoral.
S¨ªlvia Munt ¡ªen su quinta direcci¨®n de escena¡ª plantea este montaje con la claridad y seguridad de una producci¨®n anglosajona de altos vuelos. El objetivo ¡ªquiz¨¢ no el ¨²nico ni principal, pero el m¨¢s perceptible¡ª es crear el entorno ¨®ptimo para que sus cuatro int¨¦rpretes ofrezcan unas actuaciones impecables. Exquisita iluminaci¨®n, cuidado vestuario, interesante espacio esc¨¦nico que sutilmente se aleja del realismo, elegante trabajo audiovisual que abre y cierra la obra: una cr¨®nica urbana en blanco y negro que presenta a los personajes con la soledad de un cuadro de Hopper.
Magn¨ªfico preludio y coda que abraza a un cuarteto de grandes actuaciones. La entrada de Rosa Renom (Esther) es un retrato de trazo ¨¢gil. Un fulgor de estrella reci¨¦n tocada por las lecciones de Lee Strasberg. Una Rowland a la catalana. La gran interpretaci¨®n de Pere Arquillu¨¦ (V¨ªctor) es m¨¢s de combusti¨®n lenta, lo que tarda el ascua del rencor en avivarse ante la presencia de su hermano, un excelente Ramon Madaula con el ingrato papel de ejercer de abogado defensor de s¨ª mismo. Y entre ellos el jud¨ªo sabio de Llu¨ªs Marco, un caracter¨ªstico robaescenas, una composici¨®n que parece sacada de otra tradici¨®n esc¨¦nica: el teatro yiddish que incluso se puede permitir cierta iron¨ªa en el dibujo de sus rasgos fenot¨ªpicos. Como un s¨ªmil de Shylock del Bowery.
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